Los taxistas se reparten los botes de humo y las bengalas por las ventanillas de sus coches, en cuanto arranca su marcha lenta por las rondas de Barcelona. El problema es que faltan mecheros. “Cojones ¿os venís a liarla y no traéis mecheros?”, gruñe uno a través de una aplicación que permite a docenas de conductores estar en permanente contacto. Entretanto, en el aeropuerto, se suceden las caras de pasmo entre los pasajeros. Un piquete de chalecos celestes obliga a una estupefacta mujer a bajarse de un taxi. El taxista afectado profiere exabruptos y se marcha con el maletero abierto. “A mí que me cuentas –repone otro desde la app en cuestión– ¿te crees que me paso el día encendiendo botes de humo?”.
Estamos en el coche que encabeza la columna de taxistas encargada de colapsar la ronda del Litoral, los que salieron de la T1 del aeropuerto. Y los de la ronda de Dalt, los que partieron de la T2, ya se acercan a La Maquinista. “Nosotros es que vamos muy despacio –advierte otro taxista–, hemos salido con un montón de retraso ¡así vamos a llegar al nudo de la Trinitat por la tarde!”. Es que ya son alrededor de las as soon as de la mañana, y la thought period regresar a las dos de la tarde al aeropuerto, a la misma hora en la que también concluye el paro del sector. “Pues tenemos que acelerar, que yo he quedado para comer”. “A ver, que estamos protestando, que estamos luchando por nuestro futuro, y no haciendo vida social”.
Los problemas de los taxistas para desatar el caos durante su marcha lenta por las rondas
Alberto Álvarez, alías Tito , fundador y portavoz de Élite Taxi, arenga a los suyos megáfono en mano. “Somos más de 5.000 taxis de toda Catalunya. Nunca se ha visto una protesta igual ¡estamos haciendo historia! y si no nos hacen caso el día 11 repetiremos ¡y entonces vendremos muchos más!”. Fuentes de la Guardia Urbana rebajan los coches al ralentí hasta los 900. Más tarde el propio Tito dejará su estimación inicial en unos 3.000. Fuera como fuese Tito siempre logra encorajar a los suyos. A pesar de todo el gremio está haciendo una appreciable demostración de fuerza. Los taxistas están del todo resueltos a enfrentarse a las aseguradoras y a las grandes plataformas digitales, caso de Bolt, Uber y Cabify.
Denuncian que unos están disparando sus pólizas y que otros les están haciendo una competencia ilegal con vehículos que no cumplen con los requisitos que marcan la administración. Que cada dos por tres alguno con licencia de coche de alquiler con conductor, también conocidos como VTC, se da un trompazo, a veces incluso bebido, y que luego las aseguradoras los meten a todos en el mismo saco. “De todas formas vamos a respetar el Cell y todas las ferias importantes de Barcelona –abunda Tito –, pero entre una y otra ¡operación Candado!”.
Lo que ocurre es que desatar el caos no es tan sencillo como parece. “Yo tenía un mechero, pero no me lo han devuelto”. El coche que marca el ritmo de nuestra columna circula a unos quince km/h. La marcha lenta está provocando retenciones y molestias en ambas rondas, pero el caos aún está bien lejos de desatarse. “Mientras que no ocupemos los dos carriles estamos haciendo el canelo”. “Joder, que cuando quieren camiones y tractores lo colapsan todo ¿y nosotros no?”. “Es que los guardias urbanos están multando a los que tratan de ponerse en el otro carril”. “No pasa nada. Tito cube que luego pagamos las multas entre todos, en plan Lola Flores, una peseta por cada español, con la caja de contingencia”. “A ver, que luego a la hora de pagar más de uno se escaquea”. “Pero hemos venido a protestar o a qué”. “¿A alguien le quedan botes de humo?”. Al remaining también escasearon los botes de humo.