Sobrevivir a un gobierno de coalición siendo el eslabón secundario es complicado. Podemos, en las elecciones generales de 2023, o Ciudadanos, en las elecciones autonómicas de Madrid de 2021, pueden dar fe de ello.
Según un estudio conjunto de las Universidades de Pittsburgh y Berlín, en comparación con los socios principales, los socios minoritarios pierden, de media, el 17% de sus votos en las siguientes elecciones. Tras analizar 219 comicios en 28 países europeos entre 1972 y 2017, las investigadoras Jae-Jae Spoon y Heike Klüver concluyeron que la causa principal de este retroceso radica en que estas formaciones “no pueden implementar muchas de sus promesas” de campaña al verse obligados a “hacer concesiones a sus socios principales”.
Díaz ha defendido vehementemente la reducción de jornada y el smi ante la postura de mínimos del PSOE
Lo que en Sumar no esperaban period que esa difícil convivencia, en su caso con el PSOE, apareciera casi al mismo tiempo que echaba andar el precise gobierno de coalición a finales de 2023. Pero así ocurrió obligando a los de Yolanda Díaz a elaborar, sobre la marcha, su propio handbook de resistencia.
En un primer año de legislatura marcado por la amnistía y, en menor medida, por la renovación del CGPJ, el PSOE calibró las dificultades de legislar con un gobierno en minoría. Y tras evaluar las posibilidades, optó por priorizar su agenda y arrinconar la de Sumar.
Los de Yolanda Díaz tuvieron que encajar “sonados estacazos” en asuntos como la ampliación del Puerto de Valencia –pactada por el PSOE con el PP y a la que los socios de izquierdas se habían opuesto en campaña por su impacto contaminante–, o el goteo de ventas de armas a Israel cuyo embargo había exigido repetidamente Sumar.
“Nos gustaría tener más diputados, pero somos los que somos y llegamos hasta donde podemos ”, admitía entonces su secretario common en el Congreso, Txema Guijarro. “Pero no damos ninguna batalla por perdida”, admitían lejos de resignarse ante las críticas recurrentes de Podemos tachando a Sumar de ser poco más que “la cara amable” de la izquierda caoba con mucha “bisoñez” y poco colmillo para atraer al PSOE a posiciones menos centristas como, defienden, sí logró el partido morado en la legislatura anterior.
Pasado el verano, y con la tentación de “devolverle al PSOE alguno de los golpes encajados”, llegó otro revés en materia de vivienda. La proposición de ley para common el alquiler de temporada fracasó en el último minuto y cuando los apoyos parecían cerrados.
La foto del radar señaló a los siete diputados de Junts a quienes, el exportavoz confederal, Íñigo Errejón, acusó al término de la votación de “incumplir su palabra”.
En las filas de Sumar brotó cierto malestar con el PSOE al percibir que no había hecho “todo lo que lo que estaba en su mano” para que la iniciativa saliera adelante. Las sospechas se prolongaron varios días hasta que, tras escuchar a la ministra del ramo, Isabel Rodríguez, desdeñar las propuestas del espacio confederal y “apelar a la solidaridad” de los caseros para poner coto al precio del alquiler, la formación alzó la voz: “No es solidaridad, es regulación lo que hace falta. Me parece un insulto a la inteligencia”, llegó a declarar la coportavoz Aina Vidal.
Los ataques, no obstante, se ciñeron a Rodríguez para no dañar la coalición. “Claro que nos apetece dar un puñetazo en la mesa. Pero no es el momento. Para poder hacerlo cuando toque, el Gobierno debe perdurar. Y para que perdure, ahora toca asumir lo que hay, aunque estimemos que el Gobierno se está quedando corto”, apuntaban fuentes de Sumar.
Pero aún faltaba otra decepción. Para aprobar el paquete fiscal a final de 2024, el PSOE aceptó excluir el impuesto extraordinario a las energéticas para atraer a Junts y PNV. Y Podemos volvió a afear la “subordinación” de Díaz ante Sánchez por aceptar la pérdida de mil millones de euros valiosos para el escudo social.
“Ha habido semanas complicadas. Hemos tenido que aprender a encajar cierta frustración” (…) “pero la discusión sobre si estar o no en el Gobierno no se ha dado nunca”, admite un destacado diputado del grupo plurinacional.
Y el tiempo les ha dado la razón. Cuando menos favorable parecía la coyuntura es cuando ha terminado llegando el punto de inflexión. La caída del decreto ómnibus ha colocado sobre la mesa del Consejo de Ministros todo el paquete de medidas sociales casi al mismo tiempo que Sumar ha decidido pisar el acelerador con sus dos medidas estrella: la reducción de la jornada laboral y la subida del salario mínimo interprofesional que Yolanda Díaz ha salido a defender vehementemente.
No tanto por la necesidad de pasar al ataque como le recrimina Podemos, como por su convicción de los efectos positivos que ambas medidas económicas supondrán. Aspectos que el PSOE no parece compartir a tenor de los intentos que tanto el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, y la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, han desplegado intentando retrasar el la reducción de jornada y haciendo tributar por IRPF a los perceptores del nuevo smi.
Pese a estos choques, Sumar prefiere volver a echar mano de su handbook de resistencia: “No podemos desgastarnos con conflictos permanentes. Hay que cuidar y preservar este gobierno progresista que es una isla en Europa”, justifica Lara Hernández. La secretaria de organización de Sumar insiste en que solo así, prolongándolo, se podrán ejecutar las transformaciones pendientes: “El primer año de legislatura no ha tenido el carácter social que hubiéramos querido. Pero el despliegue del acuerdo de Gobierno se va a acelerar en este segundo año”.