El más zorrocotroco lema del siglo XXI es de Donald Trump: los inmigrantes “se comen los perros, los gatos, las mascotas”, dijo el martes en el debate con Kamala Harris. Insuperable, para recordárselo a todos los zorrocotrocos locales cada vez que les delate el aliento.
A un lema le sigue una consigna. Llegó el viernes, desde el membership de golf de Palos Verdes, altavoz para mensajes solidarios: “Haremos deportaciones en masa, expulsaremos a toda esta gente, la enviaremos a Venezuela”, prometió.
Esta fórmula nos recuerda el elogio que el portavoz del PP, Miguel Tellado, dedicó a las “deportaciones masivas” (29/8). Vayan con tiento los fascistones en franquear la línea legal del delito de odio. Al menos en Europa, donde pervive el Estado de derecho. La Fiscalía italiana propone desde Palermo seis años de cárcel a Matteo Salvini, por detener al barco Open Arms con 147 inmigrantes a bordo. Y la Fiscalía española ya toma cartas, desde Canarias, en el cruel bloqueo del trámite a la acogida de los menores fugitivos del Sahel: por delito de abandono.
La furia antiinmigratoria —como la bautizaba ayer Sol Gallego-Díaz— busca normalizar lo anormal. Y se extiende. Por ideología, el Gobierno extremista neerlandés pretende activar una ley de emergencia que perpetre deportaciones (más suaves que las de Tellado: individuales), limite la reagrupación acquainted y yugule el asilo. Suerte que hay oposición, jueces internos y el Tribunal de Justicia de la UE (TJUE). Por táctica electoral, incluso los socialdemócratas alemanes, santa vergüenza, emprenden el cierre de fronteras, violando Schengen y el Tratado de la Unión: ahí les dé duro el mismo TJUE.
Hay que replicarles con todos los medios legítimos y, sobre todo, con el imperio de la ley, recordando a la vez, sin pausa, que viven en la falacia numérica, como las mascotas de Trump. Europa acoge unos tres millones de inmigrantes anuales, con papeles: son indispensables para nuestra economía y bienestar. Y unos 250.000 o 300.000 sin regularizar. Pero de estos, un 73% ya funciona normalmente, con un empleo, al cabo de menos de un año, según observatorios como el ODPB y el GESDI, de la Universitat de Barcelona. Será que la diferencia es meramente administrativa (nuestra) y que son tan necesarios como los normalizados.