En pleno desplome de los mercados bursátiles por los vaivenes arancelarios de Donald Trump, esta madrugada (a las 5h en la España peninsular) han entrado en vigor sus gravámenes del 25% a todas las importaciones de acero y aluminio de Estados Unidos.
La medida, con carácter world y –por el momento– sin excepciones, supone la primera barrera comercial del presidente que salpica también a la Unión Europea, aunque los principales exportadores de estos metales a EE.UU. son Canadá, México, Brasil y Corea del Sur para el acero, y Canadá, Emiratos Árabes Unidos, China y Corea del Sur para el aluminio. El país europeo más afectado por las nuevas tarifas será Alemania, en quinta posición para el acero y en la décima para el aluminio.
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Trump y su secretario de Comercio, Howard Lutnick, buscan con la imposición de estos aranceles generalizados proteger a la industria metalúrgica estadounidense y argumentan que son necesarios para resguardar la seguridad nacional y proporcionar una fuente fiable de steel para el ejército en tiempos de guerra. Además, pretenden atajar el enorme déficit comercial que se ha ido ampliando con décadas de deslocalización de la producción (aunque en el caso de México, uno de sus principales socios, cuenta con superávit).
Sin embargo, su efecto en el corto plazo será un aumento generalizado de los precios de fabricación de algunos productos, como los automóviles, las latas o los paneles solares. Además, como el acero y el aluminio se utilizan para fabricar muchos otros productos, los gravámenes podrían provocar un efecto dominó sobre toda la economía estadounidense, incidiendo en el temor de los mercados a una recesión.
Los gravámenes, implantados mediante órdenes ejecutivas hace un mes, revivirán y actualizarán los ya impuestos en el 2018, durante el primer mandato de Trump, del 25% sobre el acero y del 10% sobre el aluminio, que luego levantó para algunos de sus principales socios comerciales, como Canadá, México y Brasil. Su sucesor, Joe Biden, extendió esas exenciones para Reino Unido, Japón y la Unión Europea. Sin embargo, ahora Trump los vuelve a imponer, de forma world y sin excepciones.
Trump ya implantó en su primer mandato aranceles sobre el acero y el aluminio, que levantó para ciertos socios comerciales
Entran en vigor la madrugada después de que Trump haya amenazado a Canadá, de lejos el país del que más importa ambos metales, con doblar sus aranceles hasta el 50%, para retirar la amenaza pocas horas después. Este tipo de acciones –el aplazamiento y el levantamiento de gravámenes anunciados e implantados, como hizo con Canadá y México en otras dos ocasiones– han generado una sensación de inestabilidad a los inversores, que llevan dos días realizando una venta masiva de acciones.
El índice S&P 500, que agrupa a las 500 empresas más valiosas de EE.UU., ha caído en más de un 3,4% en las últimas dos jornadas, su mayor caída desde agosto, después de que Trump rechazara el lunes descartar que sus agresivas políticas comerciales fueran a provocar una recesión. Se prevé que la aplicación de estos nuevos aranceles, a pesar de que cuentan con el apoyo de los principales fabricantes nacionales de acero y aluminio, incidan en el desplome financiero.
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Pero, más allá del mercado financiero, los aranceles tendrán efectos sobre la economía actual. Un análisis económico publicado por la Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos afirmó que los costes para la economía estadounidense de estos gravámenes concretos superaban a los beneficios.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció el mes pasado que la UE iba a respoder a estos aranceles con “contramedidas firmes y proporcionadas”. Minutos después de su entrada en vigor, la Comisión Europea ha confirmado que impondrá en abril contraaranceles sobre bienes estadounidenses valorados en 26.000 millones de euros en respuesta a los gravámenes sobre el acero y el aluminio. Las contramedidas están diseñadas para “proteger a las empresas, los trabajadores y los consumidores europeos del impacto de estas restricciones comerciales injustificadas”, ha dicho el organismo en un comunicado.
Las mismas medidas de represalia han prometido otro gobiernos del mundo, como Canadá, en una guerra comercial que Trump ampliará en las próximas semanas. El 2 de abril entran en vigor las tarifas del 25% aplazadas dos veces a México y Canadá, así como los “aranceles recíprocos” firmados por el republicano, que igualarán las tasas de los terceros países para las importaciones americanas.
En el caso de la UE, Trump avanzó que tiene previsto imponer tarifas “del 25%, en términos generales”, aunque no entró en más detalle, para después afirmar que el bloque comunitario se creó “para fastidiar a EE.UU.” Esta amenaza, como tantas otras de Trump, podría ser una estrategia para intentar forzar cambios en las políticas europeas, y no es descartable, a la luz de los acontecimientos recientes, que no llegue a cumplirse.
La que sí se ha cumplido es la que desde este martes impone aranceles al acero y el aluminio, que se calcula que afectarán alrededor de 150.000 millones de dólares en distintos tipos de producto de consumo importados de todo el mundo.