Hace una semana, las cámaras del Café Lavé, en Mérida (Yucatán), grabaron al periodista catalán Joan Serra Montagut irrumpiendo en el native, notablemente exaltado, e increpando a la camarera que atendía detrás de la barra. Eran las 6.50 de la mañana y la música llegaba hasta su apartamento, cercano a la cafetería. “¡No me chinguen más!”, se le oye gritar mientras rompe diversas macetas y objetos, ante la mirada asustada de la trabajadora. “No hay necesidad [de tirar más cosas]”, le pide ella, que ya había accedido a bajar el volumen, pero él duplicate irónico: “¿No? ¿Segura?”, y procede a romper otra pieza contra el suelo. “No me manden a nadie aquí al lado, no me hagan nada en la casa, porque les juro que destrozo esta puta mierda”, le espeta Serra Montagut, arraigado en México desde hace 15 años.
El vídeo, de dos minutos ―la grabación completa es de 10―, corrió como la pólvora entre los vecinos, que le abroncaron a la puerta de su casa, y la camarera realizó una denuncia formal junto con los propietarios del native. La Fiscalía estatal le abrió entonces dos carpetas de investigación, una por agresiones y acoso a la trabajadora, y otra por allanamiento y daños en el establecimiento, y este viernes una decena de agentes ha desembarcado en su domicilio y se lo ha llevado detenido.
“Sé que empieza un proceso cansado”, cube Ruth Medina (23 años), la camarera que sufrió el incidente, en un intercambio de mensajes con este periódico, “pero me siento muy apoyada por muchas personas y eso me hace sentir un poco más segura”. En una llamada la tarde antes, Medina aseguraba sentir miedo todavía porque el hombre había amenazado con matarla si decía algo, y ella había sido muy activa denunciando públicamente el episodio, que solo finalizó cuando entró otra persona en el native. “Se volvió, y le dijo a la clienta: aquí no pasó nada”, recapitulaba ayer.
Este no fue el primer episodio. Serra Montagut ya se había quejado tres semanas antes a los encargados de la cafetería por las molestias que le causaba la música, según ha confirmado Medina. Entonces no hubo ningún altercado, los responsables accedieron a bajar el volumen y el periodista abandonó el sitio sin mayor problema. La siguiente vez perdió los estribos. “Nunca he actuado así. Cuando me faltan el respeto, actúo así. Exijo respeto. Soy una persona que lucha por mejorar este puto mundo, y me caga la gente racista, la gente asquerosa, y tú trabajas para esta mierda de gente. Eres cómplice de esta mierda. Quiero la música baja”, se le escucha vociferar fuera de imagen antes de que se corte la grabación difundida en las redes sociales.
En un segundo vídeo grabado por los vecinos que le increparon a las puertas de su casa, responde más calmado a los reproches. “No me hable de respeto a las mujeres porque llevo años trabajando con mujeres”, se justifica antes de asegurar que se disculpará con la trabajadora y exigir que le dejen de grabar.
Joan Serra Montagut (Barcelona, 38 años), al que primero se le confundió con un turista, vive en México desde 2011 y cuenta con la doble nacionalidad. Licenciado en periodismo con premio extraordinario por la Universidad Autónoma de Barcelona en 2008, ha trabajado o colaborado desde entonces con diversos organismos públicos: desde la Unesco hasta el Parlamento Europeo, pasando por la Generalitat de Cataluña. Con el Gobierno autonómico tenía una relación más estrecha a través del Casal Català de Yucatán, un tipo de centro cívico oficial que se ha ido implantando en diversos países al calor de la Ley de Relaciones con las Comunidades Catalanas del Exterior de 1996.
El también promotor cultural dirigió este centro durante nueve meses, aunque su colaboración continuó, al menos, una década más. La Delegación del Gobierno de Cataluña en México y Centroamérica aseguró a Ruth Medina, en un mensaje al que ha tenido acceso este periódico, que desde 2021 no han tenido ninguna vinculación con él, aunque esto no está del todo claro. Serra Montagut desarrolló un proyecto regional de promoción de la lectura y la escritura con el que ganó el Premio Nacional de Juventud de España en 2014. Ese proyecto derivó en Som Editorial Colectiva, que utilizaba la escritura conjunta “como herramienta de transformación social”, según se leía en su página internet, eliminada tras el suceso, y que colaboraba con el casal catalán.
Con la misma rapidez que el Gobierno catalán, y con el mismo miedo a caer en la cancelación ―a pesar de que los hechos acontecidos no podrían ser en ningún caso imputables a la organización―, la delegación de la Unesco en México también se ha desmarcado del periodista en una nota aclaratoria en la que asegura que Serra Montagut “no es funcionario” de la institución. No ha confirmado ni desmentido, sin embargo, las colaboraciones que aparecen en la página internet del periodista, que decía trabajar en el área de Comunicación para el Desarrollo y posteriormente como consultor del Programa de las Naciones Unidas por una Cultura de Paz en Chiapas.
Incluso la revista Calderí, una publicación quincenal del municipio catalán Caldes de Montbui, de 18.000 habitantes, donde residía el periodista antes de mudarse a México, ha eliminado la entrevista que le realizaron en enero de 2020.
Además de su internet oficial, Joan Serra Montagut ha eliminado todas sus redes sociales y ha guardado un silencio absoluto desde el incidente en la cafetería. Un amigo cercano ha asegurado a este periódico que solo otro de sus allegados ha conseguido hablar con él desde entonces. El activista, que ha ganado algunas de las becas públicas más prestigiosas, como la Robert Schuman, y ha sido durante una década un referente en la promoción cultural en la región, es hoy repudiado por todos y espera ya detenido las siguientes medidas de las autoridades.