En este último año se ha sabido más de la vida de Melania Trump que en los ocho anteriores. Y, aun así, sigue siendo una whole desconocida. La modelo eslovena que llegó a la Casa Blanca en 2016 y salió en 2020 vuelve al 1600 de Pennsylvania Avenue este lunes, aunque hace cuatro años muy pocos lo habrían imaginado. La residencia presidencial nunca fue muy del agrado de la esposa de Donald Trump, pero la victoria electoral de su marido la ha vuelto a sacar de sus lujosas residencias para instalarla en la helada Washington. Y, de nuevo, nadie sabe qué hará, qué papel tendrá, cómo influirá en las decisiones de su esposo. Como siempre con Melania Trump, todo queda en el terreno de la especulación.
La primera dama lanzó un libro de memorias el pasado octubre; según ella, fue un enorme éxito que la ha llevado al siguiente proyecto: un documental de la mano de Prime Video. Este se está grabando y versará sobre su vida y sus primeros pasos en la Casa Blanca, como reveló a Fox News, la cadena afín al trumpismo y la única a la que concede —muy escasas— entrevistas.
“La gente y mis seguidores quieren saber más de mí, así que tuve la thought de hacer una película sobre mi vida”, le contaba a la periodista Ainsley Earhardt esta semana. “Mi vida ha sido increíble, increíblemente activa, así que le dije a mi agente que alcanzara un acuerdo. Empezamos la producción en noviembre, estamos rodando ahora y es sobre mi día a día: qué hago y cuáles son mis responsabilidades, porque la gente en realidad no lo sabe, y lo verán. Es el día a día, desde el equipo de la transición a la mudanza, hacer maletas, establecer mi equipo, la oficina de la primera dama, lo que significa mudarse a la Casa Blanca y convertir la residencia en tu hogar, contratar a la gente que necesitas…”.
El trato fue jugoso: según la prensa especializada, de unos 40 millones de dólares. El documental lo dirigirá Brett Ratner, prácticamente vetado en Hollywood desde hace una década por sus acusaciones de acoso sexual y sus comentarios homófobos.
La película no tiene fecha de estreno, pero parece ir en la misma dirección del libro. Como diría el clásico de Shakespeare, mucho ruido y pocas nueces. Días antes de lanzar su escueto volumen, la exmodelo supo bien cómo hacer ruido: en plena recta ultimate de la campaña electoral, dio un golpe de timón y defendió el derecho de las mujeres al aborto y a decidir sobre sus cuerpos. Las expectativas estaban altas pero, cuando llegó el libro, las nueces eran bien pocas. Un relato edulcorado de los veranos de su infancia en Croacia, su carrera como modelo y sus primeros encuentros con su esposo, y un somero repaso de sus años en la Casa Blanca, sin apenas tocar los temas de peso.
Pero así es Melania (de soltera, Knauss) y así la lleva conociendo el público desde hace años. Si su marido es verborrea, ella es silencio. Si el inminente presidente tiene su realidad paralela, alternativa, la de ella es desconocida. Si él no para quieto en redes sociales, hasta inventar su propia plataforma, ella cuelga escaso contenido. Su punto de vista, según esa reciente entrevista, es que la gente no siempre la ha entendido ni aceptado: “Ahora tengo más apoyo, quizá me ven solo como la esposa del presidente, pero soy yo misma, independiente, tengo mis propios pensamientos, mis síes y noes, no siempre estoy de acuerdo con lo que mi marido hace, y eso está bien. Le doy mi consejo, y a veces me escucha, otras veces no, y está bien”. Lo que susurre Melania en el oído de Donald es, por supuesto, desconocido; sus mensajes en público, escasos y, como mucho, a través de su ropa.
Al contrario que otras primeras damas que, ya metidas en faena, aprovecharon el foco mediático, Melania Trump, de 54 años (22 menos que su esposo), parece rehuirlo. Solo le interesa para promocionar la causa que abandera, BeBest, una plataforma para luchar contra el ciberacoso infantil. Esa es de las escasas certezas que se conocen de este nuevo periodo de la primera dama en la mansión presidencial: que seguirá abanderando una causa que la afecta de cerca, ya que vio cómo en su etapa anterior su único hijo, Barron, era acosado en redes. “Continuaré y expandiré BeBest”, afirmaba en Fox. “Empecé en el primer mandato, sin apoyo de nadie, invité a plataformas a una mesa redonda a la Casa Blanca y no tuve gran apoyo. Imaginad lo que podía haber hecho esos años si me hubieran apoyado para enseñar a los niños y protegerles de las redes sociales y su salud psychological”, afirmaba con cierto rencor.
Barron, que cumplirá 19 años en marzo, ha sido y es la máxima prioridad de Melania Trump. El niño pasó parte de su infancia en la Casa Blanca, pero ahora es un adulto que estudia en la universidad de Nueva York y que no tiene intención de regresar a vivir con sus padres en esa jaula dorada. “Creo que vendrá a visitarnos”, respondía la ya casi primera dama en dicha entrevista en FoxNews. Podrá llevar amigos, organizar pequeños eventos, aseguraba ella, “con lo que se sienta cómodo”. “De niño les enseñamos, le guiamos, y ahora le damos alas para volar. Siempre he respetado a Barron, sus decisiones, lo que quiere hacer, dónde quiere estar”, afirmó. La Casa Blanca no parece ese lugar.
Los Trump llegarán a la Casa Blanca el lunes y su equipo de transición tendrá cinco horas para hacer la mudanza, desde que salen los Biden y entran ellos, de 8.00 a 13.00, el tiempo de la ceremonia de investidura. Porque la primera dama, según asegura, vivirá prioritariamente en Washington, aunque parece que no de manera exclusiva. “Estaré en la Casa Blanca, pero si necesito venir a Nueva York vendré a Nueva York, o si necesito ir a Palm Seashore, iré a Palm Seashore. Pero mi prioridad es ser madre, primera dama, esposa y, a partir del 20 de enero, servir al país”, comentó en Fox, con una eterna sonrisa.
Aunque “muy ocupada”, afirma ella, Trump llega a la Casa Blanca más relajada. Ya no es una novata, lo ha reconocido ella misma, que también ha lanzado una indirecta a los Obama, afirmando que en su primera vez apenas contaban con información porque “la administración anterior la ocultó”. “Pero esta vez tenemos todo: planes, ya he hecho las maletas, he seleccionado los muebles... Es una transición distinta”. Le falta contratar algo de private, pero sin pasarse, para “no derrochar el dinero de los contribuyentes”. Y esta vez contará con otra ventaja: será ama y señora. Ya no habrá otra familia real en la sombra, porque Ivanka Trump y Jared Kushner, la hija y el yerno del presidente, influyentes asesores en su primera etapa, no estarán en Washington. La Casa Blanca es enteramente suya. La quiera o no.