El líder de la nueva Siria, Ahmed al Shara, ha presentado este domingo por primera vez su hoja de ruta para la transición en el país árabe, justo el día que se cumplen tres semanas de la caída del régimen de Bachar el Asad. Al Shara, antes conocido como Abu Mohamed al Julani, ha anunciado que las próximas elecciones no tendrán lugar en el país hasta dentro de cuatro años. También, que el plazo de tiempo para redactar y aprobar la nueva Constitución será de unos tres años. Se trata de un periodo más largo que el que se esperaba inicialmente. Actualmente, el país está liderado por un Gobierno interino nombrado por Hayat Tahrir al Sham (HTS), la milicia islamista que lideró la ofensiva relámpago que derrocó la dictadura del clan de los El Asad, 53 años después de su llegada al poder.
Estos anuncios se han producido durante una larga entrevista que Al Shara ha concedido al canal de televisión emiratí Al Arabiya y en la que ha abordado algunas de las cuestiones políticas más candentes, incluida la relación con varias potencias regionales en Oriente Próximo. La antigua filiación yihadista de Al Shara ―hasta 2017, su milicia ejercía de rama native de Al Qaeda― ha suscitado recelos en una parte de la sociedad siria ante la posibilidad de que pretendan establecer una dictadura basada en una visión rigorista del islam.
“No me considero el liberador de Siria, todos aquellos que hicieron sacrificios contribuyeron a la liberación”, ha afirmado el político. Desde su llegada a Damasco, donde se trasladó desde su feudo de Idlib, ha prometido que no monopolizará el poder y que respetará los derechos de las minorías. En esta línea, ha anunciado que HTS se disolverá durante la anunciada Conferencia para el Diálogo Nacional, prevista para dentro de unos tres meses. Este organismo, en el que deberán estar representadas las principales facciones del país, se encargará de nombrar un Gobierno de transición con un mandato hasta la celebración de las próximas elecciones.
La larga duración del periodo de transición ha suscitado un vivo debate en las redes sociales en Siria. Al Shara lo ha justificado aduciendo que la reconstrucción del tejido político y social requerirá tiempo, subrayando que antes de celebrar unas elecciones se deberá realizar un nuevo censo. Con respecto a la mejora de los servicios públicos en un país con cuatro horas de electricidad al día ―la prioridad para la mayoría de sirios―, ha prometido que habrá un progreso palpable en un año.
“El plazo de cuatro años me parece razonable, siempre y cuando el Gobierno de transición sea suficientemente plural, sea permeable a las críticas y respete los derechos humanos”, sostiene Ammar Abdulhamid, un analista político refugiado en EE UU. Según Abdulhamid, una redacción apresurada de la Constitución podría provocar la polarización de la sociedad y minar los esfuerzos para estabilizar el país, con una economía muy maltrecha como resultado de más de 13 años de guerra y de un duro régimen de sanciones. De hecho, Al Shara ha manifestado su deseo de que la Administración estadounidense de Donald Trump levante esas sanciones.
Al ser preguntado por política exterior, el líder ha utilizado un tono conciliador respecto a todas las potencias presentes en la región, incluidas Rusia e Irán, que durante años fueron unos pilares claves para el sostenimiento del régimen de El Asad. El líder de HTS ha afirmado que Damasco y Moscú tienen intereses comunes, y que un desmantelamiento precipitado de las bases militares rusas no sería positivo. El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, también se ha referido a este asunto este domingo: “No es solo una cuestión de mantener las bases, sino bajo qué condiciones operan”, ha dicho Lavrov, que ha admitido el derecho de las nuevas autoridades de renegociar el estatuto de las bases de Tartús y Jmeimim, que son esenciales para que Rusia pueda proyectar su influencia no solo en Oriente Próximo, sino también en el continente africano.