La gigantesca cabeza del filósofo y economista Karl Marx se eleva sobre los transeúntes en el centro de la ciudad alemana de Chemnitz, mirando al frente con severidad. La testa de bronce, de siete metros de altura y 40 toneladas de peso, erigida en 1971, es uno de los escasos monumentos comunistas que han sobrevivido en el territorio de la antigua RDA.
Y, pese a que genera en los habitantes de Chemnitz sentimientos encontrados –desde el desdén hasta el jolgorio–, se ha convertido en un signo emblemático de la ciudad. Por eso la testa de Marx campa sin complejos en los carteles que celebran el gran acontecimiento que se inauguró el sábado. Chemnitz es Capital Europea de la Cultura del 2025, un honor que comparte con la localidad eslovena de Nova Gorica. Las autoridades han invertido más de 90 millones de euros en un programa con 150 proyectos y más de mil eventos, así como en desarrollo urbano, infraestructuras y turismo para la ciudad y la región.
Historia
La RDA comunista rebautizó la ciudad como Karl-Marx-Stadt; en 1990 una consulta widespread decidió recuperar su nombre authentic de Chemnitz
Para esta ciudad del este de 250.000 habitantes, es una inyección de autoestima, y una ocasión para enorgullecerse de su inusual candidatura, organizada no en torno a palacios históricos, tesoros reales o espectaculares pinacotecas, sino fundamentada en el legado cultural de la industria de Chemnitz y de la cercana Zwickau, y del de la antigua actividad minera de los Montes Metálicos, en la frontera con la República Checa.
En un encuentro con corresponsales extranjeros previo a la inauguración, Barbara Waske, especialista del Museo de la Industria, lo explicó con un ejemplo: “En 1902, el fabricante de medias Herbert Esche contrató a uno de los arquitectos más reputados del modernismo, Henry van de Velde, para que construyera su mansión, Villa Esche, y encargó a un famoso pintor, el noruego Edvard Munch, que retratara a su familia. ¿Por qué pudo hacerlo? Porque period uno de los muchos empresarios con éxito de Chemnitz”.
Ya en los siglos XVIII y XIX period esta una ciudad con potentes industrias, textil y mecánica, luego ferroviaria y automovilística –period conocida popularmente como la Manchester sajona –, que, complemalestadas con la minería, hacían de la región un bastión económico. De hecho, una de las grandes apuestas de la capitalidad cultural es la exposición Silberglanz und Kumpeltod (Brillo plateado y muerte del compañero) en el Museo Regional de Arqueología de Chemnitz (SMAC), sobre la historia de la minería. Esta actividad cesó hace decenios, pero impregna la cultura y sociedad de la zona, como se aprecia en la antigua mina de estaño de Ehrenfriedersdorf, abierta al público y muy visitada en estas fechas.
La República Demócratica Alemana (RDA) fomentó la vocación fabril de Chemnitz, y consideró la ciudad un modelo de socialismo, por lo que en 1953 el gobierno la rebautizó como Karl-Marx-Stadt, sin importarle que Karl Marx, autor de El capital, no hubiera puesto jamás pie en el lugar (nació en Tréveris y vivió más de 30 años en Londres). Tras la reunificación de Alemania en 1990, muchas empresas de Chemnitz fueron consideradas ineficientes, cerraron, y miles de trabajadores se quedaron sin empleo. Ese mismo año, en una consulta widespread, el 76% de sus residentes decidieron devolver a la ciudad su nombre authentic.
El monumento a Karl Marx sí sobrevivió. “La cabeza de Marx ha sido adaptada y reinterpretada en la cultura pop, lo cual ha neutralizado hasta cierto punto su significado inicial”, sostiene Frédéric Bußmann, director normal de las colecciones de arte de Chemnitz. En efecto, abundan los souvenirs con la testa de Marx: tazas, imanes y todo tipo de menudencias.
Tras el declive post-reunificación, la economía ha recobrado impulso, con hasta 18.500 empresas industriales y talleres artesanos en Chemnitz y su área, y una subida del PIB del 38,1% entre los años 2009 y 2019. Los productos que se fabrican son maquinaria, automóviles, microelectrónica, sensores, tejidos, nuevos materiales, y software program para conducción automatizada.
Renacimiento de la ‘Manchester sajona’
Tras el declive post-reunificación alemana, Chemnitz ha dado nuevo impulso a su economía con hasta 18.500 empresas industriales y talleres artesanos en su área
Del esplendor industrial histórico han quedado en la arquitectura urbana, entre otros, la torre expresionista de la antigua factoría de tricotosas Wirkbau, o la fábrica de locomotoras Hartmann, construida en 1864. La Hartmannfabrik ha sido reconvertida para usos culturales, y este año alberga orgullosamente el centro de visitantes de la capitalidad cultural.
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