Nunca en los últimos 35 años, desde la Caída del Muro de Berlín, la sociedad civil alemana había manifestado una polarización tan profunda: con los neonazis de la AfD, último fenómeno electoral de extrema derecha en Europa, convertidos en segunda fuerza política, y en una etapa aciaga para la principal de economía del euro.
El bastión productivo europeo del último cuarto de siglo transita por una larga y tortuosa senda de recesión. Y hay dudas razonables sobre la estabilidad de la gran coalición entre los democristianos de la CDU/CSU y los socialdemócratas del SPD que, en el subconsciente colectivo alemán, es sinónimo de eficiencia en la gestión económica y en la armonía social.