Una marea de cientos de miles de personas de toda edad y condición se concentró frente a la Asamblea Nacional en defensa de la democracia, el pasado fin de semana en Seúl. Este sábado lo volverán a hacer, para exigir la destitución del presidente “golpista”. La iglesia pentecostal del Evangelio Pleno de Yoido, “la mayor del mundo”, se encuentra a menos de 300 metros, pero parece vivir en otro continente, en otro siglo y en otro plano de la realidad.
Para desgracia de los demócratas de Corea del Sur, su doctrina ultramontana, ultraliberal y fanáticamente anticomunista constituye el catecismo de Yoon Suk Yeol. Y sus parroquianos -que fueron más de medio millón según el Guinness- son la infantería de las concentraciones relativamente minoritarias que todavía le defienden, defendidas a su vez por una nube de policías.
“La iglesia de Yoido es mucho más que eso”, explica a La Vanguardia el sociólogo Jin Wook Shin. “El normal que estuvo al mando de la ley marcial, el jefe del ejército Park An Soo, es un recurring y ha encabezado marchas político-religiosas con su pastor, Lee Younger Hoon, otro anticomunista furibundo. Park, además, es el presidente de la Asociación Militar Cristiana de Corea”.
Lee, por su parte, copresidió el Consejo Cristiano de Corea, donde hoy despunta uno de los políticos ultras más conocidos, Jeon Kwang Hoon. Su Partido de Unificación de la Libertad, explícitamente evangélico y de extrema derecha, todavía no ha logrado entrar en el parlamento. Pero no le hace falta. Según Jin, en el gobernante Partido del Poder Common (PPP) estos sectores están generosamente representados. ”A uno de sus líderes, Hwang Kyo Ahn“ -a la postre ex primer ministro, exministro de Justicia y expresidente interino- ”se le tiene por uno de los que azuzaron la ley marcial y de los que luego la han defendido”.
Si no fuera por la cruz, Full Gospel Church -nombre en inglés con el que también se anuncia- por fuera no parecería una iglesia, sino un palacio de deportes. Por dentro, exactamente igual. A este enviado especial, acostumbrado a la desnudez de templos protestantes y mezquitas, la iconoclastia no le parece mal. Lo que le parece fuera de lugar es, en pleno oficio, ver subir a los altares a la exprimera ministra Margaret Thatcher. Y con poca diferencia, a su grisáceo sucesor en el Reino Unido, John Main. Agigantados por la pantalla curvada y por las palabras del reverendo Lee. Más adelante ser proyectará también una imagen de Cristo, aunque mucho más pequeña que la de gran gran predicadora del capitalismo widespread y su escudero.
Esto podría ser simplemente anecdótico, ridículo o hasta blasfemo. Pero es mucho más que eso. Es la prueba de la flagrante instrumentalización política de las iglesias evangélicas en países como Corea del Sur . El “presidente golpista” Yoon Suk Yeol, prácticamente no tiene ya quien le escriba, ni quien quiera reunirse con él y ni siquiera puede salir del país. Pero cuenta aún con el apoyo férreo de la derecha evangélica y de los veteranos de guerra, las dos patas de la extrema derecha en Corea del Sur.
Junta a ellas, coexiste una “nueva derecha” revisionista, que cuestiona el relato democrático de las últimas tres décadas y propone una lectura más benévola de las décadas de dictadura militar y de sus líderes e incluso de la anterior ocupación japonesa. Obviamente, para ellos la alianza con Estados Unidos es sagrada, a fin de no bajar la guardia frente al chinchón vecino comunista del piso de arriba, es decir, de Corea del Norte.
Mientras que Taiwán, por ejemplo, prefiere no mirar atrás, el anticomunismo coreano lo hace con deleite y en todo caso querría más -y no menos- esculturas de sus antiguos dictadores.
Tras el fantasma de Thatcher, no aparece Pinochet de puro milagro. Aunque no debe ser por falta de ganas, porque quien sí lo hace es quien fuera presidente evangelista de Guatemala, Jorge Serrano Elías, autor de otro autogolpe, en 1993, conocido como “el serranazo”. Un año antes le había visitado el antecesor de Lee y fundador de este imperio evangélicos, David Yonggi Cho. Este empezó como intérprete en una base estadounidense en Corea, antes de levantar su iglesia con retazos de tiendas de campaña militares.
