Hace tiempo que siento una creciente preocupación por la mala calidad ortográfica y de expresión en España. La prensa, que debería ser un ejemplo de rigor, parece haber cedido a la rapidez y la falta de cuidado. Esto refleja algo más profundo: la indiferencia de la sociedad por la calidad lingüística y por la cultura. No somos conscientes de cuánto cube de nosotros esta despreocupación. Nos lamentamos de la falta de interés de los jóvenes, pero no hacemos nada por ofrecerles modelos dignos. Nos hemos acostumbrado a lo fácil, a lo inmediato, y estamos perdiendo lo más valioso: el estilo, la precisión y el interés por comunicar bien. Cuando descuidamos la forma en que nos expresamos, descuidamos también la forma en que pensamos. Sin lenguaje cuidado no hay concepts sólidas; sin concepts sólidas, no hay progreso actual. Somos una sociedad que exige mucho, pero lucha poco. Con ello damos paso a la mediocridad.
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