Alén Ayerdi debe su nombre a la pasión de su madre por Alain Delon. Llegó la señora al registro de Pamplona y le preguntaron: “¿Nombre?”. “Alén, como la estrella francesa Alain Delon”. La madre, una corajuda extremeña que se fue a vivir con 11 años a Berriozar (Navarra) con unos parientes, falleció en 2010 con 63 años. Fue en el ecuador de cinco años que demolieron emocionalmente a Ayerdi. En 2007 se quedó viudo. El niño de la pareja solo tenía un año y medio. En 2012 comenzaron unos problemas de corazón que le llevaron al quirófano en cinco ocasiones. Le desahuciaron: usted no va a poder realizar nunca ejercicio físico. A todos los reveses se repuso, dando sentido al término resiliencia: capacidad de adaptación de un ser vivo frente a situación adversa.
Hoy, Ayerdi (Pamplona, 50 años) es la persona más poderosa en el rock español: representa a Gown y a Marea, organiza giras con llenos en pabellones, dirige una discográfica (El Dromedario Records) que despacha miles de ejemplares físicos y toca la batería en dos grupos, Ciclonautas y Marea. Después de escuchar un resumen de su devenir, Alén se encoge de hombros y cube: “La vida es así, te pasan cosas duras y lo que hay que hacer es afrontarlas”.
El despertador de Alén sonó hoy a las 7 de la mañana. Desayuno, gimnasio y ensayo a la poco rockera hora de las 10 de la mañana. Hoy con Ciclonautas, la banda que formó en 2013, donde toca la batería, y que estos días inicia una gira por salas para presentar su cuarto disco, Ecdisis (a la venta el 14 de marzo). Mañana se levantará a la misma hora, ejercitará los músculos en una piscina y luego acudirá al native con Marea, donde también se encarga de las baquetas desde la formación de la banda del carismático Kutxi Romero, allá por 1997. Por la tarde, acude a la oficina de El Dromedario Data, discográfica que dirige, tres plantas situadas a las afueras de Berriozar, a cuatro kilómetros de Pamplona. Es donde estamos ahora, en una sala grande con unas botellas de agua encima de una amplia mesa blanca. Todo related a cualquier oficina de multinacional, salvo por un elemento: una nevera en forma de amplificador Marshall, un detalle estético inequívocamente rockero. “Me la regaló Kutxi”, cube con una sonrisa el jefe de todo esto, una empresa de 13 trabajadores, de la benjamina Avril, 27 años, al veterano Óscar, con 58.
Ayerdi estudió y terminó la carrera de Económicas en la Universidad Pública de Navarra. El título luce en su despacho de El Dromedario. “Se me daban bien los números. Compaginé la carrera con trabajos como repartidor de periódicos o en una lavandería. Luego trabajé en una asesoría fiscal y en un banco, hasta que lo de Marea se puso serio”, explica. El veneno musical se lo transmitió sobre todo su tío José Luis: iba a su casa a escuchar los vinilos de los Eagles, los Rolling Stones, Santana… Pero también de Franco Battiato o Kojón Prieto y Los Huajolotes. En el instituto descubrió al grupo que le cambió la vida. “Todos queríamos ser como Barricada: montar una banda y tocar rock. Además, eran de Pamplona”. Luego escuchó más rock urbano, a Rosendo, Los Suaves, Extremoduro… Al conocer a Kutxi Romero ya andaba diestro con las baquetas. Cuando Marea se pone en marcha Kutxi le propone el puesto de batería.
Pero en febrero de 2007 a Alén se le paró el mundo. Su pareja salió con unas amigas. Ella period la única que no bebía, así que se encargó de conducir el coche. Cuando dejó a las tres en sus casas y regresaba su hogar, un coche en dirección contraria se estampó con el suyo. El conductor dio positivo en la prueba de alcohol. Alén se enteró de la muerte de su mujer mientras la esperaba en casa con el hijo de la pareja, Ian, de un año y medio. “No tuve duelo ni casi tiempo de mirarme dentro y analizar cómo me iba a enfrentar a aquello. Porque tenía una misión: sacar a un niño adelante y hacerlo en un entorno lo más feliz posible y lleno de cariño. Marea ya estaba muy arriba y no sabía lo que tenía que hacer con el grupo, si dejarlo o no. Pero mis padres, benditos ellos, me dijeron: ‘No te preocupes, sigue con el grupo que nosotros te ayudamos’. Y así fue”, relata. Ian [nombre en homenaje a Ian Astbury, cantante de The Cult, banda favorita de sus padres] creció sin recuerdos de su madre, ya que period muy pequeño cuando ella falleció. A medida que fue creciendo descubrió cómo murió. Hoy, Ian tiene 19 años, mantiene una relación mágica con su abuelo (“tendrías que verlos juntos”, se emociona Alén), le gusta el rock de Foo Fighters y el rap de Natos y Waor, y estudia Administración y Gestión de Empresas.

