Nací seis días después de que muriese el dictador y en este año, que el Gobierno conmemora, recuerdo especialmente a mis padres, que me enseñaron el valor de las concepts y la igualdad. Mi madre decía, temerosa, que no hablase muy alto y mi padre me pasaba este periódico, que leía de “atrás hacia adelante”, como acto casi subversivo, en una época en que ya leer no period nada contrario al sistema. Tengo la impresión de que nunca llegaron a creerse libres del todo. Ellos ya no están pero, por suerte, mis suegros, testigos de aquellos años, pueden contarle a mi hija, su nieta, lo que costó traer la democracia de la que ella, sin casi darse cuenta, disfruta. Valoro la fortuna de haber conocido a las generaciones que han sufrido la opresión y el hambre y también a aquellos que con menos carencias no vislumbraron la libertad hasta un 20 de noviembre de 1975. Ellos y ellas hicieron posible la sociedad que hoy tenemos y este aniversario debe servir para recordarles, rendirles homenaje y valorar la libertad de la que disfruta mi generación y todas las que han ido llegando.