Los del vaso medio lleno estaban contentos. Ayer celebraban poder entrar, siete años después, al Museu Nacional Arqueològic de Tarragona (MNAT), aunque fuera solo para ver paredes recién pintadas y ventanas –calcadas a las que había– pero ahora perfectamente herméticas. Los del vaso medio vacío seguían la visita guiada de un museo sin nada, preguntándose lo que podría ser y no es; ni será. Ayer, con solo una pieza –el increíble mosaico de los peces que sigue colgado en la pared de las escaleras– y los fragmentos inamovibles de la muralla romana, el MNAT celebró una jornada de puertas abiertas para mostrar la rehabilitación del edificio. Mañana cerrará de nuevo para reabrir con contenido –crucen los dedos– a finales de 2026.
A las diez de la mañana ya había gente haciendo cola en la rampa de acceso. “Nos debían esta visita –cube Pepa– llevaba demasiados años cerrado”. En realidad, no pocos de quienes ahí estaban, esperaban ver el museo con las piezas ya expuestas. La visita, el jueves pasado, del ministro de Cultura, Ernest Urtasun; y la consellera homónima, Sònia Hernández, para presentar por todo lo alto el fin de la rehabilitación del museo y la futura exposición, confundió al private. Los renders y recreaciones virtuales del proyecto, entregado hace años, parecían tan reales…
Pero la realidad todavía es otra. Es un edificio íntegramente reformado pero con una museografía pendiente de licitar. Un edificio que, ahora sí, cumple la normativa y requerimientos de seguridad. De hecho, cerró en 2018 porque una sentencia judicial obligaba desde hacía una década a solucionar las deficiencias relativas a la seguridad o la climatización. Y es que el museo seguía tal y como se construyó en 1960. La ausencia de reformas (de inversión) durante casi medio siglo ya le proporcionaba ese encanto de museo classic , con autenticidad sesentera, sus vitrinas originales, su distribución de piezas, aquel calor en verano y ese aire que se colaba por las finas ventanas en invierno.
El Museu Arqueològic de Tarragona, cerrado desde 2018, abre dos días sin piezas
“Han venido a ver un edificio vacío, pero nos hace mucha ilusión presentar el futuro museo. Por fuera es exactamente igual porque se trata de un edificio protegido pero todas las instalaciones son nuevas”, explicaba su directora, Mònica Borrell, a uno de los grupos. La jornada de puertas abiertas –también hoy de 10 a 14 horas– se organizó con visitas comentadas en cada uno de los pisos, a cargo de la propia directora (en la planta baja, donde arrancará el futuro recorrido museístico con piezas que no se han mostraban hasta ahora) y dos técnicas del museo, Cori Ribó y Esther Ramon, para las plantas superiores.
“¿Y cuando abrirán ? o mejor dicho, ¿cuándo prevén que abrirán?”, pregunta Enric, uno de los visitantes, a la directora. “Queda el trámite de la contratación y la producción museográfica, si todo va bien, a finales de 2026”, responde Borrell. Y en función de como uno ve el vaso, lo celebra o se enfada.
¿No anunciaron cuatro años de obras? Pues han sido siete. Con una pandemia de por medio, imprevistos varios y la dificultad de poner de acuerdo a las administraciones –el ministerio de Cultura es el titular del museo y el Departament de Cultura de la Generalitat quien gestiona, y a ver quién paga qué– las obras se han ido demorando. Tampoco el cierre y el futuro del museo ha sido objeto de mucho debate en Tarragona, que este año celebrará, con el museo cerrado, su 25 aniversario como ciudad Patrimonio de la Humanidad por el legado romano que atesora.
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“Es que veo el edificio y no tengo la sensación de ver un museo nuevo, ambicioso, como en Mérida y la reforma de Moneo”, comenta Enric, ya en la segunda planta. La rehabilitación del hasta ahora Museu Nacional Arqueològic de Tarragona, que en esta nueva etapa pierde el “nacional” de su nomenclatura oficial, llamó la atención de cientos de personas, mañana y tarde. Entre ellas, el director del museo de Segovia, que estaba en Tarragona por casualidad, arqueólogos, restauradores, ex empleados del museo y tarraconenses militantes como David Folch, un tanto decepcionado por esa velocidad de crucero en que desde hace tantos años se recrea la ciudad.
Muchos confesaban no haber visitado la exposición de síntesis instalada en un Tinglado del puerto desde que en 2018 cerró el museo. Allí, donde las visitas han caído a la mitad, están las piezas principales y la muestra permanecerá abierta hasta que tengan que empaquetarse para llenar un vacío que ayer registró más visitas que cuando el museo estaba abierto.
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