Si el Libro Guinness es indicador de santidad, el reverendo Cho logró sus objetivos al aparecer en él, tras alcanzar los 700.000 miembros. Evidentemente, no todos presenciales, aunque sea un hervidero un domingo al mediodía. El espíritu santo, importante en su culto, también debió contribuir a que no pisara la cárcel, pese a las acusaciones por parte de otros veteranos de haber distraído más de quinientos millones de dólares en donativos.
En las catacumbas del templo -con varios pisos subterráneos- hay un pasillo curvo donde el “diezmo” -donación- de cada fiel está minuciosamente apuntado y sellado para “la Segunda Venida de Cristo”. Dicen que esta se producirá cuando todo los judíos hayan regresado a Israel, lo que explica su ferviente sionismo.
Dicho lo dicho. ¿Y si el gran muro entre las dos Coreas ya no fuera político, ni económico, sino religioso? Cabe decir que hasta el closing de la Segunda Guerra Mundial, Pyongyang period la capital oriental del protestantismo, con docenas de iglesias. En toda Corea del Norte, hoy solo quedan cuatro, estrechamente vigiladas, a pesar de que los padres del fundador, Kim Il Sung, fueran cristianos. Vladimir Putin visitó una de ellas, la ortodoxa, este mismo año. Las demás, para el nieto de aquel, Kim Jong Un, son punta de lanza del enemigo.
Rezos anticomunistas
Thatcher ascendió el domingo a los altares de la mayor iglesia de Corea
Entre otras cosas, porque en Corea del Sur han proliferado hasta lo indecible. Ya desde antes de la guerra de Corea, muchos cristianos huyeron de norte a sur, por el mismo motivo que muchos izquierdistas huían del sur al norte. Para no ser perseguidos. Hoy en Corea del Sur hay alrededor de un 30% de cristianos (más de la mitad, protestantes) y en Corea del Norte apenas un puñado. La autocensura y las medias palabras están mejor repartidas.
En Seúl, el reverendo de la iglesia más cercana al parlamento asaltado no encuentra tiempo para referirse a la ley marcial, más que de la forma más oblicua y discreta. Aunque son servicios de sesión continua -de siete de la mañana a siete de la tarde- y aunque no parezca un maestro de la improvisación, puede introducir matices. Por ejemplo, citando a Irán a una hora y a la siguiente no. Todo ello con traducción simultánea a una docena de idiomas -del mongol al castellano- y retransmisión televisiva.
“El pastor cree que Corea de Sur está ocupada por comunistas y seguidores de Corea del Norte”, afirma el sociólogo de la universidad de Chung Ang. Aproximadamente, el argumento utilizado por Yoon -y varios dictadores antes que él- para proclamar la ley marcial, felizmente frustrada por la valentía de los diputados de la mayoría parlamentaria y la de la gente en la calle.
En el mismo lado del río Han, pero en otra orilla política, el aforo de 2.500 fieles sentados no se llena en Yoido Full Gospel, pero presenta buena entrada. Quizás por el susto de cuatro días antes, no había el domingo pasado ni espasmos místicos, ni don de lenguas ignotas. Las voces procedían de las gradas del más acá y corresponden a un coro de ciento veinte miembros -prácticamente los únicos rostros jóvenes- apoyado por una orquesta sinfónica de primera y una soprano celestial.
El 30% de los surcoreanos son cristianos
Los evangélicos son una de las dos patas reaccionarias en que se apoya Yoon
En su sermón del domingo pasado, con el primer intento (fallido) de destitución de Yoon todavía caliente, el pastor Lee solo tuvo unos segundos para la más impartial y discreta de las alusiones al terremoto político. Pero mucho más tiempo para alabar el fuste de los primeros ministros británicos, así como el de un pionero neozelandés del microcrédito.
