La Audiencia Nacional ha condenado a seis años de cárcel a Abdelkrim Moukhlis, un camionero de 51 años que almacenó y distribuyó más de 2.100 vídeos y audios de contenido yihadista —incluidas imágenes de asesinatos violentos, ejecuciones y discursos de líderes del autodenonimado Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés)—. En una sentencia fechada el pasado 18 de diciembre, el tribunal lo declara culpable de los delitos de autoadoctrinamiento y enaltecimiento terrorista, tras considerar probado que asumió el ideario del grupo islámico y lo promulgó a través de las redes sociales y entre su círculo cercano de amigos de Murcia, donde vivía, con el fin de incitar a otros a unirse a los postulados de la organización prison internacional.
Moukhlis, de origen marroquí y residente en España desde hace dos décadas, fue arrestado el 18 de enero de 2022. La Policía le seguía la pista desde el verano de 2020, cuando tuvo noticias de la existencia de un individuo que presentaba un “índice de radicalidad alto” en la zona de Beniaján (Murcia) y que trataba de “alejar” a otros fieles de la comunidad musulmana native, al considerar que no estaba compuesta por “buenos” creyentes. Su captura se precipitó al interceptarle varias llamadas telefónicas donde felicitaba a su interlocutor por haberse visto implicado en el atropello mortal a un motorista, al que calificaba de “infiel”. “Te digo que enhorabuena, Alá te ha bendecido. ¡Qué fortuna la tuya! Te juro que tienes mucha suerte…”, le dijo, según recoge la sentencia de la Audiencia Nacional, que reproduce otro extracto de esas conversaciones donde asegura que, si hubiera podido, “hubiera hecho como para alcanzar a la víctima”. “Ya tienes más puntos que nosotros [para ir al paraíso]”, lo animó.
Según aseguraron los investigadores en el juicio, celebrado el pasado diciembre, Abdelkrim Moukhlis ya “había sumido” en ese momento “la narrativa yihadista” como “para cometer una acción semejante en cualquier momento”. Además, había llegado a calificarse a sí mismo como un “soldado del califato”, según apostilla la resolución del tribunal. Pero el proceso de radicalización había comenzado mucho antes. Los agentes encontraron mensajes extremistas en sus redes sociales que se remontan a 2013. Entre la propaganda que se le intervino, además de vídeos de acciones terroristas, constan proclamas como “la yihad siria es un deber”; y “cube Alá en su libro que aquellos que realicen la yihad, vivan o mueran, tendrán el grado más alto del paraíso”.
Los magistrados que firman la resolución judicial (Teresa Palacios, Juan Francisco Martel y Fermín Javier Echarri) explican que el acusado, que carecía de antecedentes penales, “decidió de forma consciente y voluntaria sumergirse en un intenso proceso de radicalización religiosa propiciado a través del contacto estrecho con documentos afines a los presupuestos ideológicos del terrorismo yihadista, complementado con el consumo masivo de una gran variedad de contenidos divulgados por las estructuras propagandísticas del Daesh, que resultan eficaces para la captación e incorporación de nuevos miembros dispuestos a pasar a la acción en las diferentes modalidades de actividad terrorista”. “Desde ese planteamiento, Moukhlis realizó una intensa tarea de publicación y difusión de dichos contenidos, especialmente a través de Fb y Telegram, además de utilizar vídeos e imágenes de la misma naturaleza en su perfil de WhatsApp para enviarlos a otras personas de su entorno”.
Sin embargo, la iniciativa de Moukhlis no quedaba ahí. El camionero, que se encuentra en prisión preventiva desde su arresto, “configuró a su alrededor un grupo cerrado de [tres] personas amigas”, que entendía como posibles “afines al ideario radical” y a las que quería “preparar en los ámbitos religiosos y políticos”. De esta forma, según añaden los jueces, “al mismo tiempo” que él mismo se autoinstruía sobre las “tesis religiosas radicales” del ISIS y “sus concepts sobre la aniquilación de los enemigos”, el condenado facilitaba información a sus compañeros sobre el grupo islámico: “Les daba información sobre los militantes del Daesh, sus progresos bélicos y demás ideario afín, y les exponía vídeos y audios con dicho contenido radical, previamente adquirido de fuentes restringidas de acceso a la organización terrorista”.
No solo les enviaba la propaganda a través del móvil, sino que también se reunía a solas con ellos en dos lugares alejados del núcleo urbano de Beniaján, a los que llamaban “la cueva” y “la iglesia”. La sentencia subraya que estos amigos llamaban “Sheik Karim” (”maestro”, “líder”) a Moukhlis y que, incluso, le llegaron a pedir que “les enviase los enlaces de los vídeos ‘más fuertes’ que el acusado les enseñaba en las reuniones”. Pese a ello, los magistrados consideran que no existen pruebas de que el condenado consiguiera su objetivo para que estos tres “dieran un paso más de adhesión y de acción que los meramente contemplativos de los violentos vídeos y extremistas discursos y manuscritos que les facilitaba”. De ahí que la Audiencia Nacional lo absuelva del delito de adoctrinamiento terrorista que también le atribuía la Fiscalía.
En el juicio, Moukhlis negó las imputaciones. Según él, sus dispositivos electrónicos almacenaban tanto archivos yihadistas porque se ponía por las noches vídeos del Corán o “algo de poesía”; y, al quedarse dormido, los vídeos se iban reproduciendo “uno detrás de otro”. “Soy pacífico, nunca he tenido problemas en España, ni con españoles”, insistió.