Asegura Guillermo Saccomanno (Buenos Aires, 76 años) que él no teme a la página blanco, “prefiero que ella me tema a mí”, y añade que no es alguien que piense una novela capítulo por capítulo antes de escribirla, sino que va avanzando “según las frases y las situaciones”. Las que él atravesó mientras escribía el libro ganador del XXVIII premio Alfaguara, Arderá el viento, incluyeron neumonía, covid y desalojo de la cabaña donde vivía. Lo explicaba este jueves por videoconferencia desde Buenos Aires, poco después de que el presidente del jurado, Juan Gabriel Vásquez, novelista colombiano que obtuvo este mismo premio en 2011, anunciara el fallo en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. El premio está dotado con 168.000 euros y la publicación en todos los territorios de habla española el 20 de marzo. Se recibieron más de 700 manuscritos y el jurado deliberó sobre una selección de cinco obras. La ganadora se presentó bajo el pseudónimo de Jim, “un homenaje a Conrad y al personaje que hace del fracaso un éxito”, según Saccomanno.
La cineasta Paula Ortiz, la escritora y cronista Leila Guerriero, la librera y escritora Andrea Stefanoni y el periodista Manuel Jabois completaron el jurado —junto a Pilar Reyes, directora editorial del sello que no contaba con voto— que premió esta nueva novela del escritor, poeta, cronista, guionista de historietas y cuentista, ganador del premio Biblioteca Breve en 2010 con El oficinista y el Rodolfo Walsh en 2011 por Un maestro. Tanto el jurado como el autor mencionaron los tintes a lo David Lynch que tiñen la historia de esta novela situada en el lodge de un pueblo costero al que llega una familia. “Chéjov dijo aquello de ‘descubre tu pueblo y serás common”, comentó Saccomanno, quien vive entre Buenos Aires y Villa Gesell desde hace unos 20 años, y añade a la lista de sus influencias desde a Sherwood Anderson y William Faulkner hasta David Lynch.
Leila Guerriero destacó el tono aguardentoso que logra plasmar, y esa “voz oracular que podía ser cualquier pueblo, chismosa, que todo lo ve y todo lo sabe”. Y Vásquez se refirió a la velocidad de la historia y a los muchos géneros que engloba en apenas unas páginas. “Fui guionista de historietas muchos años y trabajé en publicidad”, respondió Saccomanno, y recuperó la concept que atribuyó a Truffaut de pegar un giro a la historia para seguir adelante cuando se siente atascado. Su propósito: hablar de “la lucha de clases, el sexo, el dinero y el poder”. Su método: mantener los oídos abiertos. “En un pueblo si alguien tiene una caída en la calle en la siguiente esquina te dicen que le empujaron y en la siguiente que fue su mujer y en la siguiente que ella ya no le quiere”, explicaba sobre la construcción y fabulación que surge naturalmente y que le inspira.
La cita literaria en el Círculo de Bellas Artes de este jueves en torno al anuncio del premio Alfaguara de novela, el primer evento del nuevo año del gran grupo editorial Penguin Random Home, congregó a autoridades como la directora common del libro, María José Gálvez; la concejala Marta Rivera de la Cruz; el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, y la directora de la feria del Libro de Madrid, Eva Orúe. Acudieron al almuerzo escritores que estrenan novela como Fidel Moreno, premiados con el Alfaguara como Sergio Ramírez, Sergio del Molino o Manuel Vicent, y otros muchos como Manuel Vilas, Ana Merino, Sabina Urraca, Elvira Navarro, Marcos Giralt Torrente o Luisa Castro.
En las 28 ediciones desde 1998, año en que el premio fue resucitado por el entonces editor Juan Cruz, este galardón ha recaído en autores de ambas orillas, marcándose como meta el fortalecimiento de los lazos de la comunidad hispanohablante.