Las películas son hijas de su tiempo y de su lugar. De su contexto social, político, económico y cultural. Y de este modo hay que reflexionarlas, analizarlas y valorarlas. Sin embargo, en ciertas ocasiones no está de más dar la vuelta al entorno en el que han sido compuestas para comprobar cómo funcionarían, siendo exactamente las mismas, en otros ámbitos.
Un ejercicio que rara vez hacen los espectadores y pocas veces los críticos: quitarles el ramalazo exótico y dejarlas en los huesos; en la esencia del relato en sí, en el retrato de personajes, en el diálogo, en la puesta en escena, en las situaciones y las reacciones de sus criaturas, en las interpretaciones, en las músicas, en la fotografía, en el ritmo y en los demás elementos de lenguaje cinematográfico. E imaginarlas, y en este caso hablamos ya de la presente Cómo hacerse millonario antes de que muera la abuela, no como lo que son sino como lo que también podrían haber sido. No como una película tailandesa sino como una española, o estadounidense.
La sistemática es arriesgada, por supuesto, ya que nunca deben obviarse del todo los matices culturales, pero en el caso de la película del novel Pat Boonnitipat es muy posible que no sea un mal paralelismo porque, aunque se trate de una historia native, lo que muestra es que en todo momento puede ser common, y así ha sido vista por la inmensa mayoría de los críticos que la han alabado y por los espectadores que la han disfrutado o la van a gozar en los cerca de cuarenta países de todo el mundo en los que se ha estrenado o lo hará pronto. De hecho, realmente es una historia que trasciende lo explicit: a una anciana le diagnostican un cáncer terminal y una parte relevante de su familia, sus hijos y hasta sus nietos, comienza a ver las posibilidades de futuro en forma de opulenta herencia. Hasta entonces nadie parecía hacer mucho caso a la abuela, aunque desde ese momento ha entrado en ellos el pensamiento de sembrar para luego recoger, sobre todo en el caso de uno de sus nietos, un streamer sin éxito, vago y quejicoso.
Cómo hacerse millonario antes de que muera la abuela es una película in style en el más amplio sentido de la palabra. El legado, y no solo el económico, es un tema intemporal y common. La fusión entre la codicia y el encantamiento puede entenderla cualquiera. Y hay personajes y situaciones con posibilidades dramáticas y cómicas de altura. Pero a este crítico, durante las dos extenuantes horas de metraje, siempre le está dando la impresión de que es una película que solo se aguanta por el exotismo. Con la sensación de que si fuera española o americana estaríamos diciendo que es una comedia dramática dulzona, lacrimógena, insustancial y poco exigente.
Cerca de lo pedestre en su lenguaje cinematográfico y con una horrenda banda sonora de piano cercana al añejo new age de los años noventa, tan repetitiva como pegajosa, y marcando de un modo rastrero lo que el director piensa que debe ser el inicio de cada una de las emociones, la película de Boonnitipat ha encandilado a medio mundo. Y es muy posible que a usted mismo que esto lee le ocurra igual. Pero también es possible que haya gente que dé la vuelta a su contexto y se lo piense dos veces, en un sano ejercicio de análisis frente a una muestra de modesto sentimentalismo y de torpe apuesta por la quietud de los objetos y el laconismo de la existencia, que solo revela a un mal discípulo de Yasujiro Ozu, vía Hirokazu Kore-eda.
Cómo hacerse millonario antes de que muera la abuela
Dirección: Pat Boonnitipat.
Intérpretes: Putthipong Assaratanakul, Usha Seamkhum, Sanya Kunakorn.
Género: comedia. Tailandia, 2024.
Duración: 126 minutos.
Estreno: 24 de enero.