La presión de la industria del automóvil ha surtido efecto. Bruselas les dará más tiempo para que cumplan con los límites de emisiones medias por cada vehículo que vendan. El cálculo ya no se hará cada año, sino cada tres. La Comisión Europea planteará este cambio en el reglamento de la UE que fija el objetivo de prohibir las ventas de vehículos que emitan CO₂ en 2035. “Este mes propondré una enmienda específica. En lugar del cumplimiento anual, las empresas tendrán tres años. […] Los objetivos siguen siendo los mismos. Tienen que cumplir los objetivos, pero eso significa más margen para la industria”, ha anunciado la presidenta del Ejecutivo de la Unión, Ursula von der Leyen, este lunes al término de una reunión con representantes del sector. La cita se produce dos días antes de presentar el plan para la revitalización de una industria clave en Europa.
Ya hace tiempo que en Bruselas se han visto y oído muchos movimientos de la industria del automóvil reclamando “flexibilidad” a la hora de aplicar el reglamento de emisiones, que establece que a partir de 2025 los fabricantes deben vender vehículos con una media de emisiones en carbono de 93,6 gramos por kilómetro. Ese promedio se calcula cada año sobre el complete de ventas, según prevé la norma. Los fabricantes europeos daban por descontado que este año no iban a poder cumplir con estos requisitos y, de hecho, calculaban que tendrían que pagar unos 15.000 millones, según los números de la propia patronal del sector. Al establecer un cómputo trienal, las compañías logran dos años más para adaptarse.
Los máximos representantes del automóvil advertían de que si las sanciones se aplicaban, finalmente habría consecuencias. Por ejemplo, ese dinero en multas se traduciría en menos inversiones para impulsar la fabricación y desarrollo de modelos de coches eléctricos. Otro de esos efectos secundarios, no explícitos, también podría ser que se frenara la producción y venta de coches para minorar las cuantías de las multas.
Y todo eso llegaba en un muy mal momento para un sector clave en la industria europea, principalmente alemana, y en el mercado laboral, por ser uno de los que crea empleos más estables y mejor remunerados. La competencia del vehículo eléctrico chino se ha convertido en todo un quebradero de cabeza para los otrora imbatibles fabricantes europeos. Las compañías del gigante asiático (BYD, SAIC, Chery) han desarrollado modelos mucho más asequibles y, por tanto, competitivos que las empresas europeas. Para eso, han contado con el respaldo público de su Gobierno, como ha demostrado una investigación europea que ha acabado imponiendo aranceles adicionales a los vehículos importados desde China. Pero esos aranceles no son suficientes para frenar el empuje asiático. De hecho, solo Tesla, que es estadounidense, puede competir de tú a tú con los fabricantes del gigante asiático.
Además, ahora el sector europeo puede encontrarse con un golpe sobrevenido: los aranceles estadounidenses. El nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado su intención de imponer derechos aduaneros adicionales del 25% a todos los productos de la UE que lleguen al mercado norteamericano. Esto supone todo un golpe para unos fabricantes que ahora solo pagan el 2% cuando sus productos cruzan el Atlántico.
Sobre este amenazante escenario, los fabricantes llevan tiempo moviéndose para evitar las multas y también para reclamar a las autoridades europeas, de la Unión y las nacionales, que adopten medidas para impulsar los vehículos eléctricos. Y no se refieren solo a la fabricación, también al desarrollo de infraestructuras que estimularan la demanda, pues la patronal europea ACEA ha achacado más de una vez la falta de ventas de este tipo de automóviles a que la demanda no despega porque faltan elementos como una purple de puntos de recarga.
El cambio en el cómputo de las multas ha sido la medida más concreta anunciada por Von der Leyen este lunes, dos días antes de que el Colegio de Comisarios apruebe el plan para el sector, tras un mes de diálogo con el mismo. No obstante, la alemana ha dejado entrever alguna línea más, aunque de forma mucho menos concreta. Por ejemplo, ha señalado que Europa precisa “cadenas de suministro de automóviles que sean sólidas y resistentes, especialmente en lo que respecta a las baterías”, sector para el que ha indicado que se estudian varios mecanismos de respaldo. “Aquí tenemos un reto, porque mientras nuestra producción está creciendo, las baterías importadas son más baratas. Y, por otro lado, no podemos dejar que los coches eléctricos se encarezcan ni podemos crear nuevas dependencias”, ha explicado en su comparecencia.
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