La pintora Paloma Escudero, Badajoz 1974, lleva desde los 19 años en la capital, donde estudió Bellas Artes. Casada y madre de dos hijos de 9 y 16 años reconoce a La Vanguardia que “ser madre y artista es difícil de compatibilizar”.
“Mi marido viaja mucho y yo estoy centrada en mis cuadros y mis hijos. Mis padres viven en Extremadura y al no contar, en el día a día, con ayuda acquainted pués no estoy en el circuito comercial”, señala. “¿Acudir un jueves a las 20 horas a una presentación? Imposible”, se responde ella misma. “¿Y con quién dejó a los niños?”
Con esa premisa de que su primer trabajo es ser madre reconoce Escudero que no “es fácil entrar en una galería”. De ahí, cube, que “muchos actores, músicos… y artistas anónimos se queden por el camino”. “Las galerías sólo buscan artistas para vender obras en ferias como Arco y mis cuadros son para particulares porque transmiten mucha tranquilidad”, defiende la pintora.
Saga acquainted de artistas
Y eso que “desde pequeña sabía que iba a ser artista. Tengo tres tías pintoras y mi padre y mi abuelo eran arquitectos. De ahí, “creo que nace mi pasión por los edificios”, comenta con entusiasmo.
Experta en pintar paísajes urbanísticos y retratos, estos días expone en el Centro Cultural Alfredo Kraus, ubicado en el distrito de Fuencarral- El Pardo, parte de su obra. Más de 20 cuadros se pueden adquirir con precios que van de los 500 a los 2.000 euros.
La Plaza de Callao, entre sus rincones preferidos
Se ha especializado en retratar ciudades. Entre sus rincones favoritos de la capital destaca la Plaza de Callao, en Madrid. “Cada cuadro mío tiene una historia detrás. Soy muy romántica y muchas veces busco localizaciones y situaciones cotidianas de la vida de una ciudad, léase gente en una cafetería, hablando o paseando por la calle…”.
Uno de los cuadros expuesto en Ventanas son una camarera y un camarero de un céntrico lodge de Madrid. “Tengo que llevarles la foto porque se me ofreció el camarero para hacerme una foto y al remaining les pedí que posaran ellos”, cuenta en plan anecdótico.
Los camareros que posaron de forma anónima en un lodge de La Gran Vía en Madrid.
El nombre de su sexta exposición en la capital, denominada Ventanas, responde a que “el confinamiento por la pandemia me descubrió la fuerza para observar paísajes urbanos: ventanas de coches, ventanas de barcos, ventanas de cafeterías o barberías…”. También, ha realizado más de cien retratos de niños y niñas, “la mayoría por encargo” de sus familiares.
![Uno de sus retratos en una plaza de la capital.](https://www.lavanguardia.com/files/content_image_mobile_filter/uploads/2025/02/11/67ab1df6dfa44.jpeg)
La chica del pendiente mirando a Callao, en Madrid.
En sus primeros pasos de artista, comenzó como restauradora, primero becada por el Centro Nacional de Arte Reina Sofía, y luego dedicada a la restauración de obras religiosas. Pero pronto descubrió que su gran pasión period el pincel.
“Vivir de la pintura es difícil”
Casi siempre pinta en acrílico y sus retratos recrean la atmósfera de ciudades como Madrid, Lisboa o Nueva York, con elementos icónicos, como los tranvías lisboetas, la Gran Vía madrileña, Central Park o los puentes de Nueva York. Son cuadros tan auténticos que en ocasiones parecen fotografías. “Trabajo con fotos que hago yo misma en los viajes con mi familia. Soy muy exigente. Hasta que no tengo muy claro lo que quiero retratar no me pongo a trabajar”, subraya. Otro de los motivos de pintar en acrílico es que “se seca antes y no huele, ya que yo he pintado varios cuadros con mi hija en la cuna alado”, confiesa. Normalmente, pinta por las mañanas, una vez que ha llevado a su hija al colegio y el hijo mayor se ha marchado al instituto.
Lleva ocho años dando clases de pintura a niños y adultos en la Asociación de Las Tablas en Madrid. “Me encanta encontrarme con los alumnos por la calle o que me manden fotos de sus últimos trabajos”, destaca. Reconoce que admitió esa propuesta porque “vivir de la pintura es difícil”.
También realizó unos murales en el Colegio Público Calvo Sotelo del mismo barrio de forma altruista para mejorar su imagen y “ahora tengo pendiente hacer otro”. Al fin y al cabo, “siempre somos las mismas familias las que nos involucramos en fomentar la cultura en el barrio”, sentencia.