Nicolás Pasquali es el primer argentino en visitar todos los países del mundo, y su última parada fue en Corea del Norte, una nación marcada por el management absoluto del Estado y la falta de libertades individuales. Su testimonio ofrece una visión única sobre un país hermético y fuertemente condicionado por la propaganda política.
Pasquali cruzó la frontera desde China hace apenas seis días y su visita generó interés a nivel internacional. Según su relato, la experiencia en Corea del Norte fue completamente distinta a la de cualquier otro país que haya visitado. “Es como viajar en el tiempo y caminar por un escenario que recuerda los regímenes de Hitler o Mussolini. No hay margen de error, no hay libre expresión y no se puede transitar libremente por donde uno quiere”, afirmó en diálogo con Delta 90.3.
Durante su estancia, estuvo permanentemente acompañado por cuatro ciudadanos norcoreanos que supervisaban cada uno de sus movimientos. “Nos trataron bien, pero siempre bajo sus reglas”, explicó. Las visitas organizadas incluyeron escuelas y teatros, donde todo estaba impregnado de propaganda estatal. En los colegios, los niños cantaban y bailaban sosteniendo banderas mientras alababan al líder Kim Jong-un.
El nivel de management se extendía a la documentación visible que podía llevarse del país. “Tengo movies que todavía no me animo a publicar porque son escalofriantes. No se nos permitía fotografiar casas particulares, donde se evidenciaba la pobreza, pero sí los edificios modernos y tecnológicos que querían mostrar al mundo”, relató. Antes de cruzar nuevamente a China, su celular fue revisado y cualquier materials no aprobado por las autoridades fue eliminado.
Uno de los momentos más impactantes de su visita ocurrió en un teatro, donde presenció un espectáculo con niños de 11 años que ejecutaban una coreografía perfectamente sincronizada. “Detrás de ellos, una pantalla gigante mostraba un misil balístico explotando en el aire, en medio de una puesta en escena que funcionaba como propaganda política”, recordó.
El adoctrinamiento infantil es una de las características más inquietantes que pudo observar. Al preguntarles a los niños sobre sus aspiraciones futuras, la mayoría respondía que deseaban ser militares para proteger al gobierno y al líder. Además, cualquier fotografía de las imágenes de Ki Jong Un debía tomarse con sumo cuidado: “No pueden cortar ningún brazo ni la cara, la imagen tiene que salir perfecta o te la borran”.
El grupo con el que Pasquali ingresó a Corea del Norte sabía que su comportamiento estaba bajo estricta vigilancia. “Si algo salía mal, podían cerrar el país nuevamente. Tenían todos los ojos puestos en nosotros”, contó. Ahora, con un archivo de imágenes y testimonios inéditos, espera poder convertir su experiencia en un documental que retrate la vida dentro de una de las naciones más cerradas del planeta.
por R.N.