- Autor, Frank Gardner y Harriet Whitehead
- Título del autor, BBC Information
Poco después del mediodía del 24 de diciembre de 2024, trabajadores la compañía eléctrica Fingrid notaron que el principal cable submarino que unía Finlandia con Estonia estaba dañado, generando problemas de suministro de energía en este último país.
Esa misma tarde, el gerente de operaciones de Fingrid, Arto Pahkin, señaló a la cadena nacional de Finlandia que “tenemos varias teorías sobre lo que pasó que estamos investigando, desde sabotaje hasta una falla técnica, y hasta ahora no hemos descartado ninguna”.
Y añadió: “Al menos dos embarcaciones estaban cerca del cable cuando ocurrió el incidente”.
Horas después, un guardia costero finlandés abordó el navío ruso Eagle S y lo condujo hasta aguas finlandesas. Fue acusado de causar daño deliberadamente en uno de los principales cables conductores de electricidad, el Estlink 2.
La Unión Europea señaló que esta embarcación, registrada en las islas Cook dinner, es en realidad parte de una flota a la sombra de Rusia.
Se cree que el viejo buque cisterna es usado para transportar productos derivados del petróleo ruso, sobre el que pesa un embargo.
La policía de Finlandia cree que es posible que el Eagle S haya arrastrado su ancla sobre el lecho marino para causar el daño.
De hecho, se reportó el hallazgo de un ancla en el tramo que había recorrido el Eagle S, a una profundidad de unos 80 metros. También hay fotos que muestran que la embarcación había perdido una de sus dos anclas.
Las autoridades indicaron que identificaron a nueve sospechosos en el marco de una investigación felony sobre el caso.
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El daño de este cable, que tiene una longitud de 170 kilómetros, es el más reciente en una serie de incidentes en los que cables submarinos que atraviesan la región del Báltico han sido dañados parcialmente o de forma definitiva desde que empezó la invasión rusa a Ucrania.
Después del incidente con el Estlink2, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hizo un pedido para aumentar su presencia en el mar Báltico, mientras Estonia envió una embarcación a patrullar la zona de otro importante cable submarino, el Estlink1.
La Unión Europea dijo que el daño en el cable subterráneo fue el “más reciente de una serie de ataques sospechosos sobre infraestructura basic”.
Hay cerca de 600 cables submarinos que conducen electricidad e información por los océanos del mundo.
Muchas veces salen a tierra en puntos que se mantienen en secreto.
Estos cerca de 1,4 millones de kilómetros de cables nos permiten estar conectados. La mayoría se destinan a transmitir datos y, en esencia, son responsables de casi la totalidad del tráfico world de Web.
Los analistas señalan que siempre existe la posibilidad de un accidente o un error humano, pero la frecuencia de esos incidentes pone sobre la mesa una cuestión: ¿cuán vulnerables son los cables submarinos al sabotaje?
¿Por qué Occidente está preocupado?
Como es obvio en este momento, las relaciones entre Rusia y Europa Occidental no son las mejores.
Y es algo que ya lleva varios años, luego de distintos eventos como la insurgencia financiada por Moscú en el este de Ucrania y la anexación de Crimea en 2014.
En 2022, Occidente se unió decididamente cuando 200.000 soldados rusos invadieron Ucrania, lo que dio inicio a tres años de guerra, con cerca de un millón de muertos o personas heridas en ambos bandos.
La OTAN cree que Rusia está llevando a cabo otra guerra, una que no ha declarado, a la que llaman “guerra híbrida” y cuyo objetivo es Europa Occidental, con la intención de que estos países cesen en su empeño de apoyar militarmente a Ucrania.
La guerra híbrida, también llamada guerra en “zona gris”, ocurre cuando un Estado hostil lleva a cabo un ataque anónimo y que se puede desconocer o negar, usualmente en circunstancias altamente sospechosas.
Es lo suficientemente grave para dañar al oponente, especialmente en términos de infraestructura, pero no lo suficiente para ser considerado como un acto de guerra.
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“Submarinos de alta capacidad pueden cortar cables a una profundidad donde las reparaciones se hacen extremadamente difíciles”, le dijo a la BBC Sidharth Kaushal, investigador del Royal United Companies Institute (Rusi), un centro de estudios especializado en temas de defensa con sede en Reino Unido.
“Eso también significa intervenir cables submarinos”, añade.
Kaushal anota que en un conflicto con la OTAN el daño a la infraestructura en el mar, además de la infraestructura en tierra, será un elemento clave de la estrategia de Rusia, junto con la erosión de forma gradual del apoyo well-liked en Occidente.
