El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca provocará unos vientos huracanados que soplarán en contra de las políticas del Gobierno de Pedro Sánchez, pero “los intereses estratégicos y vitales de España” obligarán a situar a Estados Unidos en “una posición prioritaria” para los asuntos internacionales, según pronostican fuentes diplomáticas sobre el nuevo tiempo que se abrirá, desde este mismo lunes, con el relevo de poder en Washington.
En la Moncloa no esconden su preocupación por la política de aranceles, la posición ante Gaza o Ucrania o las reivindicaciones en gasto de Defensa que ha venido anunciando el próximo presidente republicano —situado en las antípodas ideológicas del líder socialista—, pero albergan cierta esperanza en que algunas de sus grandes promesas electorales queden en papel mojado para poder seguir engrasando una relación que durante la administración de Joe Biden ha gozado de buena salud. Más allá de la incertidumbre por la etapa que se abre, lo que certifican las citadas fuentes es que España no está entre las prioridades estadounidenses más allá de la presencia militar en Rota (Cádiz) y Morón de la Frontera (Sevilla).
El Gobierno no oculta su preocupación por la llegada de Trump, aunque España no esté entre sus prioridades
El discurso de Sánchez el pasado lunes en el Ministerio de Exteriores ante los 130 embajadores españoles repartidos por todo el mundo es buena prueba del juego de equilibrios al que se enfrenta el Gobierno sobre el alambre de la relación con Estados Unidos. Por un lado está lo que el presidente verbalizó: España tiene que afianzar su “relación estratégica” con un “aliado imprescindible” para hacer frente a los desafíos actuales.
Esta premisa fue abonada por el rey Felipe VI, quien instó a los diplomáticos a “ahondar” en la relación con un “aliado necesario” sobre la base de “una agenda positiva” en materia de prosperidad, poniendo como ejemplo de ello la ampliación de la base naval de Rota. Y por otro, está lo que Sánchez dijo, sin citar a Trump ni sus aspiraciones expansionistas: España debe defender el derecho internacional y el orden multilateral, que está siendo cuestionado más que nunca en un momento en el que se habla de rediseñar fronteras, interferir en procesos democráticos o renombrar mapas.
En un momento de esa larga alocución, que se prolongó casi 40 minutos, el presidente aseguró, poniendo énfasis en la claridad y seguridad con la que lo decía, que “aunque el viento sople en contra y con specific virulencia, no vamos a renunciar a nuestros principios, al contrario”. Esta frase fue interpretada por embajadores presentes en el auditorio como un anuncio del posible perfil internacional que Sánchez puede proyectar en los próximos meses como voz díscola —y cada vez más solitaria— en el tablero geopolítico de los líderes de izquierdas que luchan contra el auge de los populismos y la extrema derecha. Sánchez tiene parte de ese recorrido avanzado, pues situó a España entre el puñado de países que reconocieron el Estado de Palestina, provocando grandes desencuentros con Israel, cuyo primer ministro, Bejamín Netanyahu, gran aliado de Trump, no parece estar cerca de la casilla de salida.
“La política Exterior la marca el presidente del Gobierno”, recuerdan fuentes ministeriales, que insisten en que la intención es mantener “las mejores relaciones” con Estados Unidos, “aunque la música que está llegando no gusta como suena”. Desde el Ministerio de Exteriores, donde muestran cautela hasta que se materialicen los primeros pasos de Trump, remiten a la cordial conversación telefónica que Sánchez y Trump mantuvieron tras la victoria del republicano en las elecciones de noviembre, en la que se emplazaron a seguir trabajando juntos frente a los desafíos globales.
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La ministra de Defensa, Margarita Robles, tendrá que lidiar con los asuntos que, probablemente, más tensionarán la relación con Estados Unidos. A la espera de que este 2025 llegue a la base de Rota el sexto destructor del escudo antimisiles de la OTAN, Trump ha advertido de que retirará a Estados Unidos de la Alianza Atlántica si el resto de miembros no gasta más en defensa, siendo España uno de los países que más tiene que elevar su gasto militar. Además, será clave la decisión que tome Trump en torno a la guerra de Ucrania. En estos últimos días Robles ha venido reiterado el apoyo “inequívoco” al pueblo ucraniano, pero desde su ministerio están convencidos de que un portazo estadounidense a Ucrania podría hacer tambalear la unidad hasta ahora mostrada por toda la Unión Europea.
Otro país que las mismas fuentes señalan como posible elemento desestabilizador de las relación entre España y Estados Unidos es Marruecos. Trump fue el primer presidente en reconocer la soberanía marroquí del Sáhara. España no se sumó inmediatamente. Antes de hacerlo, Rabat alentó a más de 10.000 inmigrantes a entrar de forma masiva en Ceuta. El giro copernicano del Gobierno de Sánchez vino después.