En el horizonte de la actriz Dolores Fonzi (Buenos Aires, 45 años) no entraba la dirección. Al menos, hasta hace poco. Estrella de su generación, rostro inmensamente fashionable gracias a Plata quemada, El aura, Paulina, La cordillera, Truman o a sus trabajos televisivos, su primera aproximación a la escritura, con la serie Soy tu fan, le dejó un regusto amargo. Con Blondi, que se estrena hoy, viernes, en España, empezó escribiendo la historia junto a Laura Paredes (Trenque Lauquen), pensando en protagonizarla, y tras la pandemia decidió, además, dirigirla. Podía haberse quedado ahí. Pero Javier Milei ganó las elecciones presidenciales argentinas y Fonzi ha acometido una militancia contra la ultraderecha con la mejor arma que domina: el cine. Y por ello se volverá a poner tras las cámaras para rodar su segundo largo, Somos Belén, sobre uno de los casos más angustiosos y mediáticos vividos en Argentina: el que llevó en 2014 a la cárcel a una mujer que había sufrido un aborto espontáneo.
Blondi, la protagonista, fue madre a los 15 años. Quiso abortar de forma ilegal y salió mal, y ahora tiene una profunda relación de amistad con su hijo, Mirko. Es una madre enrollada, amante del disco The Velvet Underground & Nico, que fuma sus hierbas y que ahora sufre porque Mirko se independiza. Fonzi es tan huracán como su personaje: “El filme nace de una imagen en una novela de una madre y un hijo solos en el mundo. Blondi es una película militante. Porque habla de mujeres, de madres solteras, que maternan solas, sin paternidades presentes. Mostramos nuevas maneras de ser madre, no esa maternidad perfecta presionada por el sistema, sino una nueva que viene a traer alivio a las madres. Hay muchas cosas de ser madre de otras generaciones que están caducando. Es mucho mejor hoy en día construir una cercanía con tus hijos, que te cuenten las cosas, antes que ser la autoridad de la casa. Blondi un día está bien, otro está mal. No lo esconde. Algo que todas deberíamos enseñar, porque así esos hijos están mejor preparados para la frustración”.
Fonzi defiende un cóctel de militancia social, feminista y política. “El momento lo requiere. Porque para mí está todo muy mal. El mundo es un desastre. Militar en la calle está muy bien. Ser militante aguerrido, exponiendo el cuerpo en la calle, me parece necesario. Y mi manera de poner el cuerpo es haciendo películas”. Y por ello, su segunda película será “aún más fajadora que Blondi”.
La cineasta no esconde su desencuentro con Milei. “Hace poco que vino a España a recoger una medalla, ¿cierto?”. Cierto, de manos de la presidenta de la Comunidad de Madrid. “Es decir, que todos vivimos en la misma bolsa de gatos”. Y estalla en risas. Sobre algunos discursos de su presidente, reflexiona: “Me harta ese mensaje, que ya he vivido en varias etapas de Argentina, de que por culpa del cine hay niños pobres”. ¿Cómo se lucha contra esa demagogia? “Hay que resistir y tener la esperanza de que termine pronto esta pesadilla de payasos. Este circo… funcional al sistema, funcional a los ricos, a los que más tienen. Y que está en contra del pueblo y de los que menos tienen. Se sabía antes, ¿entendés? Se votó desde la desesperación. No es para culpar a nadie, pero pasó lo que lo que se sabía que iba a pasar… Es horrible”.
¿Se roza en Argentina la desesperación? “No en mi caso. Espera, es que yo no soy nadie. Si a mí me devora la desesperación, ¿qué le queda a la gente que no tiene nada? Mirá, la desesperación nos trajo hasta acá, como dijo [la escritora] Mariana Enriquez. Y eso es lo que hizo que Milei gane. ¿Indignación? Sí, aunque no sirve para nada. Hay que tratar de analizar estos ciclos para que no vuelvan a pasar… Pero siempre vuelven a pasar. Es algo cíclico, un autoboicot. Y yo, desde mi privilegio de persona que no le falta nada, solo quiero expresar que el año que viene no va a ver películas argentinas en ningún lado. Si en estos últimos premios Platino fuimos la comitiva más grande, el año que viene no va a haber nada, excepto alguna desde el sector completamente privado. Por suerte, una será la siguiente mía”, ya que Somos Belén la producirá Prime Video. En ese momento, señala en un gesto silencioso y sonriente el cartel de su película. “Resistiremos esperando que se acabe este ciclo y mientras haremos —me refiero a películas― lo que se pueda hacer. Seguir militando, seguir visibilizando, seguir juntando gente para movilizar al resto”.
Somos Belén ilustra uno de los casos más señeros e indignantes que provocó la ilegalización del aborto en Argentina. En la madrugada del 21 de marzo de 2014, en Tucumán, Belén, una mujer de 33 años, entró en urgencias de un hospital con un gran dolor belly. No sabía que estaba embarazada y allí sufrió un aborto espontáneo. Cuando despertó, estaba rodeada de policías: el private sanitario de la mañana —que no period el que la había atendido― la había denunciado. Acabó presa, juzgada y condenada a ocho años de cárcel por “homicidio doblemente agravado por el vínculo y alevosía”. Solo la batalla de su segunda abogada, Soledad Deza (a la que encarnará Fonzi), logró revertir la situación y que la Corte Suprema de Justicia de Tucumán absolviera a Belén en 2017. Este fue uno de los testimonios que se mostraban en el documental Que sea ley, de Juan Solanas, que provocó un terremoto de sororidad en el pageant de Cannes de 2019, y el caso que impulsó al entonces presidente de Argentina, Alberto Fernández, a sacar adelante la ley que despenalizó el aborto en su país. “¿Ves cómo es necesario hacer cine militante”, insiste Fonzi.
¿Por qué no siguió escribiendo en 2010, tras el estreno de la serie de Soy tu fan? “Es que ahora escribo de verdad”, y ríe. “Bueno, bueno, estoy aprendiendo a escribir de verdad, en este proceso angustioso que vivo, y siempre lo hago acompañada, lo que me ayuda. Cuando lo hago, me siento esclava de la escritura”. ¿Y por qué dirigir? “Dirigir es mucho mejor que escribir, pero si no redactas, eres presa de lo que te escriban. Dirigir es lo máximo. Perdón, actuar es lo máximo, y si diriges es aún mejor”. ¿Y no le daba miedo tener que duplicarse delante y detrás de las cámaras? Fonzi se gusta en la respuesta: “Para nada. Como actriz tienes que interpretar el universo que te están pidiendo y eres un instrumento para concretar esa thought. Así que llegas al rodaje con la thought incorporada. Con un guion propio, ya sabes lo que tiene que pasar, es muy fluido. No hay nadie que te venga a decir lo que hay que hacer. Y encima, desde la actuación, en este caso, también diriges a los actores y los otros actores también te pueden proponer algo desde su labor. Fue muy placentero para mí”.
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