Como había anunciado, el primer ministro francés, el centrista François Bayrou, ha recurrido este lunes al artículo 49.3 de la Constitución para aprobar los presupuestos del 2025, tanto los ordinarios como los de la seguridad social, sin someterlos al voto de la Asamblea Nacional.
Este procedimiento excepcional, equivalente a una aprobación por decreto, muestra la precaria situación del Ejecutivo, que carece de mayoría parlamentaria. “Este presupuesto no es perfecto”, admitió Bayrou, pues ha tenido que aceptar muchos compromisos, pero subrayó que permitirá “liberar la acción del Estado” y seguir adelante.
El recurso al artículo 49.3 ha provocado la inmediata presentación de una moción de censura de varios grupos de izquierda, que será votada el miércoles. Parece claro, sin embargo, que la moción no prosperará porque no se sumará el grueso de los diputados socialistas, que han negociado con el Gobierno y han conseguido importantes concesiones de carácter social. La extrema derecha aún no ha decidido su posición. En teoría, un triunfo de la moción de censura, dejaría sin efecto la aprobación de los presupuestos.
En diciembre pasado, el gobierno de Michel Barnier cayó precisamente por querer aprobar los presupuestos de la misma manera. En aquella ocasión los socialistas sí votaron la censura.
Los presupuestos son una necesidad imperiosa para conservar la confianza de los mercados financieros, ya inquietos por la elevada deuda francesa, aunque el esfuerzo de austeridad de este año es todavía muy limitado y considerado insuficiente por muchos expertos.
La postura contemporizadora de los socialistas respecto al Gobierno ha causado la fractura y la desaparición de facto del Nuevo Frente In style (NFP), la coalición de izquierdas que sacó el mayor número de escaños en las elecciones legislativas anticipadas del verano pasado.
Para demostrar que aún son un partido de oposición, los socialistas anunciaron una moción de censura por la postura del primer ministro sobre la inmigración. Le reprochan a Bayrou que hubiera dicho en una entrevista televisada que en Francia muchos tienen “el sentimiento de sumersión migratoria”, utilizando un lenguaje muy próximo a la extrema derecha. Esta moción, sin embargo, es puramente simbólica porque no tiene ninguna posibilidad de prosperar.
El uso y abuso del artículo 49.3 en decisiones importantes -también se aprobó así la reforma de las pensiones- genera una sensación de ilegitimidad, de que las elecciones y el Parlamento no cuentan, lo que atiza el descontento, la abstención y movimientos de protesta como el de los chalecos amarillos hace unos años.