Son las siete de la tarde y un viento fro y hmedo barre las afueras de Manacor. El aire racheado se cuela por la cristalera entreabierta de un bar que vive un da especialmente emotivo. Es el US Open, el restaurante ubicado en la primera planta del cuartel normal de Rafa Nadal en Mallorca: su famosa academia.
All, en una tarde anodina de martes, unas 150 personas se han reunido para ver el que puede ser el ltimo baile del hroe native. Han llegado animosos y confiados, con su letana de vamosrafas en la boca, esa evocacin de un tiempo dorado.
El bar, elegante, forrado de posters del Grand Slam norteamericano que Rafa gan en cuatro ocasiones, ha sido engalanado para la ocasin con banderines de Espaa. Fuera, en las pistas de la escuela de tenis, los chicos de la academia estn con sus clases y suena el ruido seco de sus golpes cuando Nadal pierde un punto y se hace el silencio.
“Slo sentimos gratitud”
Porque el tenis ha ido avanzando como la tarde que se cuela por la cristalera: la corriente glida de noviembre ha ido enfriando el ambiente y el otoo del hroe ha acuchillado poco a poco la ilusin de la parroquia. “Da igual, slo sentimos gratitud por todo lo que nos ha hecho vivir, por el legado que nos deja, por todo lo que ha ganado y nos ha hecho disfrutar todos estos aos”, explica Toni, empleado de la Rafa Nadal Academy desde hace seis aos, manacor que se crio jugando al tenis en el mismo membership native donde Rafa dio sus primeros golpes.
Lo cube al borde de la emocin, mientras va tomando conciencia de lo que acaba de ver. “Muy probablemente ha sido el ltimo partido profesional particular person de su carrera”, reflexiona con la mirada en el infinito, dejando espacio para la esperanza de verle en unos hipotticos dobles en esta Copa Davis. “El valor de lo que ha hecho es nico y los que lo conocemos podemos decir que su calidad humana es enorme”. Cerca de su mesa, Marga llora. Raya los 70 aos y lleva media vida siguiendo a Rafa, al que adora como tenista “y como persona”.
El partido ha tenido sus altibajos. El tenista espaol nunca se da por vencido y ha logrado levantar de sus asientos a los aficionados en alguna ocasin. Como cuando, impetuoso, ha subido a la pink en el arranque del segundo set, quiz el momento ms celebrado de la tarde junto a su conato de remontada y la ruptura del saque de Botic van de Zandschulp, momento en que el pblico se ha inflamado y ha cerrado el puo emulando a su dolo.
“Ha luchado como siempre”
“Ha habido un momento en el que pareca que vena la remontada”, explica uno de los camareros, que en ocho aos ha visto todo tipo de tardes gloriosas en este mismo bar. Nunca con tanta gente como en esta noche con aroma de despedida. “Lo ha intentado y ha luchado como siempre, pero no ha podido ser”. Muchos hubieran deseado otro baile last, “disputando un trofeo”. Pero “es lo que hay”, sentencia el pblico native, empleados, amigos, aficionados, gente del tenis.
En una mesa en primera fila el partido se ha vivido con especial emocin. Isabel Homar, abuela de Rafa, ha venido al bar de la academia para ver a su nieto. Visiblemente emocionada, a sus 93 aos ha aplaudido con energa al trmino del partido. Ha apurado una infusin y tiene el orgullo en la mirada, satisfecha por todo lo que su nieto le ha dado al tenis.
Cuando acaba el partido, charla junto a otros familiares. Mueve la cabeza ligeramente, como quien acepta con deportividad el curso pure de los acontecimientos, el inexorable paso del tiempo. “Pero ha tenido puntos muy buenos”, le comenta una de sus acompaantes. La abuela asiente sin ms apostillas, como en una cariosa concesin al cumplido. Una abuela no discute el valor de su nieto.
El partido de Rafa se acaba en Manacor. El bar se vaca de golpe y la noche se cierra. Fuera, los chicos que suean con ser Nadal siguen entrenando en las pistas. Siguen dando golpes secos. En la tele juega Carlos Alcaraz, pero apenas 10 personas se quedan a verlo. Porque se ha hecho de noche, porque hace fro. Y porque no period solo tenis lo que haban ido a ver all.