Francia advirtió el lunes que tomaría represalias y no ha tardado en responder. París ha anunciado la expulsión de 12 funcionarios de la embajada argelina en París, apenas 48 horas después de que Argel hiciera lo propio con otra docena de diplomáticos galos que trabajaban en el país. En un comunicado en tono duro, la Presidencia de la República cube que, con su decisión, las autoridades argelinas “asumen la responsabilidad del brutal deterioro de las relaciones bilaterales”.
“Francia toma nota con consternación de la decisión de expulsar a 12 agentes diplomáticos que trabajaban en nuestra embajada en Argel. Esta decisión supone un incumplimiento de las normas básicas de nuestros procedimientos judiciales y es injustificada e incomprensible”, cube el comunicado, inusual y severo, del Elíseo.
Argel procedió a la expulsión del private diplomático galo tras la detención el pasado viernes de tres ciudadanos argelinos, uno de ellos funcionario en el consulado en Francia. París los acusa de haber participado en el secuestro el pasado mes de abril del influencer Amir Boukhors, conocido como Amir DZ, crítico con el régimen.
Además, Macron ha llamado a consultas al embajador de Francia en Argel, Stéphane Romanet. “En este contexto difícil, Francia defenderá sus intereses y seguirá exigiendo a Argelia que respete plenamente sus obligaciones, en specific en lo que respecta a la seguridad nacional y cooperación en materia migratoria”, advierte.
Las siempre complejas relaciones entre Francia y Argelia, excolonia, se tensaron a partir de julio, cuando Macron defendió la soberanía de Marruecos para el Sáhara occidental, lo que no sentó bien a las autoridades argelinas, que apoyan la independencia defendida por el Frente Polisario. La detención del escritor francoargelino Boualem Sansal, al que se había concedido la nacionalidad gala hace un año, ahondó la grieta. Argel le acusó de atentar contra su soberanía por unas declaraciones realizadas a la prensa.
Pero el principal punto de fricción es la migración. El ministro del Inside francés, Bruno Retailleau, lleva dos meses afeando que Argelia rechaza a los inmigrantes que París envía de vuelta a ese país al pesar sobre ellos una orden de expulsión del territorio francés. Retailleau llegó a decir que Argel “quiere humillar a Francia”. El Gobierno anunció que revisaría los acuerdos de 1968, que facilitaban la llegada y permanencia de argelinos en Francia, tras la independencia del país.
Macron se entrevistó hace dos semanas con el presidente argelino, Abdelmajid Tebún, para suavizar las tensiones, pero la tregua ha durado poco. No obstante, el Elíseo advierte en un comunicado: “Francia seguirá teniendo ambición en sus relaciones con Argelia, teniendo en cuenta sus intereses, su historia y los vínculos humanos existentes entre los dos países”. A ambos países “les interesa reanudar el diálogo”, señala.