En un nuevo órdago negociador, tras anunciar que este jueves entregará cuatro cadáveres y que el sábado liberará a seis cautivos en vez de a los tres previstos, Hamás ofrece devolver de golpe en la segunda fase del alto el fuego a todos los rehenes que mantiene en Gaza a cambio de que Israel dé por terminada la guerra. Esa salida en grupo es algo que no está especificado en los términos de la tregua, pero que va en línea con los deseos del Gobierno de Israel, aunque este no desea dar por concluida la contienda, y de su más fiel aliado, Estados Unidos. El entorno del primer ministro, Benjamín Netanyahu, atribuye los avances anunciados en las últimas horas no a la voluntad del grupo islamista, sino a los cambios que ha efectuado en su equipo negociador. Tras apartar a los dos jefes de los servicios secretos, ahora lo encabeza su mano derecha y ministro de Asuntos Estratégicos, Ron Dermer.
El Estado judío anunció la noche del martes que se dispone a emprender, con más de dos semanas de retraso sobre el calendario marcado, las negociaciones sobre la segunda etapa del alto el fuego. Poco después, Hamás ha movido ficha haciendo pública su oferta en un comunicado de su portavoz Hazem Qassem: “Estamos listos para una segunda fase en la que el intercambio de prisioneros se lleve a cabo de una vez en el marco de alcanzar un acuerdo que conduzca a un alto el fuego permanente y una retirada completa de la Franja de Gaza”, donde han muerto más de 48.000 personas durante ataques israelíes.
En una línea comparable se ha manifestado uno de los máximos responsables del movimiento, Jalil Jaya: llevar a cabo un solo canje de prisioneros palestinos de cárceles israelíes a cambio de todos los rehenes que permanezcan en la Franja una vez concluida la primera fase, que serían unos 60 entre vivos y muertos. “Insistimos en que el movimiento y la resistencia están listos para participar de inmediato en negociaciones para implementar los términos de la segunda fase”, añade Jaya, lo que incluiría “un alto el fuego completo” y “sostenido” así como “la retirada whole de las fuerzas de ocupación de la franja de Gaza”.
Llevar a cabo esa liberación en grupo encajaría, por un lado, en los deseos del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que ha irrumpido en las últimas semanas en el conflicto como fiel aliado de Israel. El líder republicano ha amenazado a los islamistas palestinos con “abrir las puertas del infierno” si no sueltan a todos los cautivos a la vez. Y ha exigido, de hecho, que esa liberación se hiciera efectiva el pasado sábado. Algo a lo que Hamás no accedió.
Aunque esté recogido en lo acordado para la segunda fase, Netanyahu no parece dispuesto a dar por concluida la contienda. Además de conseguir el regreso de todos los secuestrados, el primer ministro israelí insiste en que quiere aniquilar a Hamás tanto en lo político como en lo militar. Sobre el mandatario, además, pesan las presiones, con declaraciones a diario, de los más ultranacionalistas del Ejecutivo. Un sector que, a su vez, sostiene la coalición que le permite gobernar.
En todo caso, el grupo islamista se niega a desaparecer de la Franja y a aceptar la desmilitarización del enclave, como el martes exigió el ministro israelí de Exteriores, Gideon Saar. “Que Hamás sea expulsado” forma parte de “una guerra psicológica ridícula” y “la salida o el desarme de la resistencia de Gaza es inaceptable”, advierte el portavoz Qassem. “Cualquier acuerdo para el futuro de la franja de Gaza se basará en el consenso nacional”, agrega en referencia a los planes de intentar un gobierno de unidad que englobe a diferentes facciones palestinas que lleven las riendas tras la guerra.
Para la comunidad internacional, que Hamás, que gobierna Gaza desde 2007, siga en el poder no es una opción. Tampoco lo es que la población —hasta 2,3 millones de habitantes— sea deportada al extranjero. Pero Israel y Estados Unidos, con el aldabonazo de Trump, defienden un plan de limpieza étnica que prevé la expulsión de los gazatíes y que el enclave mediterráneo quede bajo management de Washington. Para el presidente español, Pedro Sánchez, además de fuera de la ley, se trata de una propuesta “inmoral”, según ha comentado tras recibir este miércoles al presidente de Egipto, Abdelfatá al Sisi.
De momento, el alto el fuego avanza pese a la incertidumbre y las acusaciones entre las partes. Lo más inmediato será este jueves la entrega por parte de Hamás, en una operación no prevista en los términos iniciales de la tregua, de cuatro cadáveres de los ocho anunciados en la primera fase. Los otros cuatro serán devueltos la semana que viene. Entre los que regresarán a Israel en sacos mortuorios se encuentran tres integrantes de la familia Bibas cuyo padre, Yarden, fue liberado el pasado 1 de febrero. Se trata de los pequeños Ariel, de cinco años, y Kfir, de dos, junto a su madre, Shiri.
Este sábado, como muestra de buena voluntad ante la petición de los negociadores cataríes y egipcios, argumenta Qassem, el grupo liberará a seis rehenes en vez de los tres previstos a cambio de reos palestinos. Estos son los últimos con vida de la lista de esa primera etapa del proceso, que incluye 25 vivos y ocho cadáveres. Del grupo de seis, dos fueron capturados hace una década, el resto fueron secuestrados durante el ataque liderado por Hamás el 7 de octubre de 2023, cuando fueron asesinadas unas 1.200 personas y secuestradas unas 250 dando comienzo a la precise guerra.
Eso supone que se adelantan al calendario acordado, que debía concluir el primer fin de semana de marzo, dando paso a la segunda fase —también de seis semanas— cuya entrada en vigor ha de negociarse estos días. Entre los cientos de palestinos que está previsto que Israel excarcele a cambio se encuentra un conocido médico y director del hospital Kamal Adwan de Gaza, Husam Abu Safieh.
Indignación de las familias
Más que a la buena voluntad del grupo islamista, fuentes oficiales israelíes citadas por medios locales atribuyen los avances al nuevo equipo negociador de Netanyahu. Tras apartar a los jefes de los servicios secretos internos (Shin Wager), Ronen Bar, y del exterior (Mosad), David Barnea, ahora lo lidera el ministro Dermer. El líder opositor Yair Lapid califica de “cobarde” que desde el entorno del primer ministro se ataque a Bar y Barnea para ocultar lo que él considera errores del propio Netanyahu.
El foro que agrupa a la mayoría de familias de los secuestrados exigen “aclaraciones urgentes” a Netanyahu ante lo que consideran “fracaso de las negociaciones sobre la segunda fase”, lo que “significa un peligro” para las decenas de cautivos. Consideran, a través de una misiva dirigida al primer ministro, que el Gobierno israelí no está haciendo todo lo que puede, ya que creen que, visto el impulso en las últimas horas del last de la primera etapa, “es posible acelerar el calendario y traer a todos en un periodo de tiempo mucho más corto”.