La violencia económica no deja huellas visibles en el cuerpo, pero es una de las formas más insidiosas de abuso. El management de los recursos económicos se utiliza como medio para ejercer el poder dentro de una relación y se manifiesta de diferentes maneras, algunas de ellas más evidentes que otras. Ser consciente de las primeras señales es la mejor manera de actuar a tiempo y prevenir las agresiones.
No tener cuenta bancaria propia es un riesgo
“Si no tienes una cuenta bancaria ya estás en un alto nivel de vulnerabilidad ante la violencia económica”, explica Annalisa Monfreda, autora del libro Quali soldi fanno la felicità? (¿Qué hace el dinero por la felicidad?) y cofundadora de Rame, una plataforma que ayuda a las personas a gestionar sus finanzas para alcanzar su plenitud económica.
De acuerdo con información de ONU Mujeres, la brecha de género en la titularidad de cuentas bancarias se redujo en 2021 después de años de estancamiento; no obstante, el porcentaje de hombres con titularidad bancaria es mayor, con un 78%, frente al 74% de las mujeres. En este contexto, cualquier disputa puede poner a la mujer en dificultades financieras. Si la persona no tiene propiedad sobre la cuenta, otra puede utilizar el dinero como instrumento de poder.
Monetizar el trabajo doméstico
El segundo nivel de vulnerabilidad es la falta de instrumentos laborales. La mujer puede tener una cuenta private de ahorros, pero si no percibe un salario sigue dependiendo económicamente de su pareja. Los datos hablan por sí solos: la brecha de género en materia de participación laboral se mantiene en el 30% desde 1990, con el 80% de hombres frente al 50% de mujeres. En 2022, la tasa de participación laboral de mujeres entre 25 y 54 años fue del 61.4% en comparación con el 90.6% de los hombres.
“Es un tema muy delicado, muchas de estas mujeres trabajan porque se ocupan de hogar y de los hijos. Sin embargo, si decidieran dedicarse a las labores domésticas por elección propia, deberían contar con remuneración”, defiende Monfreda. Este aspecto sigue siendo un tabú hoy en día; la pareja que quiere evitar la violencia económica, deben tomar estas decisiones conscientemente.
No tener ingresos también significa no tener cotizaciones
No tener ingresos propios coloca a las mujeres en una situación de dependencia en el futuro. Una trayectoria discontinua en el trabajo debida al cuidado de la familia, que culturalmente sigue recayendo sobre los hombros de las mujeres, se traduce en una brecha de género en las pensiones. “Por ejemplo, si se trabaja en la empresa acquainted, es essential tener un salario propio, sobre todo para tener cotizaciones en la vejez. La pensión complementaria debe pagarse a tiempo”, añade la cofundadora de Rame. A menudo no se sabe cuál sería una cifra “justa” por el trabajo doméstico.
La primera señal que identifica la violencia económica es el management
La pareja comienza a pedir recibos, a mirar el historial bancario, impugnar constantemente las decisiones tomadas por la pareja. También hay intento de desmotivar una posible vuelta al trabajo después de que los hijos hayan crecido. “A menudo las mujeres cuentan que, después de haber comunicado su deseo de volver a trabajar, hay resistencia por parte de su pareja, con frases como: ‘Si te van a pagar tan poco, mejor quédate en casa y ahorras'”, afirma Monfreda. Estas también son formas de violencia, pues buscan devaluar el crecimiento private y profesional.
En muchos casos, se explota la “asimetría de información”, aprovechando el desinterés cultural de las algunas mujeres por el dinero, sus parejas pueden utilizarlas para extraer beneficios fiscales. En tal escenario, se recomienda complete consciencia por parte del firmante, como en el caso de una escritura de propiedad o un préstamo.
Herramientas de apoyo para la independencia económica
Según la autora, las mujeres que llegan a denunciar la violencia económica lo hacen porque ya no pueden acceder a su cuenta bancaria, es decir, cuando la agresión financiera está bien cimentada. No obstante, existen herramientas para lograr la independencia económica: por ejemplo, acudir a centros antiviolencia, reconocidos por las regiones y los servicios gobierno locales. También está la asistencia jurídica, que permite a las víctimas no pagar los honorarios de un abogado por asuntos civiles y penales.
La gestión del dinero y la educación financiera son un paso clave para afirmar la propia independencia. Monfreda recomienda hacer un seguimiento de los ingresos y gastos, sobre todo para poner en marcha un análisis de los gastos individuales, para entender si algunos de ellos responden a un dictado social: “Tenemos que entender qué necesitamos realmente para vivir bien, qué gastos queremos proteger, y ver si ganamos lo suficiente. Si la respuesta es afirmativa, podemos plantearnos destinar los ahorros a un fondo de pensiones”.
Artículo publicado en WIRED Italia. Adaptado por Alondra Flores.