El nuevo Gobierno francés encabezado por el centrista François Bayrou, que se constituyó hace menos de un mes, superó este jueves su primera moción de censura, presentada por La Francia Insumisa (LFI, izquierda radical) y apoyada por ecologistas y comunistas. Quienes querían tumbar al Ejecutivo reunieron solo 131 votos, muy lejos de los 288 necesarios.
Estaba claro que la moción no prosperaría porque la extrema derecha, aunque muy crítica con Bayrou, no ve llegado el momento de la censura y no la respaldó. El partido de Marine Le Pen se reserva para asestar el golpe mortal cuando mejor le convenga para sus intereses electorales.
Le Pen espera su momento para dar el golpe mortal y el PS avisa de que su apoyo es puntual y condicionado
Lo más significativo fue que no votó la moción la mayoría de los socialistas, rompiendo la estrategia de sus aliados de izquierda, el Nuevo Frente Standard (NFP), con el que concurrieron a los últimos comicios legislativos. Sobre los 66 diputados del PS o bajo su órbita, solo ocho se desviaron de la consigna y votaron para que cayera el Gobierno de Bayrou.
La dirección socialista justificó el balón de oxígeno dado al primer ministro por las concesiones que este ha hecho en materia de la reforma de las pensiones –reabierta a la negociación– y en algunos aspectos del presupuesto, como la renuncia a eliminar 4.000 plazas de maestros dentro de las medidas de ahorro. El primer secretario del PS, Olivier Faure, insistió en que ellos siguen en la oposición y que se mantendrán muy vigilantes para que Bayrou cumpla sus compromisos, de lo contrario sí votarán la censura “en cualquier momento”, quizás ya dentro de unas semanas, cuando se vaya a aprobar el presupuesto del 2025, si este no tiene un acento social.
El líder de LFI, Jean-Luc Mélenchon, acusó a los socialistas de “fracturar” al Nuevo Frente Standard y de “capitular” voluntariamente. Su amenaza es no consensuar los candidatos en las próximas elecciones, lo cual podría significar una pérdida muy importante de diputados para el PS.
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Pese al éxito de este jueves, Bayrou no debe confiarse en absoluto. Su Gobierno continúa en minoría en la Asamblea Nacional. Si hace nuevas concesiones a los socialistas, corre el riesgo de perder el apoyo precioso de la derecha gaullista (47 diputados), que participa en el Ejecutivo ocupando puestos de primera línea, como Bruno Retailleau en Inside.
Lo que está claro también es que el presidente Emmanuel Macron ha perdido casi por completo el management de la situación política, ahora en manos de los diversos grupos de la Asamblea. Ni siquiera puede convocar elecciones porque quemó ese cartucho en junio pasado y debe pasar un año antes de poder volver a hacerlo.