— ¿Amaia, qué podía salir mal en su tan aclamada actuación en La revuelta?
— ¿Que qué podía salir mal? Absolutamente todo.
Y Amaia suelta una carcajada. Cómo salvaguardar el espíritu incisivo ante una entrevistada con una sonrisa pure permanentemente dibujada en el rostro. Malamente…
Amaia Romero (Pamplona, 26 años cumplidos el 3 de enero) ha llegado 45 minutos tarde a la cita. “Perdón, perdón, perdón”, cube al aterrizar, y junta las manos como si rezara. Son las 14.00 y empezó temprano una rueda de entrevistas que han ido acumulando retraso. El 31 de enero publica su tercer disco, Si abro los ojos no es real, con 12 temas, donde se incluye Tengo un pensamiento, cuya puesta en escena impactó tanto en el último programa de 2024 de La revuelta. A la cantante le acompaña private de la discográfica, su hermano y supervisor (Javier Romero, ocho años mayor que ella) y un maquillador, que le da pequeños retoques a su rostro y le coloca el pelo para las fotos. Es una estrella, un poco a su pesar.
Pregunta. Si me permite, vamos a preguntar a ChatGPT que proponga una pregunta incómoda para Amaia Romero.
Respuesta. Uy, qué bien, yo jugueteo un montón con ChatGPT.
Después de regañar a la inteligencia synthetic, a la cuarta ofrece algo con cierta sustancia:
P. ¿Cuánto de complicado ha sido no dejarse manejar por la industria musical?
R. Bueno, se ha portado bien ChatGPT [risas]. La verdad es que he sido afortunada. Desde que salí de Operación Triunfo [2018] siempre han confiado en mi criterio. Igual la que más difícil me lo pongo soy yo misma, porque tengo muchos prejuicios a la hora de hacer cosas. Cuando empecé a componer tenía cero prejuicios. Period un lienzo en blanco y podía hacer lo que quisiera. Así que vomitaba todo lo que quería y luego seleccionaba. Pero conforme va pasando el tiempo siento que me nacen más prejuicios. Pero soy consciente e intento luchar contra ellos. Ahora le doy más vueltas a lo que escribo.
P. ¿Ni siquiera tuvo que frenar a gente del entorno de O.T., con fama de querer dirigir las carreras de los concursantes?
R. Bueno, al principio sí que se peleó, porque igual ya había una especie de thought de lo que ellos querían que hiciera. Pero de esa época recuerdo muy poco, porque iba con el piloto automático. Y se llegó rápido a un acuerdo a nivel de contrato. Desde entonces me han dejado trabajar a mi gusto.
P. ¿Le provoca cierto agobio petarlo mucho?
R. Sí. Es que no busco petarlo. Mi objetivo sería mantenerme tal y como estoy: en popularidad y en números. No me gustaría crecer mucho más, porque el tipo de persona que soy no encajaría mucho con el tipo de vida de alguien famosísimo. Pero ojo, que mantenerse es muy complicado.
No me gustaría crecer mucho más, porque el tipo de persona que soy no encajaría mucho con el tipo de vida de alguien famosísimo. Pero ojo, que mantenerse es muy complicado”
P. Supongo que se acuerda de su paso por el programa de televisión El Número Uno (Antena 3). Tenía 13 años y competía con Alberto, un señor de cierta edad. Y ahí estaban los dos, cogidos de la mano, y el voto de Mónica Naranjo, que period jurado, fue clave para que ganara Alberto. Le dijo: “Amaia, te voy a hacer el favor de tu vida no haciéndote ganar, porque si ganas te van a devorar. Nos vemos dentro de unos años”. ¿Tenía razón Mónica Naranjo?
R. Pues la tenía, sí. Yo period una niña, que además iba mal en los estudios, y no tenía nada más que ofrecer en ese momento a la música.
P. Creo que hubo un trimestre en el que suspendió todas.
R. Sí, sí. Y no period gamberra, eh. Period… despistada. No me portaba mal, period muy buena, pero estaba en mi mundo. Un mundo que no es diferente al de ahora.
P. En su mundo de ahora ha entrado la reflexión sobre la muerte, que aparece en varias canciones de su disco. Muy joven para pensar en el remaining…
R. Ya ves… Pero es que el tema de la muerte siempre me ha llamado la atención: algo tan desconocido, y a la vez tan inevitable… Y justo el año pasado se murió mi abuela. Se trata de la primera muerte de alguien cercano que he vivido de adulta. Eso me hizo reflexionar más sobre la muerte. Es un tema que me crea mucha ansiedad y me da miedo. Pero lo he querido reflejar como algo bonito y nada oscuro. Por ejemplo, mi abuela se murió de forma súper dulce, mayor, rodeada de su familia… Ojalá pueda morir yo así. La canción Despedida, del nuevo disco, habla de ella.
P. A su madre le da caña en la canción M.A.P.S.
R. [Carcajada] Uy, se me ha caído un moco. ¿Tienes un kleenex?
P. Me tienta meter esto en la entrevista, porque es una de esas reacciones espontáneas muy suyas, como cuando dijo hace dos semanas en el podcast Estirando el chicle: “Yo soy mucho de estar en casa y meterme la mano en el chocho. Es que da un gusto…”.
