Un pino de Abengibre (Albacete, 759 habitantes) podría ser elegido el próximo 19 de marzo como mejor árbol de Europa en el certamen que organiza la ONG Bosques Sin Fronteras bajo el paraguas de la Comisión Europea y del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Tiene 19 metros de altura y se necesitan tres personas para abarcar su perímetro por la base. Es un pino piñonero (Pinus pinea) que resiste desde hace 400 años en una loma cercana al pueblo, viendo pasar generación tras generación a sus vecinos. El Juan Molinera, como se lo conoce popularmente, ganó hace dos meses el concurso Árbol del Año en España y ahora podría dar a nuestro país su primer premio en la historia de este concurso europeo tras imponerse por votación fashionable al resto de candidatos españoles.
Pocos árboles tienen nombre propio y eso da buena muestra de su importancia a nivel no solo botánico, sino también sentimental. El pino de Abengibre, considerado árbol singular por el Instituto de Estudios Albacetenses, debe su nombre al propietario del terreno en el que se erige, un vecino de nombre Juan “e hijo de la molinera”, explica Tonet González, promotor de la candidatura, que aclara que el concurso ―el Champions tree como le gusta denominarlo― no busca premiar al mejor árbol o al más bonito, sino la capacidad que tiene para movilizar a la gente.
El candidato debe ser un árbol representativo para la comunidad a nivel native. “Cuánto queremos a ese árbol para ser capaces de que arrase en Europa, y en eso no hay ningún roble ni ningún haya que nos supere”, defiende. El alcalde de Abengibre, Javier Cebrián, asegura que su victoria en el certamen nacional y su inclusión entre los finalistas a Mejor Árbol de Europa ya está atrayendo a muchos visitantes al pueblo. “Intentaremos protegerlo y explotarlo como recurso turístico y que sea una excusa para que la gente venga y nos visite”, señala.
Varias rutas senderistas llevan al emplazamiento en el que se alza majestuoso el pino que, gracias a su enorme copa y a su tronco, proporcionaba sombra a los agricultores de una antigua zona de huertos. Las fuentes que los regaban se han ido secando, provocando su abandono, pero el Juan Molinera ha sobrevivido a los cambios, tanto climáticos como culturales. “Un ejemplo de resiliencia”, reza su carta de presentación en el certamen.
El Ayuntamiento, que se ha volcado con la candidatura, organizará varias actividades este año para poner en valor su importancia. “Es un pueblo de la España vaciada y es un atractivo para que la gente nos visite. Antes teníamos cuatro o cinco bares y ahora nos hemos quedado solo con el bar del jubilado. Por lo menos que venga alguien a abrir un bar para poder tomar el aperitivo”, bromea González.
Lo que al principio muchos veían como “algo raro” se ha convertido en un foco de atracción mediática que ha unido e ilusionado a los vecinos y que ha afianzado las “posibilidades reales” de ganar el certamen, vislumbra orgulloso su promotor, que rememora los años que, como el resto de niños del pueblo, pasó jugando bajo su copa. “Recuerdo el primer día que me acerqué y cómo se me quedó grabado para siempre”.
Las votaciones para elegir al mejor árbol europeo del año se podrán realizar hasta este lunes, a las cuatro de la tarde, en la net treeoftheyear.org, aunque la página está desbordada desde que Lalachus, colaboradora de La Revuelta, dedicara su intervención de la semana pasada en el programa de Broncano a pedir el voto masivo para el árbol albaceteño.
La campaña, con canción incluida, colapsó durante horas la página net ante el aluvión de visitas. El Juan Molinera tiene adversarios complicados, aunque el rival a batir es el polaco Coronary heart of the Dalkowskie Hills, un haya que lleva dos años consecutivos ganando en un país donde el certamen tiene mucho seguimiento. En Abengibre, mientras, ya piensan en el traje de manchego que colocarán al Manneken Piss el día que vayan a Bruselas a recoger el premio.