Virgen Jurada es el primero, y de momento el único, de los 10 libros de Elvira Dones (Durrës, Albania, 64 años) que se ha traducido al español. Un sueño cumplido para la periodista y escritora que domina el castellano, aunque prefiere charlar en inglés en una cafetería céntrica de Madrid. Ha venido desde Suiza, donde vive, invitada por la editorial Errata Naturae para promocionar el lanzamiento en España de la novela que publicó originalmente en italiano en 2007 y cuya historia llevó al cine en 2015.
Hana es un personaje inventado pero muy actual, basado en una antigua tradición balcánica por la cual las mujeres realizaban un juramento de celibato para vivir como hombres el resto de su vida. “Ganaban libertad socialmente, pero perdían todo lo demás”, resume la autora, que conoció esta práctica cuando period adolescente y la investigó obsesivamente durante años para dar forma a su protagonista. Fue después de la publicación cuando conoció personalmente a algunas de estas vírgenes juradas que todavía quedan vivas en el norte de su país. No resultó fácil que confiaran en ella para que saliera adelante el documental, tuvo que demostrar que period de fiar tomando algún chupito de más. “Pero encontré a mi Hana”.
Pregunta. No vive en Albania desde hace décadas, ¿cómo fue su salida del país?
Respuesta. Deserté cuando Albania todavía period una dictadura comunista. Period una de las pocas personas a las que autorizaban a viajar al extranjero porque hablaba diferentes idiomas y trabajaba para la televisión estatal, que period la única cadena. Me enviaban a comprar películas y documentales. Fui a Dinamarca, conocí a un periodista político suizo y nos enamoramos. Mi primer matrimonio estaba en ruinas, pero tenía un hijo, así que volví a Albania. Después de un año y medio, me fui. Me enviaron a Milán y deserté. Nunca volví. Fue un gran escándalo y el régimen se lo tomó muy mal porque, como period famosa porque salía en la televisión, no podían ocultárselo a la gente. Fue muy difícil. Pensé tontamente que no se vengarían usando a mi hijo, que me lo darían, pero no lo hicieron. Me dijeron que, si quería verlo, regresara y realizara una declaración pública diciendo que había traicionado a la causa del socialismo. Yo sabía que, si lo hacía, iría directamente a prisión. Luego el régimen cayó y recuperé a mi hijo. Viví en Suiza durante 16 años, luego 12 en Estados Unidos, siete en Washington y cinco en San Francisco. Después volvimos a Suiza. He tenido una vida muy aventurera.
P. Habla español, escribe en italiano… ¿Cuántos idiomas domina?
R. El albanés, italiano, inglés, francés, español, algo de alemán, y estoy estudiando danés ahora mismo. Prefiero leer a los autores en el idioma authentic. En español leo a Javier Marías, Antonio Muñoz Molina, Eduardo Mendoza…
P. ¿Ha leído su libro en español?
R. Aún no, pero lo haré. Tengo curiosidad por ver cómo es.
P. El libro trata de una tradición albanesa por la que las mujeres renunciaban a su sexualidad y tomaban el rol de hombres para siempre. ¿Cómo supo de esta práctica?
R. Cuando tenía 16 años vivía en Tirana, la capital. Albania period una dictadura comunista y no teníamos mucha información sobre lo que pasaba en el resto del país. Pero unos vecinos de mis padres eran del norte y fueron a una boda de un pariente; cuando volvieron, vinieron a tomar café a casa y contaron cómo fue la ceremonia de tres días, la típica locura balcánica. El hombre había sacado tres fotos y, entre la novia y el novio, había un señor muy elegante, muy guapo. Le pregunté quién period y me dijo: “Ella es mi prima. Pero ahora es un hombre, es una virgen jurada”. Yo period una niña muy curiosa y quería saber qué significaba. ¿Period una mujer o un hombre? Él me contestó que period una larga historia y cambió de tema.
P. ¿Cuál period esa historia?
R. De soledad. El juramento de virginidad es un compromiso eterno, no pueden volver atrás, tanto si lo han decidido ellas como sus padres. Se convirtieron en vírgenes juradas cuando tenían 13, 14 o 15 años. A esa edad no sabes nada sobre el amor o el sexo, y ya no lo descubrirán. Mortificaron su cuerpo porque solo así se les permitía estar en el mundo de los hombres, lo que significa que ganaron libertad socialmente ―durante siglos en Albania, las mujeres no podían abandonar su aldea sin ir acompañada de un hombre, por ejemplo― pero perdieron todo lo demás. Y eso me llevó a escribir el libro sobre ellas, sobre la libertad y la falta de ella.
Pasé cinco años investigando porque quería que la novela fuera fiel a la realidad, no mera fantasía”
P. Pasaron años hasta que lo escribió.
R. Aquella historia se quedó conmigo durante mucho tiempo. Cuando fui a la universidad tenía compañeros del norte y les preguntaba si conocían a algunas de esas mujeres. Se convirtió en una obsesión. Luego dejé Albania, me fui a trabajar a Suiza y escribí otros libros. Pero seguí documentándome para hacer justicia a su historia. Y un año y medio antes de comenzar a escribir el libro, estaba en la parte norte de Albania grabando un documental para la televisión pública suiza y le pedí al fixer albanés que si veía a una virgen jurada, me lo dijera. Un día nos perdimos porque nevaba intensamente y pidió indicaciones a un hombre que viajaba en mula con su rifle. Period una de ellas. Supe que lo tenía que hacer, y pasé cinco años investigando porque quería que la novela fuera fiel a la realidad, no mera fantasía.
