Es tópico. Es típico. Puede sonar aburridísimo (y ese es parte del problema). Pero no puede ser más actual. Vivir en Hollywood, escribir sobre Hollywood desde dentro de Hollywood, solo te demuestra una y otra vez que no es un error, sino una realidad absoluta: ser mujer en el mundo del entretenimiento es horrible. Es básicamente imposible. No hay escapatoria. La crítica, la cuchilla, no dan tregua. No hay edad, altura, peso (importa; que se lo digan al Ozempic), condición social, sexual, marital, coloration de pelo o de piel, cantidad de fama o de dinero que libren a cualquiera de pasar bajo la lupa del mundo, que se cree con derecho a la disección y exposición de los cadáveres, uno tras otro, en una hambruna infinita.
Lo sé porque lo escribo. Lo sé porque lo vivo. La inspiración está ahí fuera, pero también ahí mismo. Repasemos columnas, actualidades, tuits. Las protagonistas son Blake Lively, Meghan Markle, Melania Trump, Karla Sofía Gascón, Kamala Harris, Selena Gomez. Sus tropezones, grandes o pequeños, profesionales y, claro, personales, llenan los días. Por supuesto, también Kanye West, Sean Combs, Elon Musk, Donald Trump. Pero ellas siempre están en el centro de la conversación, con o sin motivo. Bueno, con motivo: venden. Las guerras entre mujeres, inventadas o reales, han sido carne de cañón de la prensa amarillista durante décadas. Nadie enfrenta a los protagonistas masculinos de un plató, pero si son mujeres, siempre hay una competición. En una alfombra roja, nadie votará qué corbata sienta mejor, pero sí qué vestido es más elegante.
Volvemos a verlo esta semana, allá donde miremos. Otra vez, la rivalidad: Rachel Zegler y Gal Gadot, Blancanieves y la madrastra, la juventud contra la veteranía. Siempre un “contra”, nunca un “junto a”. Llega la película, la susodicha Blancanieves, y las redes alimentan la supuesta guerra entre ambas. De nuevo: vende. ¿Es real? ¿Quién lo sabe? ¿Quién lo sabrá? Parece el juego del “Espejo, espejito” de la historia, pero es el mundo actual. Que si la novata se posicionó a favor de Gaza, que si la ex Wonder Woman es fiel defensora de Israel. Hasta ahí, vale. Ahora, tras el estreno, algunos medios apuntan a que es la propia productora la que ha creado esa dinámica de enfrentamiento, separándolas en eventos y hasta en el propio estreno. Espejo, espejito, ¿no nos refleja esa historia a nosotros mismos? ¿No estaremos ansiosos de que el algoritmo nos muestre narrativas estereotipadas y simplistas que no nos hagan pensar, ver que nos están contando un cuento, otro cuento, otra vez?
Más ejemplos, esta misma semana. Meghan Markle lanza un programa de cocina y de recibir a amigos en casa (no cocina mucho, a veces no son amigos, ni siquiera es su casa; es complicado) y las redes se echan encima. Los memes, las risas. Pero ahí está: el enfrentamiento con otras mujeres. La actriz Gwyneth Paltrow, que lleva años creando contenido de estilo de vida, se pone a freír beicon y huevos en pijama (es tan literal que suena absurdo) y las redes afirman que es una burla al programa de la duquesa de Sussex. “Destruye a Meghan en menos de un minuto”, dicen unos; “La venganza de Meghan contra Gwyneth”, sueltan otros. Siempre en tono bélico, siempre refiriéndose a las protagonistas por sus nombres propios (bien machista). Recordemos: por freír un huevo. Hasta las dos protagonistas han hecho lo mejor: reírse juntas.
Gwyneth Paltrow and Meghan Markle are cheekily shutting down the feud rumors in a joint video! 😊💗
Critics have tried to pit the 2 in opposition to one another as Meghan jumps into the life-style area along with her model As Ever. Gwyneth, in fact, is the founding father of Goop.
(🎥:… pic.twitter.com/cRsrvRzZpx
— ExtraTV (@extratv) March 26, 2025
El enfrentamiento vende. Quizá, desde una tribuna como esta, estas palabras puedan ser consideradas hipócritas: “Sabéis que vende y lo criticáis, pero nos dais nuestra dosis”, pensarán algunos. Opino que hay matices. Hay información, como que una actriz apoye a Gaza y otra a Israel; son hechos. Hay análisis, como que un programa como el de Markle es cursi, o simplón, o puro entretenimiento para no pensar, por qué no. Pero luego hay dinámicas que debemos romper: las de enfrentar a las mujeres, las de “¿A quién le queda mejor?” (¿Por qué solo a una?). Son complejas porque, como el ancestral machismo, están instaladas de manera tan inherente en nosotros que cuesta verlas. Pero por eso, en un mundo ya de por sí crispado, un poco de reposo. Desde Hollywood, las mujeres se lo agradecerán. Se lo agradeceremos.