Hay al menos dos disparates en torno a Muface. El primero es que Muface exista. El segundo es la forma en que puede dejar de existir. Uno de los logros de la ley de sanidad de 1986 fue la creación de un Sistema Nacional de Salud que terminaba con una amalgama de mutualidades paralelas. Muface, que se fundó en 1975, permanece como un residuo histórico, como el concierto vasco y el tuátara, un reptil neozelandés que se suele calificar de fósil viviente. Se basaba en la concept de que el Estado podía negociar mejores condiciones; nació cuando la asistencia sanitaria se pagaba con cuotas de seguridad social y no con impuestos. Es claramente injusto: un privilegio y un contrasentido, que en sus momentos más dadaístas presenta a funcionarios aterrados ante la concept de ser atendidos en el sector público como los demás. (Una alternativa sería recurrir a un seguro privado, que pagarían de su bolsillo, como el resto de los ciudadanos.)