R. [carcajada] Es que a veces suelto unas cosas… ¿Dónde estábamos?
P. Con su madre…
R. Ah, sí. La canción M.A.P.S. son las iniciales de Mejores Amigas Para Siempre. Las relaciones con las madres nunca son fáciles. A ella le encantaría que yo siguiera siendo su niña pequeña, pero esos años nunca más volverán. Las personas crecen, se hacen independientes y tienen su vida adulta. Pero me llevo fenomenal con ella, eh. La canción es una reflexión sobre hacerse adulto.
El año pasado se murió mi abuela. Se trata de la primera muerte de alguien cercano que he vivido de adulta. Eso me hizo reflexionar sobre la muerte”
P. Hablando de familia, usted trabaja con su hermano [manager] y su novio [Daniel Dalfó, alias Daniel 2000, su director creativo y productor de algunas canciones del disco nuevo]. Eso está totalmente contraindicado…
R. Es verdad, sí. Hace poco me cambié de psicóloga y el primer día que fui le dije que trabajaba con mi hermano y mi novio, y puso una cara como diciendo: “Uy, uy. Aquí tengo mucho trabajo…” [risas]. Está claro que es difícil separar lo private de lo profesional. Pero tanto Daniel como Javier y yo somos personas bastante empáticas, que nos gusta hablar claro. Siempre habrá roces y discusiones, pero la comunicación es básica y por ahora estoy contenta. A ver dentro de diez años que te digo… [risas]
P. Al principio de la entrevista dijo que muchas cosas podían salir mal en su actuación en La revuelta. A qué se refiere.
R. Yo estaba histérica. Se llevaba hablando desde hacía varios meses con el equipo de La revuelta, pero los ensayos fueron solo tres días antes. Había mucha gente implicada y aunque parecía algo pure, todo estaba muy bien calculado y minutado. Los días de antes me daba muchísimo miedo. Pero el primer día de ensayo fue muy fluido. Y la gente del programa fue increíble. Cuando teníamos las reuniones creíamos que nos iban a decir que eso no lo podíamos hacer, pero ellos querían ir más allá, tenían concepts más locas.
P. Se ve al principio a Grison y parece hasta conmovido…
R. Es verdad… Le dijeron: “Oye, cuando empiece Amaia a cantar, no digas nada” [risas].
P. La letra del tema Tengo un pensamiento, por cierto, supongo que está dedicada a su novio…
R. A David, sí. En el disco se ve claramente una evolución, y no solo en las letras y canciones, también en lo estético. Es un disco muy sincero, que refleja mucho mi personalidad. Yo también cada vez he tenido más claro quién soy. Hablo de temas más explícitos, como mi relación con mi madre, los de la muerte, o Tengo un pensamiento, que es la canción más clara sobre amor que he escrito. Es un álbum explícito y fantasioso, una especie de realismo mágico. Como que lo actual puede ser también muy fantasioso. Y eso me outline mucho.
P. En octubre pasado, EL PAÍS publicó una encuesta donde se veía una brecha entre los hombres y las mujeres de la generación Z, a la que usted pertenece. Una mayoría de los chicos considera que “la inmigración aumenta la delincuencia” y votan a la derecha, mientras las chicas son mucho más progresistas. ¿Ha notado estas diferencias en su entorno?
R. La verdad es que en mi entorno, no. La gente con la que me relaciono es muy sana. Pero, claro, me salgo de ahí y veo racismo y machismo. Y veo a Trump, y veo que Vox gana mucha popularidad en España… Es como que no entiendo nada. Me asusta un poco. Desde luego, no es un reflejo de la gente de mi entorno, y me sorprende muchísimo.
Veo a Trump, y veo que Vox gana mucha popularidad en España… Es como que no entiendo nada. Me asusta un poco. Desde luego, no es un reflejo de la gente de mi entorno, y me sorprende muchísimo”
P. Si abre ahora su TikTok, qué le sale de forma recurrente.
R. Mucho vídeo de masas antiestrés, que las mezclan con abalorios; muchos bebés haciendo cosas graciosas, vídeos de animales, música, y también de cotilleos. Soy bastante consumidora, sí.
P. ¿Es capaz de ver una película en casa de dos horas sin mirar el móvil?
R. Ummm. ¿Dos horas? Depende de qué película. El otro día vi El reino, de Rodrigo Sorogoyen, que dura más de dos horas [132 minutos], y no eché mano del móvil. Me encantó. Pero con otras películas sí tengo que mirar el móvil. Por ejemplo, cuando voy al cine me informo de la duración de la película, para estar concienciada del tiempo que debo estar sin el teléfono. Siento que cada vez me cuesta más prestar atención durante determinado tiempo. Me gustaría que no me pasara, la verdad.
P. El otro día decía en este periódico el cantante de Alcalá Norte que tuvo que meter el teléfono móvil en un cajón y olvidarlo para recuperar su pasión por la lectura de libros y el estudio.
R. Es que esto va a ser como el tabaco. Cuando se empezó a fumar no se sabían las consecuencias a largo plazo que podría tener en la salud. Con el móvil va a pasar igual. ¿Cómo va a afectar a nivel psychological a los niños de ahora? Igual en un futuro se prohíben algunas cosas por las consecuencias, como con el tabaco.
Después de tanta sonrisa acaba la entrevista con un asunto serio. Pero Amaia se repone y se despide con su innata jovialidad very important: “Y perdona por el retraso, por favor”.