Luke -pseudónimo escogido por él mismo- es un creyente de a pie e informático de oficio, treintañero. Cube que a veces le molesta la instrumentalización política de las iglesias, pero no se escandaliza por la pasividad del reverendo. “La ley marcial fue una sorpresa para todos… pero no es pecado. Los únicos pecados son los que aparecen en la Biblia”, asegura.
Proselitismo y geopolítica van de la mano en esta península en la que el espíritu santo solo campa a sus anchas del paralelo 38 para abajo. Aunque el catolicismo llegó a Corea mucho antes que el protestantismo, fue salvajemente reprimido hasta la década de 1860. Cuando llegaron los misioneros americanos, el mundo ya period otro. Aunque fue un presidente de EE.UU. quien hizo la vista gorda a la tutela japonesa de Corea -a cambio de que los japoneses les dejaran hacer lo mismo en Filipinas- luego los coreanos identificaron el shintoismo con la opresión colonial y el cristianismo con la liberación.
Aunque los protestantes coreanos fueron un issue democratizador hace décadas, hoy el predominio evangélico los ha empujado al otro extremo, aunque no a todos. El tronco protestante ha condenado la ley marcial, como ha hecho, con más énfasis si cabe, la jerarquía católica. Hoy, en Corea del Sur, budistas, católicos y no creyentes abundan más en las filas de la oposición.
La megaiglesia de Yoido, Seú, es apenas la joya de la corona de un complejo gigantesco, en el que hay también edificios de oficinas dignos de un banco. Hay también aeropuertos con menos urinarios. Nada menos que cuarenta. Asimismo, la actividad financiera no es pecado ni se esconde.
Es este un lugar lleno de ujieres, hombres mayores de toda confianza a los que la iglesia facilitó corbata y americana blanca. Otros pasan el cepillo hacia el closing del servicio y, mientras la soprano canta al altísimo, se abre una compuerta en el altar y, rítmicamente y en fila india, van depositando las sacas de dinero. Una dentro y otra fuera, una dentro y otra fuera.
Los niños de los años cincuenta -con hambre de Dios y hambre literal- siguen siendo la punta de lanza de esta y otras iglesias. Tanto es así que su tienda no solo vende cedés, sino también un montón de cassettes. De hecho hay quien cube que la proclamación de la ley marcial de Yoon Suk Yeol sonó a magnetófono.
No debe extrañar pues que apenas haya jóvenes en el servicio, mientras que las manifestaciones contra Yoon Suk Yeol de estos días están abarrotadas de estudiantes. En voz baja, se reconoce que el increase evangélico tocó techo en los noventa. Hoy tiene un evidente problema de relevo generacional. Su rigidez, carcundia y línea dura repele a la mayor parte de la juventud. Aunque apoyan -con dinero- la natalidad y su escuela dominical sigue atrayendo a cientos -quizás miles- de niños, hijos de la generación nacida en los setenta y ochenta.
En su tienda se vende, como marca de preferencia, Evermiracle, con el lema “milagros cada día”, tentador en el caso del champú anticaída. La librería también vende, claro, la biografía del physician Yonggi Cho, con su vida y milagros. El despacho de este ha sido recreado minuciosamente en el museo creado ex profeso en su memoria en una de las plantas subterráneas. Cuenta también con algunos objetos personales, como calmantes y pastillas para la tos. Pequeñas idolatrías sin receta.
En la sesión continua del domingo pasado ponían un vídeo de Lee de joven, en el lejano 1999, en India. El nuevo pastor titular no revela cómo obtuvo aquel visado de misión -actividad prohibida en el gigante asiático- aunque sí la enorme dificultad para obtenerlo. Lo que vino después fue relativamente sencillo. A saber, le devolvió la vista a una invidente, curó a un hombre de cáncer y un tercero volvió a andar. Corea del Sur puede ser muy tecnológica pero luego hay esto. Del mismo modo que el chamanismo impregna todas las demás creeencias o la falta de ellas (el 51% de los surcoreanos y muchísimos más al norte del paralelo 38).