Negación believable
Otros ejemplos de ataques de guerra híbrida son los incendios que se han producido en paquetes de encomiendas de compañías de mensajería de Reino Unido, Alemania y Polonia el año pasado.
Los investigadores polacos señalaron que los incidentes fueron ensayos para el sabotaje de vuelos a EE.UU. y Canadá.
Rusia ha negado estar detrás de los actos de sabotaje, pero se sospecha que ha sido responsable de otros ataques en depósitos y líneas de trenes en países miembro de la Unión Europea, incluidos Suecia y la República Checa.
Esos eventos están llevando a gobiernos de Occidente a concluir que hay una posibilidad de que la inteligencia militar del ejército ruso esté embarcada en una campaña sistemática de ataques anónimos y encubiertos en los países que apoyan a Ucrania.
La amenaza ha sido tomada tan seriamente que la OTAN y la Unión Europea crearon en 2017 el Centro Europeo de Excelencia para Combatir las Amenazas Híbridas, con sede en Helsinki.
La investigadora Camino Kavanagh, del Departamento de Estudios de Guerra de King’s School en Londres, señala que algunos estados pueden sentirse atraídos a este tipo de acciones “porque tienen muchas posibilidades de una negación believable”.
Gran parte de la estrategia de países como Reino Unido está en “evitar esa negación believable, desde un punto de vista operacional”.
Para la infraestructura submarina, esto requiere un sólido entendimiento de lo que pasa en sus propias aguas territoriales, con el fin de poder identificar toda actividad sospechosa.
“Esta actividad de zona gris es algo a lo que es muy, pero muy difícil responder. Pero gracias a los incidentes recientes, los estados lo están haciendo mejor”, apunta Kavanagh.
¿Cuáles son las capacidades submarinas de Rusia?
El ejército ruso tiene lo que Kaushal describe como una “estructura bastante escalonada”.
En aguas menos profundas, señala el experto, la responsabilidad tiende a recaer en las Spetsnaz (Fuerzas Especiales), el GRU (Inteligencia Militar) y la Marina Rusa.
Pero en aguas profundas, la tarea de recolectar información de inteligencia y planear los actos de sabotaje corresponden al Directorio de Investigación Submarina (GUGI, por sus siglas en ruso) que responde directamente al ministerio de Defensa y al presidente Putin.
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El GUGI, señala Kaushal, usa embarcaciones en la superficie para actividades de vigilancia y recopilación de inteligencia, como por ejemplo la ubicación de parques eólicos marinos o los puntos donde los cables llegan a tierra.
Sin embargo, para las operaciones submarinas se usan “naves nodrizas” en la forma de submarinos de gran alcance como el Belgorod, apunta el especialista.
“Los rusos tienen una amplia variedad de capacidades incluyendo submarinos con casco de titanio, que pueden operar a grandes profundidades y que están equipados con maquinaria para manipular objetos”, añade Kaushal.
Estas embarcaciones están manejadas por una tripulación de tres personas que suelen ser exintegrantes de la Marina y han pasado por un entrenamiento tan exigente como el de los cosmonautas.
A estas profundidades es extremadamente difícil, incluso para la marina de EE.UU., saber qué es exactamente lo que se ha puesto sobre el lecho marino o qué es lo que están haciendo esas embarcaciones.
Al ultimate, el potencial sabotaje de los cables debe ser visto “no como un fenómeno aislado”, sino como parte de “programa ruso mucho más integral de amenazar la infraestructura de comunicaciones y la infraestructura en common”, cube Keir Giles, experto en Rusia del centro Chatham Home y autor del libro Who Will Defend Europe? (¿Quién defiende a Europa?)
El foco de Rusia en los cables submarinos y las telecomunicaciones “es parte de su programa para asegurarse la superioridad en información, lo que también se traduce en restricciones a la información”.
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Esto tiene por objetivo lograr el aislamiento de las comunidades en un sector specific del mundo, para que éstas solo reciban la información que viene de Rusia.
“Esto es visto como un objetivo muy importante porque resultó basic en la toma de Crimea”, apunta Giles.
Mirando la infraestructura
Ciertamente las autoridades en Finlandia no están solas en sus sospechas sobre Rusia y su interferencia con la infraestructura submarina.
En noviembre de 2024, el barco de vigilancia ruso Yantar fue avistado “merodeando sobre importante infraestructura británica”, de acuerdo con el secretario de Defensa, John Healey.
