Cuatro años después de su último mitin en Washington, en la Elipse, donde alentó a sus seguidores a asaltar el Capitolio, Donald Trump celebró ayer en el estadio de los Wizards su triunfal regreso a la Casa Blanca, que rubricará hoy con la jura de la Constitución y la firma de sus primeras órdenes ejecutivas desde el despacho oval.
Pese a las inclemencias meteorológicas, con la ciudad emblanquecida por la nieve y temperaturas de frío extremo, decenas de miles de fieles al líder de la internacional reaccionaria han teñido de rojo republicano la capital de Estados Unidos. Hoy seguirán su toma de posesión a través de pantallas desde el mismo estadio, el Capital One Enviornment, en una celebración menos imperial que la que disfrutaron hace ocho años.
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La ola de frío polar ha obligado a trasladar la investidura al interior del Capitolio, lo que ha echado a perder los planes de los que habían reservado entradas para verlo desde el Nationwide Mall, la gran avenida frente al edificio legislativo, donde las autoridades preveían la asistencia de 250.000 personas. Los que han decidido viajar igualmente a la capital llegan equipados para soportar largas colas a una sensación térmica de -14 grados para entrar al recinto deportivo, con capacidad para tan solo 20.000 espectadores.
En la rotonda del Capitolio, la sala ubicada bajo su imponente cúpula, el equipo de Trump se ha apresurado para construir el escenario desde el que pronunciará a las 12 horas (las 18 h en España) el juramento, obligado por la 20.ª enmienda: “Juro solemnemente que ejerceré fielmente el cargo de presidente de Estados Unidos y que, en la medida de mis posibilidades, preservaré, protegeré y defenderé la Constitución”.
Después de la jura, se dirigirá a la Casa Blanca para firmar sus primeras órdenes y acciones ejecutivas
Jurará la misma Constitución que llamó a “terminar” tras ser imputado penalmente por intentar anular el resultado de las elecciones presidenciales. Lo hará desde la misma sala que dio la vuelta al mundo el 6 de enero del 2021, cuando una turba enfurecida por su teoría del fraude masivo trató de impedir el traspaso pacífico del poder. John Roberts, el presidente del Tribunal Supremo –el mismo que le reconoció una amplia inmunidad presidencial por los delitos, como este, cometidos durante su mandato–, administrará la jura, en la que Trump pondrá su mano izquierda sobre la Biblia y la derecha en alto. Después, dará el tradicional discurso de investidura, en el que marcará el tono de sus próximos cuatro años en la Casa Blanca.
La rotonda, una sala de piedra arenisca de 30 metros de diámetro llena de estatuas y pinturas como el Desembarco de Colón o la Declaración de Independencia, es un espacio mucho más reducido que las escalinatas exteriores en las que se suele celebrar la toma de posesión. Sin embargo, Trump ha asegurado que “los dignatarios e invitados entrarán”.
La presencia de Musk, Zuckerberg y Bezos evidencia el aterrizaje del poder tecnológico a Washington
Entre ellos, líderes internacionales de su cuerda ideológica, como el presidente argentino, Javier Milei, o la premier italiana Giorgia Meloni, lo que romperá con la tradición de no invitar a jefes de Estado o de Gobierno extranjeros a la jura. También estarán el vicepresidente chino, Han Zheng; los ministros de exteriores de India y Japón, y miembros de partidos ultraderechistas, como el español Santiago Abascal (Vox), el francés Éric Zemmour (Reconquista), el alemán Tino Chrupalla (Alternativa para Alemania) o el británico Nigel Farage (Reforma UK). No asistirá el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, que ha alegado problemas de agenda, ni los líderes de otros países de la Unión Europea, que no han sido invitados, al igual que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Como es tradición, estarán todos los expresidentes (Invoice Clinton, George Bush y Barack Obama) y Joe Biden, que antes de la ceremonia recibirá, junto a la primera dama, Jill Biden, al mandatario entrante y a su mujer, Melania Trump, para tomar el té. El republicano se saltó en el 2021 esta usanza y se convirtió en el quinto presidente en la historia en no acudir al acto de investidura de su sucesor.
Al acto asistirán también congresistas, aunque algunos demócratas, que ya boicotearon su primera toma de posesión, ya han avisado de que esta vez tampoco estarán en señal de protesta. También han anunciado que se lo perderán la ex primera dama Michelle Obama, que en su comunicado no especifica el motivo, y la expresidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, que ha sido una de las principales dianas del discurso del odio de Trump durante su década en política.
Además de los representantes de los tres poderes del Estado (ejecutivo, legislativo y judicial), acudirán los mayores exponentes del cuarto poder, el tecnológico, que en este segundo mandato de Trump inaugurarán un inédito papel protagonista en Washington, después de su alianza con el republicano.
Elon Musk (Tesla), Mark Zuckerberg (Meta), Jeff Bezos (Amazon), Sam Altman (OpenAI), Sundar Pichai (Google) y Shou Zi Chew (TikTok), entre otros consejeros delegados de las grandes tecnológicas, algunas de las cuales han donado millones de dólares para la inauguración, están entre los invitados. Biden alertó en su discurso de despedida de la “amenaza para la democracia” que supone la concentración de riqueza y poder en estas manos, que definió como una nueva “oligarquía” y un “complejo tecnológico industrial”.
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Después del acto, Trump se dirigirá al estadio de los Wizards para celebrar su versión alternativa del desfile inaugural, que tradicionalmente recorre la avenida Pensilvania desde el Capitolio hacia la Casa Blanca, pero ha sido cancelado por el mal tiempo.
Cuando finalmente llegue al despacho oval, se dispondrá a firmar sus primeras órdenes y otras acciones ejecutivas, un centenar, según afirmó en una reunión con senadores republicanos. Ayer, en su último baño de masas antes de la toma de posesión, prometió que iniciará su programa de deportaciones masivas, la expansión de proyectos de hidrocarburos en terreno federal y, entre otras polémicas medidas, los indultos a los condenados por el 6 de enero, que representarán el regreso histórico de un golpista al poder y la nueva period nacionalpopulista que se abre en Estados Unidos.