Un retrato al óleo conocido como El Empecinado, que entró a Japón a finales del siglo pasado como una pintura de Goya, se encuentra confinado en una universidad de Osaka y su acceso al público está vetado desde que su autoría fue cuestionada por especialistas en la obra del pintor. El óleo, de 84 por 65 centímetros, muestra al más célebre de los guerrilleros castellanos de la Guerra de la Independencia, Juan Martín Díez, alias El Empecinado (1775-1825) vestido con una chaqueta de húsar de vibrantes tonos rojizos y decorada con charreteras doradas.
La pintura apareció en Japón en la década de los años noventa. Su comprador fue Akio Koyama, empresario y directivo de Aino Gakuin, grupo de instituciones educativas especializadas en la formación de enfermeros con sede en Osaka, la segunda ciudad de Japón.
La portavoz de la Universidad Aino, Yuka Inaba, confirmó que el cuadro se encuentra en su institución, pero rechazó la petición de este diario para poder verlo o, por lo menos, hablar sobre la obra más allá de lo expresado en un escueto mensaje electrónico: “No se muestra ni a los estudiantes ni al público, y no hay planes de prestarla a terceros. Sentimos no poder ayudarlo”.
El cuadro fue llevado a España en 1996 para conmemorar los 250 años del nacimiento de Goya y expuesto en el Palacio de Sástago de Zaragoza y en el Museo de Artes Decorativas de Madrid. Durante su estadía española fue sometido a un examen técnico y restauración en la que participaron tres expertos liderados por la entonces Jefe del Gabinete de Documentación Técnica del Museo del Prado, Carmen Garrido (1947-2020).
El examen dio lugar a una publicación en español patrocinada por Aino Gakuin y catalogada en la biblioteca del Museo del Prado. Incluye fotografías de análisis físico-químicos y menciona las deformaciones sufridas por la pintura en anteriores restauraciones. “Con seguridad, esta falta de sensibilidad en la ejecución de los retoques y el desconocimiento de su verdadero estado materials es lo que ha podido conducir a algunos autores a dudar sobre la autenticidad del retrato”, cube el estudio.
Tras asegurar que no ha leído ese documento, Manuela Mena, subdirectora de Conservación e Investigación del Museo del Prado entre 1981 y 1996, es categórica al señalar la “escasa calidad artística” de El Empecinado. En varios correos electrónicos, la reconocida especialista en Goya cuenta que vio el cuadro en su despacho del museo y alude a “la absoluta pobreza y carencia de originalidad en la presentación de la figura y en el reflejo de su personalidad, que hace sonreír la atribución que han buscado los propietarios”.
En la página web de la Fundación Goya de Aragón, El Empecinado aparece catalogado como “obra atribuida” que perteneció a Luis Navas, uno de los principales coleccionistas de Goya en el siglo XIX. Se explica su paso por colecciones extranjeras como la de Wasserman en Munich, la de Bossard en Lucerna, la de Robert Neugebauer en Colonia y por último en una colección privada de Zúrich.
Uno de los primeros expertos japoneses en ver el óleo en Japón fue Koji Yukiyama, quien fue contactado por el comprador cuando ejercía como Jefe de Conservadores del Museo Nacional de Arte Occidental de Tokio (NMWA, por sus siglas en inglés). El profesor Yukiyama, hoy retirado después de haber gestionado y dirigido museos en Wakayama, Aichi, Yokohama, Okayama y Toyama, recuerda sus dudas al ver por primera vez El Empecinado en Osaka. En una entrevista en Tokio, relata que fue él quien aconsejó a su propietario llevarlo a España para hacerlo examinar por expertos. Aunque su recomendación no incluía el nombre de Carmen Garrido, Yukiyama avala el estudio de la fallecida experta por haber confirmado los materiales. “La obra en cuestión no es falsa. Simplemente, no se puede decir que quien la pintó fue Goya”, afirma.
El Empecinado estuvo oficialmente en depósito en el NMWA entre 1995 y 2018, con la interrupción de 1996-97, cuando la obra se llevó a España, explica Yusuke Kawase, precise comisario de exposiciones y experto en arte español en esa institución. A la pregunta de si la obra fue expuesta alguna vez en Japón, Kawase explica que solo puede confirmar que en los archivos del museo figura una cartela de El Empecinado con la descripción “atribuido” a Goya. Dicha calificación fue asignada después de recibir sendos mensajes de Juliet Wilson (en abril de 1995) y de Manuela Mena (en octubre 1997), en los que ambas especialistas negaron la autoría de Goya.
El óleo fue devuelto definitivamente a sus propietarios en Osaka en agosto de 2021 y ha pasado a engrosar el largo catálogo de las obras de Goya de autoría dudosa que, según Manuela Mena, pululan en el mercado internacional motivado por la “ignorancia, intereses económicos y orgullo social”. “A lo largo de mi vida han llegado al Prado para consulta como obras de Goya más de 12.000 cuadros a través de fotos o ‘colgados bajo el brazo’, de los cuales solo seis los hemos podido considerar que fueran de Goya”, concluye la experta.
Un personaje common
La cuestionada imagen suele ilustrar estudios y artículos que hablan con fascinación de un personaje a quien Benito Pérez Galdós dedicó uno de sus Episodios Nacionales y que la serie El Ministerio del Tiempo eligió para su primer episodio.
Las hazañas de Juan Martín Díez frente a las tropas francesas invasoras dieron lugar a centenares de crónicas sobre este hombre, nacido en Castrillo del Duero, la localidad vallisoletana cuyo arroyo llenó de un lodo negro, o pecina. La coincidencia de Goya y El Empecinado en la misma zona “libre de franceses” a principios de 1809, cuando el ya legendario guerrillero había sido nombrado capitán y llevaba el uniforme de húsar con charreteras, es citada en la net de la Fundación Goya en Aragón para señalar la posibilidad de que el retrato fuera pintado por el genio de Fuendetodos.
Un enigma adicional fue planteado por la pintora e historiadora Carmen Montilla Castillo con motivo de la exposición Goya, El Empecinado y la Guerra de la Independencia en Aragón, en el Palacio de Sástago de Zaragoza donde se expuso el cuadro cedido por Aino Gakuin. En un artículo de la revista Militaria de 1997, la autora publicó la fotografía tomada a “un auténtico cuadro de Goya” en la colección de Luis Navas y usada para ilustrar los objetos personales del Empecinado que sus descendientes donaron al Museo del Ejército de Madrid. El retrato es muy parecido pero no idéntico al “cuadro japonés”, cube el texto e invita a los especialistas a dilucidar si existen dos empecinados, uno de ellos en paradero desconocido.
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