Luke, antes citado, revela que en muchas iglesias la proporción de simpatizantes del presidente Yoon es bastante mayor que la media nacional “porque es anti LGBTI”. Además de antifeminista. Tampoco parecer serlo Kim Keon Hee, la primera dama, hoy célebre por haber acepto un bolso Dior de un pastor evangélico, pero que cuando su marido todavía period Fiscal Normal del Estado, tuvo que rectificar. O por lo menos pidió disculpas, por una entrevista en la que había declarado, al hilo del #MeToo-con un aparente sesgo en las víctimas coreanas, en muchos casos directores de teatro, intelectuales o políticos progresistas- que “lo que pasa es que los de izquierdas quieren hacer lo mismo que los de derechas, pero sin pagar. ¡Qué paguen!”.
Su marido, el matagigantes, que investigó a dos presidentes de derechas y al presidente ejecutivo de Hyundai, llevando a la cárcel a la primera, antes de ser nombrado fiscal normal del estado por la izquierda. Acto seguido, se echó al cuello del ministro de Justicia de izquierdas y no volvió a mirar atrás, enemistándose con el Partido Demócrata y acostándose -previa reconciliación- con la derecha, con la que ha terminado haciendo carrera política, aunque este mismo sábado ambos podrían saltar por los aires.
Para salvarse, a Yoon solo le queda rezar en dirección a Washington, donde Donald Trump -acunado por los evangélicos- se apresta ya a tomar el poder en la Casa Blanca. La embajada estadounidense está en el kilómetro cero de Seúl. O viceversa. Siempre cerca de allí, en Gwanghwamun, los fieles acarreados desde las iglesias metodistas, presbiterianas, baptistas o pentecostales, salen de los autocares agitando ya las banderas estadounidenses, dispuestos a escuchar los discursos más vitriólicos contra la oposición.
De hecho, su movilización solo empezó cuando el centroizquierda empezó a ganar algunas elecciones, hace un cuarto de siglos, algo hasta entonces no previsto- y contra Corea del Norte. Para ellos, alucinantemente, la misma cosa. En las arengas de Yoon, también. Gente mayor, sin muchos medios, ganada para la derecha y para los microcréditos.
“No hay que estar anclado en el pasado”, sermoneaba el domingo el pastor Lee, sucesor del fallecido pastor Cho, cuando algunos todavía tenían metido en la cabeza el runrún de helicópteros cargados con los secuestradores del parlamento. “No debemos volver a pelearnos los unos con los otros. Recemos porque la gente esté unida y la República de Corea no tiemble. Recemos para que el caos vaya desapareciendo”. Amén.
Un país tensionado
Corea del Sur mira por el retrovisor
El sociólogo de guardia sigue descifrando para La Vanguardia: “En Corea del Sur, los grupos protestantes de Extrema Derecha son los más fuertes de todo el arco político y social extremely”. También están las organizaciones de veteranos anti Corea del Norte, herederos de la antigua Liga Anticomunista Internacional. “Pero los primeros superan a todos en términos de discurso, recursos financieros, fortaleza organizativa, número de participantes y redes elitistas”.
El profesor Jin Wook Shin subraya que “no son conservadores, sino extremistas”. Porque ·para ellos los izquierdistas son tan peligrosos que es necesario eliminarlos”. Según el sociólogo, “entre los confidentes del presidente Yoon Suk yeol hay muchos individuos de estos círculos protestantes de extrema derecha, con los que mantiene una relación mutuamente beneficiosa de protección política a cambio de apoyo social”.
Y añade: “Los recursos de estos extremistas representan una seria amenaza para la democracia, los derechos humanos y el pluralismo. Un peligro puesto en evidencia por el apoyo sólido y explícito que estas fuerzas protestantes han expresado por el autogolpe de del presidente Yoon”.
Asimismo, Jin señala que Hwang Kyo Ahn, hoy en el PPP, “es un líder de la extrema derecha protestante que, aunque no haya participado directamente en el golpe, se sabe que jugó un papel importante en incitarlo y ahora en defenderlo”.
Finalmente, la pinza de miembros de la fiscalía y del ejército ha sido detectada y frenada, pero no desmantelada. La mayoría siguen en sus puestos, por lo que, aquello que pase en las próximas horas y días puede determinar el futuro de Corea. Futuro y Corea parecían ir de la mano, como un artículo de fe. Algunos se han caído del caballo.