P. ¿Entrevistó a alguna de estas mujeres?
R. Sí, pero después de escribir el libro. La novelista en mí había inventado a Hana ―el personaje principal― después de una larga investigación; pero escribí una ficción. La periodista que soy seguía teniendo curiosidad, estaba un poco insatisfecha porque no las había conocido ni hablado con ellas en persona. Vivía en Estados Unidos en ese momento y decidí ir al norte de Albania para conocerlas. Y lo logré. Conseguí convencerlas de que confiaran en mí porque no querían dar una entrevista frente a una cámara. Me tomó tiempo que me abrieran sus puertas y, cuando lo hicieron, me sentí muy feliz con la ficción que había escrito en el libro porque estaba muy cerca del mundo actual.
P. Al last las conoció y grabó la película.
R. Hice un documental. La última de las seis mujeres que entrevisté, Sanie, period la más joven, en ese momento tenía 51 años, y tenía una hermana en Estados Unidos, adonde soñaba ir. Ella decidió convertirse en una virgen jurada ―no fue impuesto por su padre― porque quería jugar al fútbol con los niños del pueblo y no podía hacerlo como niña. Luego se enamoró de un chico, pero nunca se lo dijo a nadie. Le pregunté si se arrepentía… Había encontrado a la Hana que me había inventado. Después de 12 años todavía estamos en contacto.
P. ¿Se arrepentía?
R. Pues sí. Aunque quería, no podía volver a ser mujer en Albania. No es que le fuera a pasar nada, porque el régimen y las reglas habían cambiado. Las mujeres eran mucho más libres en 2007. Pero habría sido una deshonra para su familia y para todos los vecinos que la respetaban como hombre. Habría sido la comidilla del pueblo y de toda la región. Así que quiso poner distancia entre ese mundo y ella. Lo ha conseguido. Vive con su hermana en EE UU.
P. ¿Qué le contó sobre ese proceso de volver a ser mujer?
R. Quería ponerse una falda y lo hizo cuando fue a Estados Unidos. También se dejó crecer el pelo. Hace un par de años le pregunté si había algún hombre en su vida, o alguien con quien coquetease. Me contestó: “Es demasiado tarde para eso. Pero al menos quería sentirme libre”. Una conversación que nos hizo reír como locas fue cuando me dijo que el sexo está sobrevalorado. Le pregunté por qué lo decía si nunca lo había probado. Y me respondió: “Sí, pero olvidas que durante más de 30 años viví y trabajé como un hombre. Y como me consideraban uno de ellos, hablaban del sexo con sus esposas: que eran dos minutos, sin preliminares, sin jugar ni nada. Así que no me he perdido mucho”. Le comenté que el sexo es otra cosa, pero para ella eso ya period en un mundo moderno que no period el suyo.
P. ¿Esta práctica continúa?
R. No. Albania es un país libre y los hombres han perdido su management sobre las mujeres. No hablo de igualdad porque es muy distinta la situación en Tirana, la capital, con un millón de habitantes, moderna, donde hay una revolución de las mujeres y el movimiento LGTBI es enorme; que la del norte. Pero las vírgenes juradas están desapareciendo. Quedan muy pocas vivas.
Ahora algo está cambiando, los hombres tienen que reaprender y reeducarse”
P. ¿Cuáles son los retos en cuanto a los derechos de las mujeres en Albania?
R. Hay un largo camino por recorrer, especialmente en el norte del país. La mujer allí todavía es una especie de propiedad de los hombres debido al honor. No puedes salir y tener una relación con alguien; el hermano o el padre tienen que aprobarlo. Ya no te matan, pero el feminicidio sigue siendo muy fuerte en Albania.
P. ¿Cree que estamos en un momento de auge para contar la realidad de las mujeres?
R. Se está haciendo y la literatura es muy importante. Es nuestro momento. Es ahora o nunca. El movimiento MeToo lo inició todo, pero todavía queda un largo camino por recorrer. No sé cómo es aquí, pero en Suiza, que es un país muy civilizado, la disparidad laboral y de salarios sigue siendo grande. Ahora algo está cambiando, los hombres tienen que reaprender y reeducarse. Y en este momento nos odian. Yo soy feminista, pero no de las que están enfadadas, porque no veo enemigos, creo en trabajar juntos; pero si tenemos que romper alguna nariz, lo haremos.
P. ¿Qué le obsesiona ahora para su próximo libro?
R. En mis libros siempre junto mundos distintos en los que he vivido. Así que es la historia de dos mujeres ―hay hombres alrededor, por supuesto―, una es suiza y danesa, y la otra es una albanesa que ha migrado a Suiza. Empieza con una muerte y se conocen la una a la otra.