Todo está dispuesto en el jardín, donde la temperatura
aún es agradable. Es lunes 28 de octubre de 2024. Faltan todavía algunas semanas para la fecha del aniversario.
Hace ahora cincuenta años, un año antes de la muerte del dictador Francisco Franco, el 17 de noviembre de 1974, en Montserrat, y emboscados entre los aficionados del Barça que celebraban un acto aquel mismo día en la abadía, un grupo de activistas catalanistas dio el primer paso para fundar Convergència Democràtica de Catalunya (CDC).
De diez elecciones celebradas en treinta y cinco años, CDC ganó en votos en nueve ocasiones y diez en número de escaños
Aquel proyecto político se convertiría en la fuerza hegemónica de Catalunya desde 1980 hasta la renuncia a presentarse con sus siglas, en el 2015. De diez elecciones celebradas en esos treinta y cinco años, Convergència ganó en votos en nueve ocasiones y diez en número de escaños. Pujol fue investido seis veces president y dos más su sucesor, Artur Mas. Luego vendría la aventura de Junts en sus diferentes versiones.
En el jardín hay dispuestas tres sillas y una mesa de centro cubierta con un mantel de hilo. Ahí tendrá lugar la conversación. La silla del centro la ocupará, Jordi Pujol, expresidente de la Generalitat; a la derecha, el expresident Artur Mas, y a la izquierda, el exalcalde de Barcelona Xavier Trias. La historia de Convergència está ahí. De los tres, solo Jordi Pujol estuvo en aquella reunión de Montserrat.
Él es el primero en llegar. Entra en el corridor del lodge ayudado de su bastón negro. Camina con una ligera dificultad y a veces hay que repetirle las cosas porque le falla el oído. Sin embargo, uno tiene la impresión de que cuando el mensaje llega a esa prominente cabeza, todos los engranajes vuelven a girar. A sus 94 años, ha ganado amabilidad y se permite una cierta socarronería, pero no ha perdido un ápice de su voluntad imperativa. “¡Un momento. Callad todos! –ordena– A ver, tú, ¿qué dices?” Todos callan, él escucha y el que tiene que hablar, habla.
Jordi Pujol
“Pensé que la gente joven, la gente nueva, debíamos dedicarnos a reconstruir el país”
En la cafetería –algo así como el backstage de la conversación que registrarán las cámaras de La Vanguardia –, Pujol toma un café mientras espera la llegada de Mas y Trias que, al entrar,
le saludan con familiaridad. Se ven a menudo, sobre todo Mas
y Pujol.
En esa mesa de la cafetería afinan los pormenores de la conversación. El tema es Convergència, la historia contada por ellos mismos. Aunque habrá un moderador, su papel será colateral. Ellos deciden. La conversación sobrevolará algunos los asuntos y en otros se detendrá minuciosamente.
Pujol quiere arrancar hablando de Tagamanent, porque ahí, cube, ahí empezó todo, en una excursión que hizo con un tío y un amigo suyo cuando él tenía doce años –“yo he de decir que period un chicho listo” advierte–. Subieron montaña arriba con la esperanza de encontrar la iglesia y el pueblo. Lo que encontraron fue la devastación de la Guerra Civil. “¡Qué desastre! decía mi tío y su amigo. Y entonces, escuchándolos, consciente o inconscientemente pensé que la gente joven, la gente nueva, debíamos dedicarnos a reconstruir el país”. Ahí, cube, empezó su vocación política.
Xaviwer Trias
“Los jovencitos como yo nos hacíamos del Pujol, no de Convergència, del Pujol. Tú entonces eras un mito”
Ni Trias, ni Mas fueron tan precoces. Trias explica que period un joven activista en el hospital en el que trabajaba y que se hizo “del Pujol, no de Convergència, no, del Pujol porque tú entonces, president, para jovencitos como yo, eras un mito”. Pujol había
pasado tres años encerrado en la cárcel tras los hechos del Palau antes de llegar a liderar CDC. Él mismo puntualiza: “Es que para tener éxito hay que haberlo pasado mal antes”. Y lo cube con mirada pícara. El tiempo lo cura casi todo.
Lo cierto es que, escuchando a los tres y sus trayectorias políticas –Trias, es un“socialdemócrata en lo social, liberal en lo económico” y Mas, el hijo de una estirpe empresarial, a medio camino entre “Prat de la Riba i Macià” que nunca fue “ni de derechas ni de izquierdas”–, se percibe la naturaleza del mundo convergente, un partido atrapalotodo. Esa fue su virtud.
