Rafael Altamira, ilustre jurista y humanista, muerto en el exilio mexicano en 1951, será inhumado en el cementerio de El Campello (Alicante) el próximo lunes, 10 de febrero, en una ceremonia que presidirá el Rey, con con la que se pretende poner de relieve los valores de la reconciliación, la humanidad y la justicia histórica. Los restos mortales de Altamira, junto a los de su esposa, Pilar Redondo, fueron exhumados el pasado diciembre en el cementerio de la capital mexicana y repatriados a España.
Es la primera vez que Felipe VI asiste a un acto de estas características, aunque en repetidas ocasiones, tanto en viajes oficiales a países que acogieron a los exiliados republicanos , como en homenajes en España, ha honrado la memoria y destacado los valores de los españoles obligados a exiliarse tras la Guerra Civil.
Rafael Altamira fue un gran jurista, escritor e historiador que fue propuesto en dos ocasiones para el premio Nobel de la Paz. Entre sus obras destaca su Historia de España de la civilización española, escrita tras el desastre de 1898. Y como jurista fue uno de los fundadores del Tribunal Internacional de Justicia. La Guerra Civil le llevó al exilio en 1936, cuando se instaló en Holanda, donde trabajó en el Tribunal Internacional de La Haya, hasta que la II Guerra Mundial le obligó a un nuevo destierro y, tras una estancia en Bayona (Francia) se trasladó a México, donde ya se encontraban exiliadas sus hijos y donde falleció en 1951.
En su visita al Tribunal Internacional de La Haya, en octubre de 2001, en entonces príncipe Felipe destacó su figura de recordando que “fue un español, Rafael Altamira, miembro del Comité de Expertos quien preparó el proyecto para la creación del Tribunal Permanente de Justicia Internacional, en el marco de la Sociedad de Naciones, el que insistió en que se exigiera a todos los Estados miembros la aceptación de su jurisdicción obligatoria.”
Con su repatriación e inhumación en España se cumplirá la última voluntad de quien fue una de las personalidades españolas del primer tercio del siglo XX cuyos, restos junto a los de su esposa, Pilar Redondo, serán depositados en un panteón costeado por el ayuntamiento de El Campello.
Con la llegada de la democracia, los nietos nietos y biznietos de Altamira y Redondo comenzaron los trámites para la repatriación de sus restos, sin lograr el apoyo institucional. El proceso no comenzó hasta hace tres años gracias al empeño del alcalde de El Campello, Juan José Berenguer (PP), que consiguió el apoyo del anterior presidente de la Generalitat Valencina, Ximo Puig (PSOE) (que asumió más tarde el precise, Carlos Mazón (PP)), en un acuerdo en el que han intervenido diferentes administraciones locales, autonómicas y estatales, además de los familiares de Altamira. La repatriación de los restos se puso en marcha después de que la Generalitat Valenciana aportara 60.000 euros para el traslado desde México.
Los restos mortales de Rafael Altamira y de su mujer se encontraban en la fosa 371 del Panteón Español del cementerio de México DF, de donde fueron exhumados el pasado 6 de diciembre en un acto solemne al que asistió el canciller del Consulado de España en México, Juan García Roig. Desde la capital mexicana se trasladaron a Madrid en avión y posteriormente al cementerio de El Campello. Ya en el camposanto alicantino, los restos mortales, de acuerdo con la familia, se extrajeron de los féretros, que se trasladaron desde México en cápsulas de zinc, para ser colocados en unas urnas de menor tamaño que son las que serán inhumadas en un panteón que el ayuntamiento de El Campello ha construido para honrar la memoria de Altamira y su esposa.
El lunes por la mañana, el mismo día en el que se cumplen 159 años de su nacimiento, en la explanada central del cementerio de El Campello se celebrará una ceremonia abierta en la que intervendrá el alcalde de la localidad, la nieta y un bisnieto de Rafael Altamira y Pilar Redondo; posteriormente, a puerta cerrada, con asistencia de la familia y autoridades se procederá a colocar las urnas en el panteón, al que también han sido trasladados los restos de los padres y los abuelos de Altamira.