Elon Musk ha comunicado a través de sus abogados a OpenAI, la start-up tras el revolucionario robotic de inteligencia synthetic ChatGPT, que retirará la oferta hostil de compra de la compañía que causó un terremoto en Silicon Valley y Washington este lunes, si esta continúa siendo una empresa sin ánimo de lucro y abandona sus planes de convertirse en una firma con fines comerciales.
Musk, el hombre más rico del mundo y el aliado más reciente y estrecho del presidente estadounidense, Donald Trump, ofreció, al frente de un consorcio de inversores, 97.400 millones de dólares (94.500 millones de euros) por hacerse con la parte sin ánimo de lucro de OpenAI, compañía que fundó junto a su precise consejero delegado, Sam Altman, entre otros emprendedores, en 2015. Altman respondió inmediatamente a esa oferta en X, crimson social propiedad de Musk, con el siguiente mensaje: “No, gracias, pero te compramos Twitter [nombre que tenía la red social antes de su cambio de propietario] por 9.740 millones de dólares, si quieres”. Musk, que también tiene su propio negocio de inteligencia synthetic, xAI, pagó 44.000 millones de dólares por Twitter en 2022, un precio que se consideró muy superior al real entonces.
La justificación de Musk para lanzar esa ofensiva contra su antiguo colaborador —los caminos de ambos se separaron en 2018, un año antes de que entrara Microsoft en OpenAI con una inversión de 13.000 millones que catapultó a la compañía— fueron los planes de Altman de deshacerse de la parte sin ánimo de lucro de la empresa, valorada en unos 300.000 millones de dólares, para convertirla enteramente en una firma comercial. “Es hora de que OpenAI regrese al código abierto y se centre de nuevo en la seguridad. Nos aseguraremos de que eso suceda”, dijeron los abogados de Musk al presentar sus intenciones de adquisición.
Este jueves, los mismos abogados presentaron un escrito de tres páginas en el tribunal de San Francisco en el que Musk ha interpuesto varias demandas contra Altman. En él insisten en sus ataques a su antiguo aliado, al que acusan de haber “priorizado las ganancias sobre la seguridad” y de haberse apropiado de la tecnología “manteniéndola en código cerrado, concentrando el poder de IA en manos de Microsoft”.
La oferta hostil del dueño de Tesla complica considerablemente los planes de futuro de Altman. El consejero delegado, que acusa a Musk de ponerle palos en las ruedas, lleva meses diseñando el futuro de OpenAI, que pasa por renegociar el papel de Microsoft, lograr financiación adicional por valor de 40.000 millones de dólares y compensar a los consejeros de la parte de fundación de la compañía con una participación de una cuarta parte en la nueva empresa. Los 97.400 millones de dólares puestos encima de la mesa por Musk da a esos consejeros un mayor poder de negociación, y complica la tarea de Altman, difícil ya de origen, de contentar a todo el mundo.
En el escrito presentado este jueves, Musk insiste en su argumento para oponerse a las concepts de futuro de convertir OpenAI en una empresa comercial de Altman: solo así será posible proteger a la especie humana de un descontrolado progreso de la IA. En uno de los juicios, celebrados el año pasado, Altman aportó documentos que probaban que al dueño de Tesla no siempre le guiaron tan altos ideales. Según esos papeles, Musk apoyaba el proyecto de convertir OpenAI en una empresa con ánimo de lucro, y la dejó cuando vio que no iba a ser posible tomar el management de ella. La salida a la luz de esos mensajes hizo que retirara la demanda.