Pujol lo explicará mejor: “¿Por qué nos llamamos Convergència? –lanza la pregunta al aire del jardín–. Pues porque no éramos comunistas, ni socialistas ni nada, éramos gente muy diversa que, sobre todo, teníamos en común nuestra estima por Catalunya. Cuando propuse el nombre, me dijeron que eso de Convergència period muy teórico y yo les dije: ‘Dejaros de puñetas. Convergència quiere decir que la gente dispersa se ha de reunir’. Y así fue”.
Xavier Trias
“Convergència se parecía mucho a mi partido, Junts, aunque ellos no se lo crean”
“Bueno, ahora seguimos igual –tercia Trias–, ahora mi partido se llama Junts y se parece bastante a Convergència, aunque ellos [en Junts] no se lo crean”. Sonrisas. Ni Mas ni Pujol militan en Junts. “Y ahora estamos donde estamos”, resume Pujol lacónicamente. “Las cosas no duran para siempre”, responde Artur Mas.
Luego se verá que la disolución de CDC en el 2015 traza una larga sombra sobre el jardín en el que nos encontramos.
Pero la conversación ya está en otro punto. España. Gran tema. “Nosotros queremos ser catalanes, pero entendíamos que eso lo podíamos conseguir con plenitud, con respeto por nuestra catalanidad en España”, explica Pujol, y añade: “La primera obligación de Catalunya pensando en Catalunya y pensando en España es que el país vaya bien”.
Jordi Pujol
“La primera obligación de Catalunya pensando en Catalunya y pensando en España es que el país vaya bien”.
A cambio de atar en corto la estabilidad política en España, pero sobre todo en Catalunya, Convergència dio, sucesivamente, apoyo a los proyectos presupuestarios y a los gobiernos de la Unión de Centro Democrático de Suárez, más tarde del Partido Socialista y aún más tarde del Partido Common.
Jordi Pujol
“González me dijo tú tienes que hacer
que el gobierno funcione’. Que el gobierno funcionara significaba apoyar al PP”
Corría el año 1996. “Felipe González –evoca Pujol–, period
un hombre que tenía un gran sentido de Estado, me dijo: ‘Oye tú, nosotros hemos perdido y ya volveremos a ganar, pero ahora tú lo que tienes que hacer es que el gobierno funcione’. Y, entonces, que funcionara el gobierno significaba apoyar al Partido Common”.
(Este es un apunte para otro tiempo. ¿Se imaginan a Pedro Sánchez pidiéndole a Carles Puigdemont que apoye a Alberto Núñez Feijóo porque está en minoría?)
En estas condiciones se llega al pacto del Majestic, en el que Convergència y el Partido Common unieron su suerte por primera vez. Aquello fue un cambio de rumbo.
Artur Mas
“CDC continuó la tradición de los partidos catalanes comprometidos en la política española, hasta que en 2010 todo estalló”
Artur Mas matiza esta última afirmación y recuerda que los partidos catalanistas siempre se implicaron en la gobernación de España. “Esa tradición la siguió Convergència y luego Convergència y Unió durante muchos años. ¿Y todo esto cuándo explota? Explota el día en que, en el 2010, el Tribunal Constitucional cube que el pacto del Estatut hecho en Catalunya, aprobado en las Cortes y refrendado en Catalunya no cabía en la interpretación que ellos hacían de la Constitución”.
“Yo creo que explota antes –apostilla Trias– Nosotros damos apoyo a Aznar cuando consigue mayoría absoluta y el tratamiento que recibimos es muy difícil porque acabas entendiendo que no nos quieren. Nosotros hicimos un planteamiento con España y España no nos ha correspondido. Yo que estuve en Madrid…, cuando subías a la tribuna y decías Catalunya es una nación, todos se excitaban”.
“Fijaos en que incluso el president José Montilla –tercia Mas–, que no period nada sospechoso, va a Madrid en el 2008 y cube aquello de la desafección”.
Jordi Pujol
“Yo no period independentista y dije no no debíamos ser independentistas ”
La conversación parece adentrarse en un callejón sin salida. Se produce un silencio y luego arranca Pujol, lentamente: “Mirad, tal vez alguno se moleste por lo que voy a decir ahora: yo no period independentista. Y dije siempre que no debíamos ser
independentistas”.
“Yo tampoco period independentista –reproduction Trias–, ¡nos han hecho independentistas!”
Ahí Artur Mas, que fue quien a partir del 2012 llevó al partido
a esas posiciones, se siente aludido: “Cuando tú –cube dirigiéndose a Jordi Pujol– llegas a la presidencia de la Generalitat en 1980, ¿qué porcentaje de independentistas había? ¿Un diez, un doce, un quince por ciento? Cuando yo llego a finales del 2010 había el mismo porcentaje. Cuando
yo me voy en el año 2016, period el cincuenta por ciento. Eso es un cambio de país, no todo, pero sí una parte muy sustancial del país cambia de proyecto”.
