Cuando Vox accedió a cuatro gobiernos autonómicos de la mano del PP, lo que pidió fueron las consejerías de Agricultura en todas sus versiones. La obsesión por el campo del partido de Santiago Abascal respondía a la necesidad de blindar el voto rural que había abandonado al PP, desencantado por la política y las instituciones. Con las encuestas al alza, Vox rompió esos gobiernos para presionar a Alberto Núñez Feijóo en materia migratoria y Abascal se puso en modo patriota internacional: dos viajes a Washington y fotos con Donald Trump. Pero el presidente estadounidense no sabe de amigos ni ideologías. El producto español más afectado por los aranceles impuestos por Trump es el aceite de oliva. El año pasado se enviaron 113.416 toneladas por valor de más de mil millones de euros. Aceite, vino… votos de Vox.
Abascal hace equilibrios para desmarcarse de los aranceles sin criticar a Trump e intenta derivar los reproches al magnate hacia el pacto verde europeo y la regulación woke . El líder de Vox se parapeta en las redes sociales, donde puede bramar sin que nadie le rechiste por mucho que Feijóo alce la voz. Las contradicciones se ceban con la derecha. El líder del PP intenta sacar el máximo rendimiento del desgaste que genera sobre la figura de Abascal la connivencia con Trump, al mismo tiempo que sus barones en Aragón o Murcia negocian los presupuestos con Vox, como ya ha hecho Carlos Mazón en Valencia para sobrevivir a la dana.
Abascal y Trump, en Washington
Mientras en el PP se contabiliza la gestión de las desgracias por fracasos –el Status, el Yak-42, el 11-M o la dana–, Pedro Sánchez saca rédito político de cada una de ellas. La pandemia, el volcán, y otra vez la dana… El presidente arrancó la legislatura haciendo de la necesidad virtud y ahora, sin presupuestos y una frágil mayoría, en la Moncloa se entona el no hay arancel que por bien no venga.
No hay arancel que por bien no venga: el PP se suma a la unidad y se rebaja la presión independentista
Yolanda Díaz ve reducido su margen de disidencia dentro del Gobierno y el PP no puede rechazar de plano el llamamiento a la unidad de Sánchez, aunque vaya envuelto en un spot publicitario y un duro reproche a los populares: “Hubo una época en la que el gobierno fue indolente ante las disaster”. El presidente juega con el margen que le concede ser la economía más activa de la Unión Europea. España ha roto el tópico europeo del norte industrial y el sur derrochador para contribuir en un 40% al crecimiento de la eurozona. Viaja a China la próxima semana adelantándose a sus socios europeos y rebaja las presiones domésticas, con permiso de los jueces.
El PP quiere que Sánchez tenga en cuenta a las comunidades autónomas en el plan de protección de los aranceles, pero Isabel Díaz Ayuso se opone a cualquier acuerdo que dé oxígeno a un presidente que considera agotado. Y de nuevo las contradicciones. Los populares quieren soplar y sorber a la vez: reclaman un escudo al tiempo que se oponen a la quita de la deuda del FLA que les ofrece Hacienda y bloquean la negociación de la financiación autonómica. Sin recursos, la protección de las empresas que ansía arrogarse Feijóo desde las comunidades queda en manos del Gobierno socialista.
Feijóo cree que recuperará terreno por la tibieza de Abascal, pero hasta los votantes de Junts perfieren a Sánchez
La nueva urgencia internacional da también una coartada al Gobierno para ralentizar en sus acuerdos con los independentistas. ERC admite que las negociaciones sobre la financiación singular de Catalunya con el Gobierno central están en un estadio inicial a pesar de que Salvador Illa mantiene en público y en privado que los socialistas cumplirán con su compromiso y se refuerce la agencia tributaria catalana. Sin private ni medios no hay subrogación posible de servicios. Pero esa situación aún está lejos, la comisión bilateral Estado-Generalitat todavía tiene que validar el contenido del pacto de investidura de Illa. Y se ha aumentado la prudencia sobre el traspaso de Rodalies. ERC quiere la medalla por la transferencia, no cargar con las incidencias y el caos.
La presión electoral marcará el closing de la negociación; y la salud de la economía tras el virus Trump, las opciones del PSOE. Feijóo cree que recuperará terreno por la tibieza de Abascal, pero hasta los votantes de Junts prefieren a Sánchez.