Cacophony va mucho más allá de una ficción. En palabras de su directora, Ana Serrano Gatell, esta obra es toda una crónica de nuestra realidad. Una crónica absolutamente fidedigna. El teatro, ese espacio siempre abierto a lo que sucede, entra de lleno en el debate del poder de las redes sociales y el odio que generan con este montaje, obra de la dramaturga británica Molly Taylor y que Ana Serrano Gatell estrenó, en catalán, la temporada pasada en la Sala Beckett de Barcelona, con enorme éxito de público y excelentes críticas. Cacophony llega ahora, en versión en castellano, al Teatro de la Abadía de Madrid, desde el próximo sábado, 16 de octubre, hasta el día 24 y con representaciones matinales dirigidas a institutos y colegios. Se han puesto a la venta entradas a seis euros (para menores de 30 años) desde tres horas antes del comienzo de cada representación.
Serrano Gatell, coordinadora artística y de programación de la Sala Beckett, que abandonó hace un tiempo la crimson social X (antes Twitter) y obligó a sus actores a dejar sus teléfonos móviles fuera de la sala de ensayos —”fue una decisión buenísima, que aconsejo a todos los directores”—, asegura que las “redes sociales no sirven para la comunicación, sino para el odio, los bulos, los insultos y las palabras agresivas”. Con un reparto de siete actores muy jóvenes —Martí Atance, Laia Manzanares, Mariona Pagès, Chelís Quinzá, Clara de Ramón (en el papel de Abi, la joven en torno a la que se desarrolla la acción), Mima Riera y Clara Sans—, que se desdoblan en unos 25 personajes, Cacophony narra la conversión de una joven en referente del movimiento feminista tras asistir a una manifestación en contra de la absolución a un futbolista de un delito de violación, y cómo, tras un suceso trágico, esas mismas redes que la llevaron a la gloria la ponen en el disparadero del odio más exacerbado.
Estas reflexiones en torno al poder de las redes y su traslado a la escena teatral coinciden con la decisión anunciada por el diario catalán La Vanguardia de abandonar la red social X y dejar en suspenso sus cuentas, siguiendo la estela del prestigioso diario británico The Guardian, que aseguró este miércoles que “X es una plataforma tóxica y su propietario, Elon Musk, ha utilizado su influencia para influir en el debate político de las elecciones presidenciales en Estados Unidos”.
Juan Mayorga, director artístico del Teatro de la Abadía, académico de la lengua y uno de los dramaturgos más interesantes de la escena española, considera que Cacophony es un espectáculo absolutamente oportuno por el momento en el que llega. “Acabamos de tener noticia de que un importante medio español, y probablemente habrá otros, ha decidido dejar de utilizar una fogosa crimson social para vehicular sus informaciones porque asocia esa crimson social no a la información, sino a la desinformación y a mentiras”, aseguraba este jueves en la presentación de la obra. Mayorga no está adscrito a ninguna crimson social. Para el dramaturgo, las redes, siendo importantes, atraviesan la conversación, colonizándola en alguna medida. “Son extraordinarios vehículos de transmisión de cultura, pero también lo pueden ser de mentiras, redes de construcción de sociedades y, al mismo tiempo, espacios de desagregación e incluso de construcción de antagonismos”, añadió.
Para el equipo de Cacophony, con Serrano a su cabeza, el descubrimiento del mundo de las redes sociales ha sido devastador. “Este espectáculo nos encoge el corazón cuando vemos toda la cacofonía de voces que entran en las redes para lanzar mensajes de ocio y amenazas y lo convierten todo en un auténtico infierno”, señala Serrano, que confiesa “la desprotección” que siente en ese mundo. “La red X genera mucho odio y violencia y por eso decidí salir”, añade la directora, mientras la actriz Clara Sans asegura que “en las redes todo el mundo tiene el derecho y la capacidad de opinar, pero luego nunca sabes realmente qué es lo que objetivamente ha ocurrido de verdad”. “Yo sigo siendo adicto a X, pero desde este espectáculo soy mucho más consciente de lo que es y que estoy ante un tema a resolver”, reconoce el actor Chelís Quinzá. “Es una función que invita al debate posterior. Conecta mucho con el público más joven”, se congratula Clara de Ramón.
Sobre el papel del mundo del teatro para entrar en el debate de estos temas tan arraigados en la sociedad, no exentos de complicaciones, Mayorga cree en su capacidad de crear espacios y tiempos de excepción, de atención y de escrutinio de lo que vivimos. “El teatro, entre otras cosas, puede reclamarnos silencio. Creo que cuando se producen situaciones como las que estamos viviendo de falsedades y bulos, lo que deberíamos hacer es contener nuestra tentación de ocupar el silencio con un comentario apresurado o un prejuicio inmediato. El teatro nos reclama atención y escucha. Siempre digo que el teatro es el espacio de la crítica y la utopía, que nos permite examinar lo que hay e imaginar otros modos de construirnos”, explica Mayorga, para quien lo mejor que puede hacer el teatro es “examinar los poderes y también nuestra relación frente a ellos”.
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