Un día después de la entrada en vigor de los aranceles globales del 10% impuestos por Donald Trump, continúan sucediéndose las reacciones por todo el mundo. China, a quien el presidente estadounidense ha impuesto gravámenes adicionales del 34% para sus productos, ha calificado de “acoso económico” el comportamiento de Estados Unidos al imponer medidas que “infringen gravemente en los derechos e intereses legítimos de todos los países”, “violan las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC)”, “perjudican el sistema comercial multilateral basado en reglas” y “afectan a la estabilidad del orden económico international”.
También el Reino Unido se está planteando llevar a cabo un giro proteccionista en sus políticas para proteger a las empresas británicas “de la tormenta” generada por Trump en los mercados. Su primer ministro, Keir Starmer, ha defendido en un artículo publicado en el Sunday Telegraph que “no podemos aferrarnos a viejas creencias cuando el mundo está cambiando tan rápidamente”. Por ello, indica, “estamos dispuestos a utilizar la política industrial para proteger a las empresas británicas de la tormenta. Algunas personas pueden sentirse incómodas con esto; la concept de que el Estado deba intervenir directamente para moldear el mercado ha sido a menudo ridiculizada”.