En enero de 2025, aparentemente ocurrió lo mismo, con la Marina Británica monitoreando los movimientos del Yantar. El Ministerio de Defensa señaló que la embarcación estaba siendo utilizada para “reunir inteligencia y mapear la infraestructura submarina de Reino Unido”.
Healey describió el incidente como otro “ejemplo de la creciente agresión rusa”.
El Reino Unido tiene cerca de 60 cables que llegan a tierra en distintos puntos de su costa, con una specific concentración en el este y suroeste de la isla.
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Si ocurre algún tipo de ataque contra la infraestructura submarina de Reino Unido, estaría acompañado por otros problemas en los sistemas del país, anota Giles.
La embajada de Rusia en Londres describe las acusaciones de Reino Unido que involucran al Yantar como “completamente sin sentido”.
Señala que se trata de “una consecuencia de la creciente histeria antirrusa” que ha sido usada por Reino Unido y sus aliados para “escalar deliberadamente las tensiones en las regiones del Báltico y el mar del Norte”.
Confianza inocente
Este año, el Comité Conjunto de Estrategia de Seguridad Nacional de Reino Unido, que examina las estructuras de cara a la toma de decisiones gubernamentales en materia de seguridad nacional, ha iniciado una investigación sobre la vulnerabilidad del país a posibles ataques contra los cables submarinos.
“Los rusos probablemente ya han colocado sus drones submarinos en el fondo del mar, a la espera de órdenes -que pueden llegar o no- para llevar a cabo un ataque sobre cables y tuberías”, afirma el autor y experto en Rusia Edward Lucas
“Su barco de vigilancia, el Yantar, lleva años haciendo quién sabe qué en el fondo del mar”, agrega.
Toda la crimson mundial de cables y tuberías submarinos, añade Lucas, se construyó sobre una base de confianza “un poco ingenua”.
“Nunca pensamos que se convertiría en el objetivo de un Estado hostil, pero ahora estamos cosechando los frutos de décadas de complacencia. Nuestra única esperanza es la disuasión: mostrar a los rusos que el coste que supondría dañar nuestra infraestructura submarina sería demasiado oneroso para ellos”.
Por su parte, Kavanagh afirma que Reino Unido tiene cierta resiliencia incorporada en su infraestructura, porque “las reparaciones pueden realizarse muy, muy rápidamente”.
Además, el diseño de los cables submarinos se ha basado, al menos recientemente, en la thought de que “se van a dañar en algún momento, por lo que hay que estar preparados”.
Ahora, Giles describe como “muy tardía” la respuesta de los países occidentales al reconocer el desafío.
Pero cube que el daño a cables individuales no tendría ahora el mismo impacto que cuando Rusia comenzó a considerar estas acciones.
Esto se debe a que existen múltiples cables que conectan a los mismos países utilizando rutas variadas y se busca garantizar que el ecosistema de reparación sea resistente como parte del diseño, según Kavanagh.
“En realidad, es un gran alivio ver que muchos países ahora se centran en comprender sus propias vulnerabilidades, trabajando cada vez más de cerca con la industria”.
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Una llamada de atención
Aunque Rusia niega cualquier participación, estos incidentes han servido como una llamada de atención a los gobiernos europeos de que estas líneas críticas están desprotegidas, incluso si resulta físicamente imposible protegerlas todas y en todas las profundidades.
“La amenaza siempre ha estado ahí. Es solo que en el contexto precise, los actores que amenazan se sienten más envalentonados para realmente probar y explorar y ver qué funciona”, explica Giles.
La guerra híbrida también sirve como un ejercicio de aprendizaje para Rusia: “Ven cuál es el impacto, también ven cuál es la respuesta del país que han atacado, la capacidad de investigación, el proceso con la justicia, etcétera”.
A largo plazo, la capacidad de Rusia para operar en altamar le da la opción, en el caso casi impensable de una guerra, de causar daños muy graves en las economías de Europa y la vida cotidiana de sus ciudadanos.
“Y no se trata sólo de los cables submarinos, sino de todas las demás formas en que Rusia puede llegar a afectar a la gente aun estando a una enorme distancia”, anota Giles.
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“Son los ataques de sabotaje a través de intermediarios. Son los ataques cibernéticos. Es el ransomware masivo. Es la instalación de dispositivos incendiarios en aviones de pasajeros. Y, en última instancia, es la posibilidad de que los ataques con misiles lleguen desde miles de kilómetros sin guerra declarada ni advertencia, porque así es como Rusia conduce sus asuntos”, añade.
La forma en que Europa maneja la amenaza del sabotaje de los cables submarinos es sólo uno de muchos frentes en los que Occidente está intentando lidiar con la Rusia de Vladimir Putin.
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