En sus casi tres décadas de visitas frecuentes a Japón, el guitarrista Juan Manuel Cañizares se ha convertido en un testigo de excepción de la evolución del flamenco en un país que, en su opinión, merece el título de “la Andalucía Oriental”. En los últimos dos meses, el guitarrista barcelonés, Premio Nacional de Música en 2023 en la modalidad de intérprete, ha ofrecido cuatro conciertos en Tokio y Osaka. También ha impartido dos clases magistrales, una de técnica de guitarra flamenca y otra de interpretación de flamenco.
A las clases, organizadas por la Asociación Nipona del Flamenco (ANIF), asistieron jóvenes guitarristas con sus instrumentos y también, como oyentes, bailaores y bailaoras, cantantes y otros practicantes del arte andaluz. “Además de atreverse con soleás y otros toques más profundos, los alumnos sabían quién period Ramón Montoya, Sabicas o Paco de Lucía”, afirma el músico, hijo de padres malagueños, antes de partir hacia su casa en Madrid.
El vínculo de Cañizares con el país oriental se inició con las giras junto a Paco de Lucía a finales del siglo XX y se afianzó en 1998 cuando, en una presentación en Tokio, conoció a la que hoy es su esposa y representante, Mariko Ogura. La también hispanista y flamencóloga estudiaba entonces en la Universidad de Estudios Extranjeros de Tokio, period miembro del membership de flamenco de la universidad y fue una de las fundadoras de la Federación Flamenca de Estudiantes Japoneses. También enseñaba sevillanas a niños de guardería y a ancianos en residencias en Tateyama, un pueblo al sur de Tokio donde cientos de universitarios se reúnen cada verano para celebrar un gran competition de flamenco.
Ogura cuenta que antes de conocer en persona a Cañizares se había enamorado de su estilo interpretativo a través de la canción de Niña Pastori Tú me camelas, en cuyo disco aparecía el crédito del guitarrista: “Cuando supe que se presentaría en Tokio como segunda guitarra de Paco de Lucía, compré de inmediato una entrada”, recuerda. La hispanista confiesa que estudió en detalle la disposición del escenario para quedar sentada justo en el ángulo de visión del músico. Como hablaba poco español y quería confirmarle al guitarrista que period una auténtica fan se aprendió las melodías y al last del espectáculo se las tarareó.
Esta afinidad private y el interés común por la música dieron lugar a la combinación perfecta que los convirtió en testigos y partícipes activos del desarrollo del flamenco japonés. Además de gestionar la agenda y los contratos de su marido, la estudiosa recopila información para escribir la historia del flamenco en Japón, cuyo inicio sitúa en 1929. Fue ese año cuando visitó Japón la bailaora Antonia Mercé La Argentina y, unos meses después, el guitarrista Andrés Segovia. Hoy averigua los pormenores de la vida de un guitarrista japonés conocido con el seudónimo de José Shoda, de quien se cuenta que, en medio de la Guerra Civil española, cruzó la frontera desde Francia para aprender flamenco en Andalucía.
Cañizares, que ha actuado con la orquesta del ente televisivo nipón NHK, participa en las actividades didácticas de ANIF, la asociación flamenca que organizó las clases magistrales de 2024 con el patrocinio del Ministerio de Cultura de Japón. Antes de despedirse, el guitarrista celebró un concierto titulado (en español) Canizares y maestros Japoneses, que tuvo lugar el pasado jueves 9 de enero en el Blue Be aware Tokyo, templo del jazz en la capital nipona.
Flamenco japonés
El lleno whole y las largas ovaciones confirmaron el acierto en la elección de un elenco de estrellas locales de la guitarra, el cante y el baile: “Hacía mucho tiempo que quería hacer un concierto junto a estos grandes amigos”, cuenta el músico. Compartió escenario con Daisuke Suzuki, guitarrista clásico y difusor de la música española que en 1992, con 22 años, ganó el tercer premio del concurso Maria Canals en Barcelona.
Suzuki, cuyo repertorio incluye Granados, Paganini, Astor Piazzolla o su maestro Toru Takemitsu, explica que para entender la afición japonesa el flamenco “hay que buscar las coincidencias con el teatro kabuki”. El músico se refiere al arte escénico nipón cuyos actores ejecutan poses parecidas a los desplantes flamencos y son alentados por el público con gritos que se asemejan al jaleo de un tablao.
En la tercera guitarra estuvo Jin Oki, discípulo de Víctor Monge Serranito, quien, con una granaína compuesta para su fallecida abuela, en 2010 ganó el premio especial de otras nacionalidades en el concurso de Guitarra Flamenca Niño Ricardo, de Murcia. Los tres guitarristas estuvieron acompañados por la percusión de Gen Ogimi, fundador de la histórica agrupación japonesa de salsa Orquesta de la Luz que, con su ritmo sincopado y sus redobles, evocaba la sonoridad del Paco de Lucía de Entre dos aguas.
Cañizares reconoce que su flamenco bebe de sus 10 años junto a su maestro y amigo, fallecido en 2014 con 64 años. Recuerda también las largas conversaciones donde salían a relucir nombres como Debussy, Stravinski “y, por supuesto, Manuel de Falla, a quien podemos llamar el padre espiritual de Paco”. Como homenaje a Falla, Cañizares eligió para su concierto en Blue Be aware Tokyo un arreglo flamenco de las Siete canciones populares del maestro gaditano, interpretadas por Takamitsu Taka Ishizuka. Taka, conocido en los tablaos japoneses y andaluces por su estilo visceral, se decantó por una interpretación reverente, flamenca pero casi clásica, que, según Cañizares, es posible gracias a la calidad “híbrida” de su voz.
Para Barcelona, la quinta pieza de la noche, subió al escenario otra figura destacada del panorama flamenco nipón, el bailaor Hiroki Sato, fundador junto a su esposa, la bailaora Mayumi Kagita, de la Compañía de Baile Arte y Solera.
Tras reiterar su aprecio por el conocimiento histórico del flamenco que tienen los japoneses, Cañizares subraya el apoyo institucional del Ministerio de Cultura de Japón, por ver en el arte de Andalucía “un valor para sus ciudadanos y aportarles mayor comprensión de una cultura que es externa pero no extraña”.