La científica Elena García Armada cube que lo primero que un niño con movilidad reducida pide cuando se monta sobre un exoesqueleto es jugar. “Ese juego puede ser desde patear una pelota hasta una acción cotidiana, como acercarse a una mesa para coger un teléfono y hacer una llamada, o lavarse las manos. En definitiva, explorar el mundo que les rodea”, añade la ingeniera industrial, fundadora de la empresa Marsi Bionics. García es también la creadora del Proyecto Explorer, un exoesqueleto pediátrico de uso private para domicilios y exteriores, cuyo prototipo se presentó este martes en Madrid. Explorer fue desarrollado por 45 investigadores de Marsi Bionics, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de cuatro de los principales hospitales universitarios de Madrid.
Todo comenzó casi una década atrás, cuando García y un equipo de investigadores del CSIC crearon a Atlas, el primer exoesqueleto biónico del mundo para niños con atrofia muscular espinal, una enfermedad degenerativa que afecta a cerca de 2.000 menores en España. “Vimos que con ese prototipo, el mundo de los niños cambiaba”, señala García. Pero el Atlas tenía sus limitaciones y solo podía utilizarse en contextos controlados de rehabilitación, como dentro de un hospital.
Trabajando con las familias de los niños, los científicos se dieron cuenta de que la verdadera diferencia estaba en poder llevar esa tecnología hospitalaria al día a día de los pacientes. “Los niños lo usaban en sus sesiones de fisioterapia y luego pedían para llevárselo a sus casas y al cole”, explica García. Entonces fue que empezaron a pensar en la posibilidad de desarrollar un robotic que pudiera ser “todoterreno”, añade.
Así nació Explorer, un nuevo exoesqueleto private que cuenta con cuatro motores que imitan el funcionamiento pure de los músculos. Tiene, además, un asiento automático que permite transformar el dispositivo en una silla de descanso integrada, facilitando el uso continuo y la comodidad del niño en su día a día. Cada dispositivo está pensado para evolucionar con el propio crecimiento del paciente, abarcando un rango de edad desde los 2 hasta los 17 años, lo que permite un acompañamiento a lo largo de su desarrollo.
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Explorer, que está en proceso de obtención del marcado CE para habilitar su comercialización dentro de la Unión Europea, permite a las familias integrar el proceso de rehabilitación de los niños a sus vidas cotidianas. Con el exoesqueleto, salir a hacer la compra o jugar en el parque pueden ser formas de tratamiento porque implica cierto entrenamiento de los músculos, al mismo tiempo que permite la inclusión de los niños con movilidad reducida en la participación de actividades diarias.
Minerva, de seis años, es uno de los 50 niños que han participado de los ensayos para el desarrollo de Explorer. Tiene una parálisis cerebral que limita mucho sus movimientos. Su relación con el proyecto comenzó en octubre de 2023 con sesiones de rehabilitación montada en el Atlas 2030. Cuatro meses después, la movilidad y la postura de Minera ya eran otras y, por lo tanto, su autonomía. Podía erguir su tronco, dar pasos y expandir los brazos. Luego, fue elegida para probar el Explorer en su casa y su colegio. “Ella se encuentra muy a gusto en el exoesqueleto, los disfruta”, cuenta Roli Arias, mamá de la niña. Y añade que esta tecnología “la relaciona con su entorno de una manera especial” que la ayuda a integrarse más a las dinámicas cotidianas de su familia y sus compañeros de clase. “Minerva ya no es un sujeto pasivo, sentada en una silla de ruedas, con el exoesqueleto ella es la que determine”. Arias espera que la certificación del Explorer llegue pronto y puedan tener un robot en casa de manera permanente.
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Eloísa del Pino, presidenta del CSIC, valoró durante la presentación del prototipo que “el exoesqueleto es un testimonio del poder de la ciencia cuando se pone al servicio de las personas”. Y remarcó que Marsi Bionics, que surgió desde dentro del CSIC, “es un ejemplo exitoso de la creación de una empresa basada en el conocimiento surgida de una institución pública”.
El desarrollo de Explorer implicó una inversión complete de 2,2 millones de euros de los Fondos Europeos Subsequent Technology EU, del CSIC, a través del Instituto de Salud Carlos III, y del Hospital Universitario La Paz, Hospital Universitario 12 de Octubre, Hospital Infantil Universitario Niño Jesús y Hospital Common Universitario Gregorio Marañón.