“La música clásica no concierne a una élite de aficionados o entendidos, sino que es un bien que pertenece a todos”, insistía Riccardo Muti al inicio de su último libro, Recondita armonia (en italiano), publicado por la editorial Rizzoli en 2024. Y lo ejemplifica con la Comedia de su admirado Dante, que al ultimate del Canto XIV del Paraíso antepone el arrobamiento a la comprensión: “Surgió una melodía arrobadora /que oí sin comprender muy bien el himno”. Su séptima aparición al frente del Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena ha sido una auténtica lección de cómo comprender lo que necesita una orquesta para embelesar al público con las marchas, polcas y valses de la familia Strauss y sus coetáneos.
La última actuación de Muti al frente de esta widespread cita musical, en 2021, fue completamente diferente. Actuó con la orquesta vienesa frente a una sala dorada del Musikverein vacía por la pandemia. Una experiencia difícil que afrontó con éxito gracias a su excelente relación de más de cinco décadas con la Filarmónica de Viena, tal como recordaba hace unos días en el diario vienés Kurier: “Juntos imaginamos que la sala estaba llena y eso nos ayudó”. La única ventaja que tuvo aquel concierto para Muti fue la posibilidad de dirigir la Marcha Radetzky sin tener que atender a que el público aplaudiera demasiado fuerte o a destiempo. Pero este año su interpretación de la widespread pieza ultimate de Johann Strauss padre ha recuperado el calor, la solemnidad y la alegría que le faltaron en 2021.
Muti, a sus 83 años, vive un idilio private con la Filarmónica de Viena. Con él sobre el podio, hemos podido ver y escuchar esa metáfora de la orquesta como imagen very best de una sociedad civilizada, que comenta en su mencionado libro, al unir a personas muy diferentes en el ansia de alcanzar un objetivo común. Bajo sus precisas indicaciones, llenas de sonrisas y miradas de complicidad, la Filarmónica de Viena se convierte en el vehículo perfecto para transmitir esa paz, fraternidad y amor que aludía, en italiano, durante su felicitación del año nuevo. La prestigiosa orquesta austriaca correspondió a la ocasión con un programa más tradicional y con mayor interés musical que en los últimos años, aunque también incluyó cinco obras que Muti ya dirigió en sus cuatro primeras actuaciones al frente del Concierto de Año Nuevo, en 1993, 1997, 2000 y 2004.
El arranque, con la Marcha de la libertad, de Johann padre, vinculada con las revoluciones de 1848, ya mostró algún destello de esa combinación de exigencia y complicidad con la orquesta. A continuación, dirigió una admirable versión del exquisito vals Golondrinas rurales de Austria, de Josef Strauss, pleno de detalles dinámicos y de fluidez en el manejo del tempo, donde destacaron los clarinetistas Matthias Schorn y Andreas Wieser. La capacidad de Muti para marcar con todo el cuerpo tanto los detalles como el espíritu de la música prosiguió en la Polca de los demoledores, de Johann hijo, donde exhibió complicidad con el concertino Volkhard Steude en este refinado retrato de los operarios que derribaron las antiguas fortificaciones de Viena para construir su famosa Ringstrasse.
El interés musical de la primera parte no decayó tampoco en el Vals de la laguna, de Johann hijo. Este popurrí de su opereta Una noche en Venecia, con el que Muti abrió su Concierto de Año Nuevo en 2000, sonó ahora más inspirado. La chispa tampoco decayó en la poco atractiva polca rápida Leve y fragante, de Eduard, el pequeño de los Strauss. Precisamente, la película documental del intermedio estuvo protagonizada por su tataranieto, Thomas Strauss, que actuó como comandante de una nave espacial en un guiño de Barbara Weissenbeck a la famosa secuencia con música de Johann Strauss hijo en 2001: Una odisea del espacio. Una atractiva evocación futurista de la vida del rey del vals, en la celebración de su 200º aniversario, con varias actuaciones protagonizadas por integrantes de la orquesta vienesa, aunque con la extraña decisión de añadir música del inglés Benjamin Britten como elemento disruptivo en lugar de algún ejemplo de los integrantes de la Segunda Escuela de Viena.
La segunda parte comenzó con otra gran interpretación de la obertura de la opereta El barón gitano, de Johann hijo. Otra lección de Muti a la hora de oponer musicalmente lo húngaro y lo vienés, que dejó a un lado la última interpretación de Christian Thielemann, en 2019, aunque sin llegar a la elevación de Carlos Kleiber, en 1992. Las dos escenas de ballet, con coreografía de Cathy Marston y vestuario de Patrick Kinmonth, fueron una exhibición estética armonizada exquisitamente con el entorno, tanto en el Südbahnhotel de Semmering (en el vals Aceleraciones, de Johann Strauss hijo) como en la impresionante locomotora de vapor 12.10 del Museo de la Técnica de Viena (en la polca O… o, del mismo compositor, donde vimos al bailarín salmantino Andrés García Torres).
Muti sacó todo el jugo musical a las dos novedades de esta edición del Concierto de Año Nuevo. Además de la marcha Hermanos alegres, de Joseph Hellmesberger hijo, interpretó la primera obra de una compositora programada en esta widespread cita musical: el Vals de Fernando, escrito en 1848 por la niña prodigio Constanza Geiger. Pero la calidad se decantó hacia las cuatro últimas composiciones del programa, con dos brillantes y variadas interpretaciones de las famosas Polca de Ana y Polca Tritsch Tratsch, de Johann Strauss hijo, respectivamente, un homenaje a su madre y una burla contra las faux information publicadas contra él en 1858 en el semanario satírico vienés Tritsch Tratsch. Tampoco se quedó atrás el vals Transacciones, de Josef Strauss, que Muti ya dirigió en 1993, pero lo mejor llegó de nuevo con Johann hijo y su vals Vino, mujeres y canciones, con esa imponente introducción sinfónica a medio camino entre Mendelssohn y Wagner, que el director italiano conectó exquisitamente con las secciones de vals.
Con el público y la orquesta vienesa entregados a su batuta, las propinas fueron otro momento álgido de la matiné. Y tras el desparpajo teatral de La bayadera, Muti dirigió su mejor interpretación del widespread Junto al hermoso Danubio azul, de Johann hijo, que la precisa realización televisiva de Michael Beyer aderezó con interesantes detalles musicales, tras mostrarnos en el resto del concierto los adornos más recónditos de la sala dorada del Musikverein. En 2026, el director canadiense Yannick Nézet-Séguin, titular de la Orquesta de Filadelfia y de la Metropolitan Opera de Nueva York, debutará al frente del Concierto de Año Nuevo. Desde 2010 colabora con la Filarmónica de Viena y ya dirigió, en 2023, su widespread concierto nocturno de verano en el Schlosspark del Palacio de Schönbrunn.