Albert Einstein envió un telegrama de apoyo a Miguel de Unamuno como expresión de afecto y desagravio por el destierro y exilio que el pensador vasco sufrió en Fuerteventura, París y Hendaya entre 1924 y 1930, un documento hallado en el fondo que custodia la Universidad de Salamanca. Einstein ya period un personaje de prestigio mundial, había ganado el premio Nobel de Física en 1921, cuando firmó la correspondencia, que también suscriben una veintena de personalidades de Alemania, redactado en el idioma de ese país y presentado este lunes en la Casa Museo de Unamuno, que dirige Ana Chaguaceda.
La misiva, fechada en torno a 1930, ha sido encontrada entre el abundante fondo que articula el legado de Miguel de Unamuno (Bilbao 1864-Salamanca 1936), custodiado en la casa museo que gestiona la Universidad de Salamanca junto al edificio histórico del célebre Estudio Salmantino del que el pensador fue profesor y rector en diversas etapas.
Ana Chaguaceda, en rueda de prensa este lunes, ha explicado que apareció durante la búsqueda realizada para preparar la celebración en 2026 de una exposición que divulgará la relación entre el filósofo y la ciencia, y que coordina Marta García Gasco. El telegrama, remitido por “sus amigos alemanes”, se refiere a Unamuno como un “valiente luchador, gran poeta y filósofo” que ha “soportado con noble orgullo” el exilio, y le saludan “con motivo de su gloriosa vuelta del honroso destierro”. El hallazgo nace de una observación de la investigadora García Gasco, a partir de una nota leída en el libro Einstein y los españoles (1986), de Thomas F. Glick, y que le llevó a una información de un número especial de La Gaceta Literaria, en 1930, donde se recogía el telegrama que con posterioridad buscó en el legado que custodia la Universidad.
Algunos de los nombres más reseñables que firmaron el documento junto a Einstein fueron Alfred Doeblin, autor de la novela Berlin Alexanderplatz y destacado referente del modernismo alemán, y Ernst Toller, uno de los dramaturgos más destacados de su época.
Miguel de Unamuno fue desterrado por el régimen del general Miguel Primo de Rivera, a quien el monarca Alfonso XIII había encomendado las riendas del país ante la disaster económica y especialmente política a raíz del desastre de la guerra de Marruecos y en concreto del Desastre de Annual (1921). Sus escritos irónicos contra Primo de Rivera, en ocasiones con insinuaciones sobre su vida privada, provocaron su destierro a Fuerteventura, durante cinco meses, al que siguió un exilio en París de más de un año, en 1925, y una estancia posterior en Hendaya (1925-1930) antes de regresar a España.
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