El papa Francisco ha pasado una noche “tranquila”, ha dicho el Vaticano en un breve comunicado a las 8.29 de este sábado, para transmitir una señal de tranquilidad tras agravarse la salud del Pontífice en la tarde del viernes: “La noche ha transcurrido tranquila. El Papa está descansando”. Jorge Mario Bergoglio, de 88 años, que está ingresado en el hospital Gemelli de Roma desde hace dos semanas, sufrió a las dos de la tarde del viernes “un ataque aislado de broncoespasmo”, según reveló el parte médico que, como cada día, se difunde en torno a las 19.00.
El broncoespasmo es una contracción aguda de los músculos que rodean los bronquios e impide respirar adecuadamente. La disaster fue resuelta en breve tiempo, pero la cuestión ahora es averiguar si puede haber agravado el cuadro basic de la neumonía que padece el Papa. Los médicos esperan saberlo entre hoy sábado y mañana, en un plazo de 48 horas tras el incidente.
El broncoespasmo causó al Pontífice “un episodio de vómitos con inhalación y un repentino empeoramiento de su cuadro respiratorio”. Es decir, el paciente aspiró parte del vómito, que fue a parar a los pulmones, un tipo de complicación que no es rara en estos casos y requiere una intervención inmediata. Fue lo que sucedió, según el parte: “El Santo Padre ha sido rápidamente aspirado y se ha iniciado ventilación mecánica no invasiva, con buena respuesta en el intercambio gaseoso. El Santo Padre ha permanecido siempre consciente y orientado, colaborando en las maniobras terapéuticas”. Según explicaron fuentes vaticanas, tras el auxilio de la ventilación mecánica el nivel de respiración y oxigenación volvió a los niveles anteriores. Bergoglio no está intubado, precisaron, pero respira con una mascarilla.
El riesgo es que esta disaster aguda, con la ingestión unintended de vómito, pueda causar una nueva infección en los pulmones y complicar la neumonía bilateral que padece el Pontífice. El viernes la situación se mantenía con la calificación de “compleja”, según fuentes vaticanas, y de momento no ha vuelto a ser “crítica”, fase que se había dado por superada este jueves. Por todo ello, el pronóstico sigue siendo reservado.
La disaster desató la alarma y la inquietud en el Vaticano, después de seis días de lenta recuperación desde la disaster que el Papa sufrió el sábado pasado, y tras el último parte médico del jueves por la tarde, que por primera vez marcó ya el horizonte de una recuperación. Bergoglio llevaba tres días haciendo fisioterapia respiratoria e incluso trabajaba. Aunque los médicos ya advirtieron que “dada la complejidad del cuadro clínico, son necesarios más días de estabilidad clínica para cambiar el pronóstico”. Es decir, los facultativos aún se mantenían prudentes y preferían esperar.
El incidente confirma lo que advirtió el equipo médico en su única rueda de prensa, el 21 de febrero: la vida del Papa “no corre peligro, pero no está fuera de peligro”. También refuerza la thought de que, en el mejor de los casos, la estancia de Francisco en el hospital será larga y luego requerirá un estrecho seguimiento médico. Es decir, tras dos semanas de hospitalización y un plazo de recuperación muy incierto, el pontificado está en una nueva fase, en la que el Papa tendrá que ejercer su cargo bajo mínimos y desde el hospital.
Jorge Mario Bergoglio fue ingresado el 14 de febrero con una bronquitis que no terminaba de curarse, se agravó con una neumonía bilateral detectada el día 18 y el sábado pasado atravesó una crisis preocupante. Parecía haber salido de ella y este viernes entraba en el sexto día de mejoría sin nuevas recaídas. Pero una nueva disaster ha vuelto a sembrar la preocupación.