A la octava, tampoco. Ya son ocho las derrotas seguidas del Barça ante el Madrid, incluidas las cinco de esta temporada, todas ajustadas, muriendo el equipo blaugrana en la orilla. Y, sin embargo, en esta ocasión no se puede poner un pero a los hombres de Peñarroya. Mermado su conjunto por las bajas los barcelonistas lo dieron todo, hasta el último aliento. Pero no fue suficiente. El orgullo de Parra o Brizuela y la lucha de Satoransky no tuvieron el premio del triunfo pero sí se ganaron el aplauso de un comprensivo Palau. El equipo blanco, líder de la Liga con catorce triunfos consecutivo, venció porque tiene más elementos, con el dominio de Tavares bajo los aros y la sabiduría de Llull, máximo anotador del partido, con 19 puntos, los mismos que Punter. Un dato tampoco favoreció al Barça. Los blancos lanzaron más del doble de tiros libres (28 a 13). El arbitraje no fue escandaloso pero a favor de los blaugrana está claro que no lo fue.
Es evidente que este Barça ha dado un paso adelante en cuanto a carácter. Contra mayores han sido las dificultades de forma más aguerrida están respondiendo los jugadores de Peñarroya. Bajas a mansalva, cierre de filas. Con esta fórmula se presentaba el diezmado equipo blaugrana en un nuevo clásico, con la esperanza de que esta vez sí, de que esta vez fuera la buena para batir por fin al Madrid. Sin Laprovittola, Metu, Núñez, Vesely y con el rebelde Sarr en EE.UU. el técnico barcelonista solo contaba con nueve jugadores del primer equipo. Un equipo que llegaba en buena dinámica, con hombres mucho más metidos en harina que hace unos meses.
Sin pívots en contra, por la descalificación de Fall y la inoperancia de Herangómez, Tavares dominó bajo los aros
Claro que el Madrid no le iba a la zaga en cuanto a confianza y tenía y tiene más mimbres de postín. Por eso cuando el equipo de Chus Mateo protagonizó un parcial tempranero de 0-11 quien más quien menos pudo llegar a pensar que habría poco que hacer. Los viejos rockeros Campazzo y, sobre todo, Llull sacaban su fusil a pasear como carta de presentación. Pero si se habla de puntería y valentía el Barça cuenta con el renovado Punter. Sus as soon as puntos en el primer cuarto hicieron que los barcelonistas llevasen la delantera y creyeran que period posible. Aunque Tavares se merendaba al limitado Fall los barcelonistas respondían con fe, con ambición y con mucha convicción defensiva. De enchufarla ya se encargaba Punter, secundado por Satoransky mientras Peñarroya tenía que recurrir al joven base Raúl Villar (17 años). El chaval de L’Hospitalet no le perdió la cara al clásico. Defendió con ahínco y hasta metió una gran canasta tras penetrar, lo que hizo las delicias de un rugiente Palau.
Empujaba el público y lo hacía el equipo, donde también aparecía Joel Parra al toque de corneta. Qué cambio ha mostrado en los últimos tiempos el ala-pívot, tanto física como técnicamente.
De ir perdiendo por siete el Barça llegó a mandar por seis, siempre dentro de una dinámica igualada.
El Madrid, sotto voce, sumaba. Musa (9 puntos al descanso) entraba hasta la cocina en varias ocasiones y el gigante Tavares retornaba al parquet para influir. Con su presencia los tiros de los blaugrana tenían que cambiar de trayectoria y los porcentajes bajaban. Circunstancia que aprovechó el Madrid para retomar el mando, con el Barça echándole el aliento (39-42, en el entreacto).
El partido estaba resultando vibrante y una pregunta flotaba en el Palau. ¿Podrían los blaugrana aguantar, mermadas como están sus fuerzas? La respuesta fue que los de Peñarroya se aferraron al encuentro hasta con el alma. Ni siquiera cuando el Madrid se marchó de nuevo (50-59) cejaron en su empeño. Para entonces el encuentro se había embarrado, con técnicas para Peñarroya y Fall, que tiró de casta ante Tavares, al que también le cayó otra técnica. Lull y el pívot blanco habían apuntado la escapada blanca pero Fall, mejor pese a todo que el temeroso Willy Hernangómez, un tremendo Satoransky y Brizuela lideraron la reacción (59-59). Momento en el que le señalaron la segunda técnica a Fall y su correspondiente descalificación
Llull fue un aguijón para un Barça todo pasión donde destacaron Brizuela y Parra
Lo que le faltaba a Peñarroya, perder otro jugador.
Lo notó el Barça, con Ibaka aprovechando la coyuntura. Un triple de Musa sobre la bocina colocó el 61-68 con un cuarto por jugar.
La misión ya se antojaba casi imposible. Pero el Barça volvió a resurgir, cargó la caballería. Pura pasión Parra y Brizuela, puro talento Parker, pura puntería Parker. Aunque fue un palmeo de Anderson el que puso al Barça delante (73-72). Volvía el encuentro al tiovivo del punto arriba, punto abajo, con Feliz sumándose a la causa blanca. Aunque Brizuela dio la última ventaja al Barça (83-82) el equipo blaugrana ya no pudo hacer más. Sin pívots porque Peñarroya, con argumentos, prefirió no colocar a Hernangómez, el equipo blaugrana vio cómo el Madrid ponía rumbo al triunfo con dos triples de Llull y Musa. Tampoco ahí capituló el Barça pero el Madrid no tembló. Darlo todo no es suficiente.