(Nuevo apunte respecto al presente: atentos a la diferencia. Pujol iba por delante. Dirigía el momento. Mas, por el contrario, se situaba por detrás de la ola de cambio de humor político del país. La diferencia entre uno y otro es que el mundo ya había cambiado. Mandar, gobernar, ya period más difícil.)
Se produce otra cesura en la conversación. Un cambio de ritmo. Ahora el tema es la disolución de Convergència. El remaining y, claro, la deixa , el reconocimiento del dinero de la familia Pujol oculto en Andorra en aquel comunicado del 24 de julio de 2014. Un poco más adelante Mas dirá que aquello fue su Hiroshima. Pujol arranca lentamente.
Jordi Pujol
“Hubo algún error y yo me siento responsable, ya sabéis de
qué estoy hablando”
“Aquí yo…, con honestidad, he de decir que hubo algún error y yo me siento responsable, ya sabéis de qué estoy hablando, lo he explicado muchas veces. Esto creó una disaster en Convergència y hubo una reacción que entiendo perfectamente,
pero que se podría haber resuelto de muchas maneras”.
Pujol explica que no esperaba que aquello desembocara en
la liquidación de Convergència. “Un partido que había funcionado muy bien, durante mucho tiempo, desapareció. Y hay gente que lo intenta reconstruir y yo se lo agradezco, pero la eficacia que había tenido el partido ya no está”.
Trias cree que “aquello fue uno de los mayores errores que hemos cometido”.
Otro silencio. Ahora le toca a Mas responder, recordando en qué circunstancias ocurre todo, en la salida de la gran recesión que empezó en el 2008, con el país en disaster. Con las retallades en curso. “Y, en ese momento, tú dices lo que dices, en pleno movimiento independentista en la calle y en las urnas. En aquel momento eso es nuestro Hiroshima, la bomba atómica en términos políticos, y lo que alguna gente trató de hacer fue, para
salvar el proyecto, cambiar la herramienta”.
Xavier Trias
“No podemos olvidar lo que nos han hecho y lo que son capaces de hacer”
Trias confiesa que todavía no ha logrado entender “por qué tú, president, dijiste lo que dijiste. Nunca lo he entendido”, pero lo relaciona con la guerra sucia contra el independentismo. “Aquello fue una cacería. Nos querían destruir”.
“Yo ya estaba destruido”, musita Jordi Pujol.
“No podemos olvidar lo que nos han hecho –añade Trias– y lo que son capaces de hacer. Yo que ahora no me dedico a la política y me miro las cosas con distancia, sí os digo que en mi partido [Junts] saben que para lo que me necesiten, estoy”.
Artur Mas
“No estoy hablando de reconstruir la independencia. Digo que la prioridad es construir una nueva mayoría catalanista”.
Mas se mantiene en el filo. Junts, admite, es el continuador del proyecto de Convergència. pero considera que esa no es la cuestión basic. “Lo importante es cómo volvemos a construir una mayoría nítidamente catalanista en el Parlament de Catalunya porque ahora no existe. Y fijaos que no estoy hablando de reconstruir la independencia –cube mientras subraya con sus palabras con el gesto de sus manos–. Estoy diciendo que la prioridad, la principal tarea ahora es construir una nueva mayoría catalanista”.
Termina Jordi Pujol: “Yo estoy fuera de juego –señala–, yo estoy al servicio de la gente que había sido de Convergència y de la gente que había defendido nuestra política, la economía, el bienestar, la sanidad, el equilibrio territorial, y la defensa de la identidad. Esto es último es importante”.
Jordi Pujol
“No debemos claudicar, hemos de rechazar las actitudes hostiles… racistas. Esto no es lo nuestro. Hemos de ser un país abierto”
Y añade luego la tarea de mantener a al país “abierto” –todo un alegato contra el repunte de la fiebre xenófoba – , en la que el expresident cree que deben implicarse todos los partidos –cita explícitamente al PSC y a ERC–. “Nosotros hemos tenido históricamente unas actitudes positivas, de entrada de incorporación, y de progreso social, y hemos de seguir teniendo esta actitud. No debemos claudicar, hemos de rechazar las actitudes hostiles… racistas. Esto no es lo nuestro. Nosotros hemos de ser un país abierto. Debemos serlo”.
Y, de este modo, la conversación, se acaba.