Alén cree que sus problemas de corazón tuvieron algo que ver con la situación de estrés que vivió al enviudar. “Quizá, porque fue justo cuando vi que habíamos criado al niño bien; me relajé y salió todo. Aunque también puede ser genético. Eso nunca lo sabré”. En 2012 se disponía a subir las escaleras que conducen al native de Marea saltando los escalones de dos en dos, como siempre. Se tuvo que parar cuatro veces. Respiraba con dificultad y notó que el corazón corría a gran velocidad. Arritmias, fibrilación auricular, trombo… Términos médicos con los que Alén fue familiarizándose. Le operaron tres veces, una de ellas una intervención de ocho horas, pero no consiguieron solucionar las arritmias. Le dijeron que tendría que vivir siempre con ese problema, que debía medicarse de por vida y limitar el ejercicio físico. Por supuesto, nada de tocar la batería. “Me enfrentaba prácticamente a una jubilación. Estaba desesperado. Y en los tres meses que pasé ingresado empecé a investigar. Leí un artículo que decía que el departamento de cardiología de la Clínica Universitaria de Navarra había adquirido una máquina que habían utilizado con resultados muy buenos en Boston. Así que probé”. El physician Ignacio García Bolao “se empeñó” en curar a Alén, y lo consiguió después de dos intervenciones más. “Ya no tengo síntomas. He dejado hasta la medicación. Te puedo decir que mis marcas corriendo y en natación son mejores ahora que cuando tenía 20 años”, sonríe.
Con el corazón en vías de recuperación, en 2013 decidió montar El Dromedario Data. “Con un grupo anterior, Calaña, había tenido una experiencia negativa con una multinacional. El álbum lo habíamos pagado nosotros e íbamos a hacer una gira, así que fui a por discos a la oficina de la discográfica para venderlos en un puestecito en los conciertos. Me pedían 11 euros más el IVA por cada uno. Pero cómo es posible, si lo he pagado yo. Antes, a cambio de mucho, las compañías te daban cosas, pero ahora a cambio de todo ya no recibes nada. Paga el artista la disaster de la poca venta de discos. Me di cuenta de que ese modelo no period viable. Cómo se va a desarrollar a un artista si le atas de pies y manos”, explica. Se puso a estudiar todo el papeleo para crear la compañía, con la ayuda de sus conocimientos durante la carrera de Económicas.

En 2014 editó con El Dromedario el primer disco de Ciclonautas. Al poco tiempo, llegó una fortuna que tanto le fue esquiva: Extremoduro acabó el contrato con una multinacional, Gown estaba al tanto de cómo funcionaba El Dromedario y decidió editar con ellos su primer disco en solitario, Lo que aletea en nuestras cabezas (2014). “De repente, una discográfica que yo había montado para gestionar grupos pequeños, llega Gown y lo dispara todo. Es cuando creo una infraestructura más grande para Gown y ya de paso para cuando viniese Marea, que terminaba contrato en breve”, explica. Además de editar los discos, Alén asume la representación de las dos bandas.
Robe, que se recupera satisfactoriamente de un trombo pulmonar, explica a EL PAÍS: “Alén tiene una casa discográfica, una oficina de contratación y, además, es promotor de conciertos. Pero, sobre todo, es músico y piensa como un músico. No se hará rico con sus negocios, pero se la suda. Y cuando no piensa como músico piensa como espectador y se pregunta qué le gustaría ver o escuchar a él. Yo le suelo decir: a ver, tío, que la gente no es tan friki como tú. Y se parte el culo. Es un gran tipo y no lo digo porque sea mi amigo. Lo digo porque es authorized y buena persona hasta el empecinamiento. Naburro, como él cube”. En la última gira de Gown se vendieron 310.000 entradas, en la de Marea, 260.000. Ambas organizadas por Alén. Son números que no alcanza ninguna banda del rock español. Más números difíciles de conseguir en una industria volcado en lo digital: El Dromedario ha vendido 50.000 ejemplares físicos del último trabajo de Robe, Se nos lleva el aire, y 30.000 del de Marea, Los potros del tiempo.

Quizá por estos grandes números, Alén es un elemento incómodo, el jefe de una empresa recluida en un pueblo pequeño (Berriozar, 11.000 habitantes) que el sistema no puede controlar dentro un sector donde abundan los emporios controlados por fondos de inversión. Alén asegura que le han hecho ofertas, pero no vende, y quiere luchar contra prácticas del sector que le parecen dañinas. “No puedes poner un precio de una entrada que no pueda pagar el mayor fan de ese grupo. Tenemos que cuidar que la música no sea elitista”, sostiene. Y continúa: “Se vende a los grupos la thought de que hay que pegar un pelotazo, y creo que no debe ser así. Confío más en las carreras evolutivas. Como no se venden muchos discos, la industria prefiere sacar solo música en digital, donde el coste de producción es poco, porque en muchos casos no se utilizan ni músicos, y eso me parece lo peor de la época que estamos viviendo. Es la época más oscura de la historia de la música”. La mayoría de las bandas de su sello son de rock, algunas de ellas jóvenes, como Cobardes o Linaje. Pero también toca otros estilos, como el que le proporciona Chica Sobresalto. Alén no va de rockero obtuso: pone en positivo los casos de C. Tangana o Dua Lipa, a los que ha visto en concierto y “ofrecen unos espectáculos alucinantes con unas bandas de escándalo”.
Al dejar la oficina, ya con la tarde-noche encima, Alén suele reunirse con Kutxi Romero, su gran amigo y voz de Marea, a tomar un vino. Se citan en El Kutxitril, la bajera de la casa del cantante en Berriozar. El día que pasamos con él, cuando llegamos, Kutxi tiene puesto un disco en directo de La Polla Data. La voz de Evaristo se hace escuchar mientras se abre una botella de vino. Al rato llega Mai Medina, cantante de Ciclonautas. “Su capacidad de trabajo es abrumadora; su voluntad, inquebrantable; su resiliencia, inspiradora; su pasión, incólume; sus códigos, inamovibles”, piropea Kutxi sobre Alén, que se sonroja. Y añade: “Su padre, cada vez que nos ve juntos, siempre cube, en broma: ‘Hostia, Bud Spencer y Terence Hill, yo me voy”. Los dos ríen. Una imagen de lealtad y amistad que resume la vida de un hombre que ascendió una escarpada loma para hincar la bandera del rock español.