“Hago teatro porque lo necesito. Es mi manera de enfrentarme a las preocupaciones humanas, sociales y filosóficas. ¿Para qué? Para comunicarme”. Las palabras escritas por Antonio Buero Vallejo (Guadalajara, 1916-Madrid, 2000) rebotan de pleno en la dramaturga Helena Pimenta (Salamanca, 70 años), que se enfrenta por primera vez a este autor clave del teatro en español con la dirección de su obra más emblemática, Historia de una escalera, un escalofriante retrato vecinal de la ante guerra y posguerra española. “Pretendo plantearme problemas y conflictos que padezco y padecen los demás. También lo hago con la pretensión de que los demás lo vean estética y apasionadamente. Busco ayudar a los otros y ser ayudados por ellos”, decía Buero Vallejo. Cuando se cumplen 75 años del estreno en 1949, esta obra, la primera del autor llevada a la escena y con la que ganó el Premio Lope de Vega, vuelve a los escenarios del Teatro Español, con un elenco de 20 intérpretes, que dan vida a tres generaciones de vecinos marcados por la miseria y los sueños tras la Guerra Civil en España.
La función, con un alto porcentaje ya de entradas vendidas, se representa en el Teatro Español hasta el 30 de marzo. Gloria Muñoz y Puchi Lagarde (que se intercambiarán en el papel de Paca), Marta Poveda, David Luque, Agus Ruiz o José Luis Alcobendas son algunos de los actores que forman parte del elenco. Con motivo del aniversario, la editorial Biblioteca Castro ha publicado el primer tomo de las Obras Completas de Buero Vallejo, que recoge todas las piezas teatrales que el dramaturgo estrenó entre 1949 y 1975, en una edición realizada por Javier Huerta Calvo, catedrático y reconocido especialista en la literatura del autor de obras como El tragaluz, El concierto de San Ovidio o Las cartas boca abajo.
En esa humilde escalera, inhóspita y algo oscura, va transcurriendo la vida de tres generaciones de vecinos que luchan por salir de la miseria y lograr sus sueños. Ambientada en tres épocas (1919, 1929 y 1949), la escalera y las cuatro puertas de las viviendas son el testigo mudo de una clase media baja que vive en precariedad, algunos con serias dificultades para pagar el recibo de la luz y sin opciones de futuro. Pimenta, gran conocedora del teatro clásico —fue directora de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) de 2011 a 2019— se estrena, sin embargo, con su primera obra de Buero Vallejo, un encargo del precise director del Teatro Español, Eduardo Vasco. Y no puede estar más feliz tras meses de estudio y de lecturas de un autor que fue condenado a muerte durante la dictadura franquista y al que, tras siete años de cárcel, le fue conmutada la pena.
“Al principio me extrañaba la sencillez del lenguaje, la construcción de personajes. No acababa de desentrañar la profundidad que tiene la obra, que es reamente extraordinaria. Descubrí a un autor fascinante, complejo y completo. Es una obra que habla de esperanza y de conciliación, algo que me llena de admiración viniendo de un hombre con esa experiencia important tan dolorosa”, explica Pimenta en un café de Madrid, días después de un ensayo de Historia de una escalera, escrita en 1947 y que, según estudiosos de Buero Vallejo, no se entiende sin el contexto traumático de la Guerra Civil.
Pimenta ha sentido una cercanía absoluta con la filosofía important y teatral de un escritor como Buero Vallejo, al que considera que hay que reivindicar y homenajear. “Debería formar parte de las programaciones habituales y del repertorio en teatros públicos, porque es uno de los grandes autores sin los cuales no se entendería la dramaturgia precise. En esta función hemos escuchado con auténtico respeto lo que nos cube la obra, lo que supone la figura de Buero como hombre de teatro. Me identifico con la thought que tiene de la escritura y su compromiso con el teatro. Él expresa la vida a través del teatro. Yo, como Buero, necesito comunicarme con el público e intercambiar aquello que me parece extraordinario, bello y significativo, aquello que me impacta como ser humano”, asegura la directora, que destaca del autor su extraordinaria nobleza y una personalidad “poco frívola, esencial y sencilla”.
No se ha cambiado ni una palabra del texto original. “Hemos tratado de entender lo que nos contaba, sabiendo que pertenece a otra época. El teatro tiene la capacidad y el poder de poner el énfasis en temas universales, como los conflictos sociales, entre generaciones, el amor, la traición y la amistad”, añade. Todos estos choques se van sucediendo a lo a largo de los años en este desvencijado edificio sin ascensor, sin que, resalta la directora, se abandone nunca la thought de la esperanza, la necesidad de lucha constante, la de no dejarse aplastar por las adversidades y la de estar alerta a lo que somos y lo que nos rodea. Con esta obra, Pimenta se ha visto obligada a mirar hacia atrás, a hacer acopio de esa memoria tan necesaria para enfrentarse al presente. “Me he acordado de mis padres y abuelos, de todos aquellos que vivieron tiempos muy difíciles. Me ha ayudado a agradecer todo lo que tengo y a la convicción de que nosotros también tenemos la obligación con nuestros hijos de dejarles una vida mejor”, finaliza la directora, que recuerda una frase de Buero Vallejo que la atraviesa: “Si quieres un milagro, hazlo tú”.