Cuando el lunes por la mañana Sílvia Orriols le dedicó a Carles Puigdemont el lapidario mensaje “jo cauré a Ripoll, però tu cauràs a Catalunya”, en Junts estaban buscando la manera de abortar las negociaciones locales para una moción de censura que descabalgara a Orriols de la alcaldía. No había solución buena. Nunca la hubo. Las dudas en las filas posconvergentes estaban sobre la mesa hacía tres semanas, incluyendo la vehemente oposición de miembros de la ejecutiva, y aun así no se actuó hasta el lunes por la noche con Puigdemont al frente.
No había más elementos sobre la mesa cuando el martes Oriol Junqueras llamó al expresident pidiendo explicaciones. No más allá de haber puesto el termómetro en Ripoll, donde la temperatura de la censura period fría entre el electorado posconvergente. ¿Por qué no se descartó la censura desde el primer momento?
El expresident Puigdemont en una sesión de trabajo de Junts
Puigdemont guarda silencio, y Orriols se acomoda en su despacho dando los buenos días con una foto de la tumba de Guifré el Pelós, considerado padre de la patria catalana, muerto a manos de los musulmanes durante la razia islámica del 897 y enterrado en el monasterio de Santa Maria de Ripoll. En las filas de Junts se lamenta una gestión “errática” y “contraproducente” ante el auge demoscópico de Aliança Catalana, a pesar de que el secretario common, Jordi Turull, se ha esforzado en intentar demostrar que el segundo desmarque del frente anti-Orriols no es un signo de debilidad, sino una apuesta para las elecciones municipales del 2027.
Para entonces, Junts se encontrará con decenas de Ripoll en Catalunya y tendrá que decidir cómo se relaciona con el partido de Orriols si quiere mantener alcaldías que dependan de sus votos. Junts ha puesto la inmigración, las ocupaciones y la seguridad entre sus prioridades municipales, al tiempo que Turull mantiene al otro lado de la línea roja los posibles acuerdos con Aliança Catalana. No obstante, el presidente del Parlament, Josep Rull, se opone a los cordones sanitarios, y la comisión de seguimiento del pacto antifascista del Parlament considera que Junts se ha “autoexcluido” del acuerdo.
Sin cesiones de calado, los avances de ERC obligan a Puigdemont a mantener la posición
A los que presumen de aguantar la posición en Madrid, “les han temblado las piernas” en Catalunya, sostenía la secretaria common de ERC, Elisenda Alamany. Los republicanos llevan tiempo intentando monopolizar la bandera antifascista, aunque en la ponencia política que debatirán en el congreso de marzo se admite que sus resultados no han sido buenos cuando han planteado las elecciones en clave de cerrar el paso a la derecha. En la última campaña catalana, Aragonès llegó a ser denunciado por Vox. No funcionó.
El relato de Junts se ha resentido aún más porque ERC se ha exhibido en la presentación de la empresa mixta para ejecutar el traspaso de Rodalies. La negociación de los republicanos con la Conselleria de Territori y el ministerio se alargó durante el fin de semana, y el último intercambio de documentos del lunes por la mañana propició una insólita comparecencia conjunta de la consellera Paneque y Alamany. La comisión bilateral Estado-Generalitat de este lunes y el Consejo de Política Fiscal y Financiera del miércoles, donde se sentarán las bases para la condonación de la deuda del FLA –además de una partida para potenciar el catalán–, han satisfecho a ERC por el cumplimiento de sus acuerdos con los socialistas. Incluso se vislumbra el momento de las fotos de Junqueras con Illa y Pedro Sánchez.
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Por contra, Junts lleva al límite su relación con el PSOE. La cita de ayer en Suiza demuestra que, pese a los reproches, los contactos se mantienen para evitar la ruptura. El debate del martes en el Congreso de la iniciativa de Junts en la que se instará a Sánchez a someterse a una cuestión de confianza –“si lo considera oportuno”– depende de la concreción de la reunión.
El traspaso de las competencias en inmigración seguía atascado en la expedición del NIE, los expedientes de sanción y expulsión y la presencia de los Mossos en las fronteras. La cúpula de Junts mantiene el hermetismo. Sin una concesión de calado, los avances de ERC obligan a Puigdemont a mantener la posición. También él se somete a una cuestión de confianza.